Seguridad
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Excélsior
Publicado el martes, 8 de abril del 2025 a las 10:35
Tamaulipas.- En el fondo de su corazón Adriana sabía que su hijo ya no la escuchaba, sin embargo, la madre se aferró a la esperanza de que el mar le devolviera el cuerpo de su hijo. Adriana González no se movió de Playa Bagdad durante más de 36 horas, desde que supo que Joseph, su hijo de 19 años, había desaparecido tras rescatar a un amigo que se ahogaba.
“ No me voy a mover de aquí. Yo solamente quiero el cuerpo de mi hijo”, dijo Adriana entre lágrimas, acompañada por uno de sus hijos menores. Su voz, desgarrada por el dolor, se convirtió en súplica ante las autoridades, los medios y cualquier persona que pudiera ayudar. “Pudo haber sido cualquiera, pero ahora le tocó al mío”.
La tragedia ocurrió la tarde del sábado, cuando Joseph Gómez y cuatro amigos cruzaron desde Brownsville, Texas, hacia Matamoros para disfrutar de un día en la playa. Llevaban carne para asar, madera para la fogata y planes sencillos: disfrutar del sol y la arena. Pero el mar tenía otros planes.
Uno de los jóvenes comenzó a ahogarse cerca del kilómetro 3 de la boca del río Bravo. Joseph no dudó un segundo y se lanzó al agua para salvarlo. Su acto de valentía logró lo impensable: su amigo sobrevivió. Pero a Joseph no le quedaron fuerzas para defenderse de las feroces aguas del mar.
Las labores de búsqueda comenzaron ese mismo día, pero al caer la noche fueron suspendidas. La angustia de la familia creció con cada hora. Al amanecer del domingo, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano retomaron la búsqueda, apoyados por helicópteros, drones y patrullas marítimas. También se cerró el acceso al lado norte de la playa para facilitar el operativo.
Finalmente, a las 3:00 de la madrugada del lunes, familiares de Joseph encontraron su cuerpo en la zona de escolleras de Playa Bagdad. Habían pasado 36 horas de una búsqueda marcada por la incertidumbre, la desesperación y el amor inquebrantable de una madre que no se movió ni un centímetro del mar.
Mientras tanto, su madre sigue enfrentando el dolor con la misma firmeza con la que esperó junto al mar. “Mi hijo era un héroe, y no merecía irse así. Pero si tenía que pasar, al menos se fue haciendo lo correcto”.
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