En más de una ocasión he tratado el tema de la lucha por la igualdad en los cargos públicos, la remuneración equitativa en los espacios laborales, la educación igualitaria y el abuso sistemático hacia las mujeres en el tema sexual, físico y doméstico.

Siempre estaré a favor de los derechos de todas las mujeres, de todas, incluidas aquellas que habitan aún en el vientre materno antes de su llegada a su nuevo hogar en el mundo.

En México, hasta el lunes pasado eran cuatro los estados donde el aborto voluntario no es penalizado. Esta semana, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró que no se puede procesar y llevar a la cárcel a quien realice la interrupción voluntaria del embarazo en Coahuila; por el número de votos con que se dio la resolución, se sienta un precedente para toda la nación en esta materia.

La decisión se dio después de varios días de debate por la promoción de una acción de inconstitucionalidad particularmente para los estados de Coahuila y Sinaloa, en donde la interrupción del embarazo se castigaba con hasta tres años de cárcel. Dos días después de dar a conocer esta decisión, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declara inconstitucional reconocer la vida humana desde la concepción.

Al declararse inconstitucional castigar esta acción y no reconocer que la vida se da desde el mismo instante de la concepción, se genera la jurisprudencia necesaria a nivel nacional para que esta forma de legislar se de para todos los estados del país. Es decir, para fines prácticos, se abre la oportunidad para que cualquier mujer que esté embarazada, pueda interrumpir y desechar a la niña o al niño que lleva en su vientre dentro de los plazos establecidos por la ley.

La decisión ya está tomada, lo anterior me hace tener algunas preguntas, en lo que conlleva a la práctica, ¿estamos listos como país?, ¿existe ya un presupuesto viable?, ¿está contemplado un protocolo?; quienes están pensando recurrir al aborto ¿saben las posibles consecuencias para su salud física, sicológica y emocional?; pero sobre todo me pregunto, ¿quién vela por el derecho a la vida de un ser, que sin la intervención externa explícita para interrumpir su desarrollo se hubiera convertido en una mujer o un hombre, ciudadana o ciudadano mexicano, pero que por la decisión de un tercero no podrá tener esa oportunidad de vivir, como es el derecho de quienes estamos en este mundo.

El derecho a vivir, es algo por lo que levantaré la voz, por esas miles de mujeres y hombres que tienen derecho a vivir sus vidas, pero que le estorbaron a alguien más y no les permitieron tener esa oportunidad. Los derechos de cualquier ser humano no deberían estar por encima de ningún tercero, sobre todo, cuando ese tercero no está en posibilidad de defenderse.

Por ellas y por ellos, por los sin voz que también, al igual que todas y todos tienen derechos, levanto la voz y dedico estas líneas a favor de sus vidas.