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Coahuila

Medio siglo atrás, las reacciones a un destape

Por Rodolfo Villarreal Ríos

Hace 4 meses

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Con toda certeza, en caso de que algún joven se asomase a este espacio, el titular le resultará ajeno. Mientras que para quienes ya tenemos un rato por estos lares, eso simplemente nos lucirá como parte de la nostalgia. Hoy, los candidatos son seleccionados vía encuestas cuyo universo y metodología  es desconocido para el común de los mortales. En el ayer, se escogía a quien sería el ungido mediante una serie de consultas con los grupos de poder político y económico, de aquí y de allá, nada de que el presidente en turno lo sacaba por sus puras pistolas. En esas remembranzas andábamos cuando nos vino  a la memoria el momento en que anunció, en 1975, quien sería el candidato presidencial del PRI. 

Durante aquellos años estábamos enfocados en asuntos relacionados con el aprendizaje de la economía, aún nos quedaban dos años para concluir nuestra primera etapa estudiantil.  En paralelo,  nos despertaba interés ver lo que sucedía en la vida política de México y el mundo. En ese contexto, nos atraía recopilar información e ir formando nuestros archivos que por aquellos días únicamente se podían almacenar en papel, dado lo cual terminamos por   convertirlos en  volúmenes en donde se guardan las notas de lo ocurrido en aquel pretérito. Uno de ellos, lo titulamos “Los años de Echeverría y López Portillo, 1974-1979”. Al revisar sus páginas, encontramos, entre otros, recortes periodísticos de noticias y artículos publicados en Excélsior y El Informador este último editado en Guadalajara. Sí, aun cuando nuestro amigo y condiscípulo, Luis Fernando Morfín Avilés, continúe diciéndonos, en broma, que aparte de los textos de economía lo único que  leíamos el diario deportivo Esto,  también, nos daba por acopiar información sobre los hechos principales del país y del mundo. 

El martes 23 de septiembre de 1975, la prensa mexicana daba cuenta de que la tarde del día anterior había nacido la esperanza nueva materializada en la persona de José López Portillo y Pacheco. En ningún momento, encontramos en las páginas de los diarios mexicanos expresiones de descontento por la forma en que se ungía al candidato. Como prueba de ello, reproduciremos editoriales, titulares y declaraciones, de políticos y hombres de negocios, aparecidas en los diarios arriba referidos, Excélsior, el más importante del país en aquellos días, y El Informador, el de mayor seguimiento en Guadalajara.

En Excélsior, el advenimiento era dado como la nota principal que se leía: “José López Portillo será el candidato del PRI para 1976. Lo apoyan los tres sectores”. Al lado izquierdo, en una nota firmada por un reportero de nombre René Arteaga, aparecían declaraciones del precandidato quien afirmaba que “…si llegara a triunfar mi gobierno será popular en lo nacional y tercermundista en lo internacional”. En El Informador, el titular era “Nuevo atentado contra la vida del Pdte. Ford”.  En la parte central de la primera plana aparecía una fotografía del precandidato ungido, al pie de la cual aparecía: “El Lic. López Portillo precandidato del PRI”.  

En las páginas interiores de Excélsior, aparecía un sinfín de fotografías de López Portillo durante su infancia y juventud. En esta etapa de su vida, era constante la presencia de su amigo de aquellos años, Luis Echeverría Álvarez. Al parecer, se trataba de mandar el mensaje  de que su candidatura era resultado de esa amistad añeja y de que el recién destapado no sería capaz de romper con ella una vez que la banda presidencial le cruzara el pecho. Ese ha sido, a lo largo de los tiempos,  el sueño de todo aquel el que se va y piensa que seguirá gobernando a trasmano. Pero, retornemos a las notas de 1975. Asimismo, se publicaba  una descripción extensa de la trayectoria política burocrática de aquel hombre que, en ese momento, encarnaba todas las virtudes a un  grado tal que hasta aromas de santidad se alcanzaban a percibir.  

En El Informador, se reproducían declaraciones de los políticos y los hombres de negocios respecto al destapado. Quien debió haberlo sido y otra fuera la historia del país, Mario Moya Palencia, no tuvo sino ir a felicitar al vencedor y declarar: “el licenciado López Portillo es el mejor hombre que tiene la Revolución Mexicana. Creamos en él”. El líder de la CTM, Fidel Velázquez Sánchez, le dijo a López Portillo: “El Congreso del Trabajo decidió esta tarde lanzarlo a usted como candidato a la presidencia de la república del sector obrero organizado del país”. Por su parte el secretario general de la Federación de Trabajadores del Estado de Jalisco, Heliodoro Hernández Loza, expresaba que “el Lic. José López Portillo es una persona muy bien preparada, y hará un buen gobierno para todos los mexicanos  en el país  dada su elevada preparación y su calidad humana. Además –dijo- como particular, como jalisciense nos congratulamos de que así sea porque pertenece a un árbol genealógico del Estado de Jalisco y eso nos enorgullece…” Ya que andaba por esos rumbos, don Heliodoro olvidó de mencionar un par de cosas. El bisabuelo del precandidato fue Jesús López Portillo y Serrano quien acabó colaborando con Maximiliano. Por su parte, el abuelo, José López Portillo y Rojas fue gobernador de la entidad bajo la bandera del Partido Católico Nacional y, posteriormente, actuaría como secretario de relaciones exteriores del engendro llamado Victoriano Huerta. El único que se salvaba en esa genealogía era el padre, don José López Portillo y Weber quien, como cadete el Colegio Militar, acompaño al presidente Francisco Ygancio Madero González durante la Marcha de la lealtad. Pero, salvo esto último, ni quien quisiera recordar los detalles específicos de los ancestros del nuevo poseedor de todas las virtudes. Veamos como reaccionaron otros políticos.

En Excélsior, el líder de los Diputados, Carlos Sansores Pérez, espetó que “López Portillo cumple plenamente los planteamientos del Plan Básico de Gobierno. Por su parte, quien encabezaba a los Senadores, Enrique Olivares Santana, indicaba “que el secretario de hacienda es el mejor hombre para suceder al presidente Echeverría”.  El presidente del PRI, Jesús Reyes Heroles declaró que “efectivamente organizaciones de los tres sectores habían manifestado simpatías por el licenciado López Portillo”. Aun no digería el entripado que le causó el evento pues él había manifestado que primero era el Plan y luego el hombre. Por su parte, el dirigente de la CNOP nacional, David Gustavo Gutiérrez Ruiz, “señaló que López Portillo tiene grandes cualidades y características para suceder, con toda dignidad, al presidente Echeverría”. A quien de plano encontraron en babia fue al líder del a CNC, Celestino Salcedo Monteón “cuando se le preguntó si el sector campesino también daba su apoyo, preguntó: ¿A quién? Y al mostrársele la primera plana se la segunda edición de ÚLTIMAS NOTICIAS, con el nombre de José López Portillo, hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y añadió: Claro”. Pero no todos se fueron de bruces, hubo algunos senadores como Luis Marcelino Farías Martínez (Nuevo León), Carlos Pérez Cámara (Campeche),  Everardo Gámiz Fernández (Durango) y Jesús García Santacruz (Michoacán)  quienes abiertamente manifestaron que López Portillo no era su candidato. Había, sin embargo, otros a quienes tarde se les hacía para mostrarse.

En esas prisas, algunos gobernadores procedieron a generar las notas de color. Unos  ese día y otros al siguiente. El que no demoró nada en aparecerse fue el gobernador de Chiapas, el doctor Manuel Velasco Suárez, el abuelo del actual Manuelito vestido de verde,  quien se vino con todo y marimba. Al día siguiente, muy temprano llegaría el gobernador de Nuevo León, Pedro Zorrilla Martínez,  a quien tarde se le hacía para expresar que “en Monterrey consideran al precandidato una persona con todas las capacidades, con una inteligencia muy bien estructurada, con una situación en el orden político de amplia experiencia y capacidad para dirigir, para su bienestar, al país”. Otro quien no quiso quedarse atrás, era el gobernador de Yucatán, Carlos Loret De Mola Mediz, (el padre del periodista Rafael y abuelo de Carlos). En el afán por quedar bien, aseguró que, en Yucatán, López Portillo es muy apreciado [faltaba más], pues ha resuelto muchos problemas como es el caso de los trabajadores y campesinos de Cordomex”. Y para que se viera que había cariño, “el mandatario yucateco llegó con una caja con una docena de guayaberas para la campaña por si se ofrece. En respuesta, un gracias y una sonrisa por el detalle de las guayaberas”. Los comentarios corren a cargo de usted, lector amable. 

No todo era miel sobre hojuelas, un líder del PAN aseguró que el candidato del PRI tenía compromisos e intereses con personas del sector privado. Ante esto, los líderes de las cámaras de hombres de negocios respondieron negando compromiso algunos En las páginas de El Informador, aparecía que el presidente de la CANCINTRA, Amilcar Ranero García, “a nombre de sus treinta y ocho mil industriales de la transformación afiliados a ese organismo externaban su más absoluto respaldo a la postulación de López Portillo…”  Asimismo, el presidente de la CONCAMIN, Jorge Sánchez Mejorada, indicó que su optimismo no significaba que aplaudiremos todo a ciegas ya que tendrán que seguir discutiendo con el gobierno distintos puntos de vista como el no aumento de impuestos”. El líder de la COPARMEX, Armando Fernández, “hizo ver que en  las negociaciones  con la iniciativa privada y el gobierno no hay nada incondicional, aunque señaló que López Portillo es un personaje agradable con el que se puede discutir”. Como se observa, no había reclamos por parte del sector privado de que con en la selección del candidato presidencial se cometiera un acto antidemocrático.  Saltemos ahora a una nota y la editorial que nos parecieron muy interesante.

En aquellos tiempos, parte del ritual que todos aceptaban cumplir era el hecho de que quien fuera seleccionado debería de reflejar que vivía en un entorno familiar que sirviera de ejemplo para todos los mexicanos. En ese contexto, el 24 de septiembre, el reportero de entonces,  Rafael Cardona Sandoval presentó una entrevista realizada a  la esposa del candidato, Carmen Romano Nolk. Adornaba la página fotografías que proyectaban una familia idílica, nadie se iba a atrever en ese momento a sacar a la luz pública lo que todos en los medios conocían acerca de la situación real. Eso quedaba para situaciones posteriores, lo que ahí se destaca era lo que la señora López Portillo expresaba como su preocupación principal: “Planear la familia necesidad evidente.  No debe convertirse en problema moral. Mejor 3 niños alimentados que 20 desnutridos. Por una política demográfica respetuosa”  Para cerrar esta evocación de aquellos destapes que hoy, los mismos de entonces, califican de abominables, vayamos a la editorial que, respecto, al acto publicó el diario Excélsior que entonces dirigía  Julio Scherer García.

Se dividía en tres apartados. El primero titulado “José López Portillo”. Entre otras cosas mencionaba: “En virtud de esa suerte de simplificación democrática, por la que basta una indicación hecha a los grupos principales del PRI para que concluya el proceso de selección antes de la VIII Asamblea, de la V Convención, antes de las elecciones de julio próximo, hoy mismo ya tenemos la certeza de que el secretario de hacienda y crédito público será el sucesor del presidente Luis Echeverría Álvarez”. Acto seguido destacaba la manera hábil en que López Portillo supo manejar la impopular medida de incrementar impuestos. Por ello, mencionaba que “de modo lo que más nítidamente ha de retratar al próximo presidente de la republica son los rasgos de carácter, enfrentado a las circunstancias que  hasta ahora ha tenido que encarar. Hombre ilustrado, ha podido escribir varias obras, lo que revela constancia y sistema. Encargado  de diversas tareas  públicas, ha tenido que adiestrar sus pensamientos  para abordar saberes distintos, en los cortos plazos que impone el deber público. Es sabido que se fija metas y camina hacia ellas. Se conoce también la vehemencia emotiva con que se manifiesta en ocasiones señaladas. No ha faltado panegirista suyo [no vaya a creerse que el autor de aquella editorial lo era, ni lo mande El  Gran Arquitecto]  que subraye, como cualidad, su proclividad  a la exaltación, la dureza de su carácter. La eminencia de la función que emprenderá el año próximo ha de permitirle comprender que el gobierno de la república  se ejerce más con la cabeza que con el corazón. La ardua tarea nacional que le espera –ya se conocen los dramáticos rasgos del tiempo por venir – deberá imprimir a su acción la racionalidad que es esperable de un hombre de ideas y de razón”. Como se puede observar, aquel hombre era todo un dechado de virtudes, ningún defecto se le apreciaba. Vayamos al segundo apartado de la editorial.

Bajo el título de “Fondo y Forma de la Sucesión”, en la pieza se menciona algo que es un mentís para los promotores de ayer y hoy de que el presidente en turno todo lo decidía en función de cómo le amaneciera el humor. Si ya sabemos que después, quien escribió o autorizó el escrito denostó al sistema político mexicano, pero aquí está lo que apareció, el 23 de septiembre de 1975, en Excélsior. Se lo dejamos de manera textual.

“Amigo del presidente Echeverría, el más cercano entre los aspirantes a la designación priista, López Portillo no debe su ya inminente postulación, con entera seguridad, al afecto personal del Ejecutivo”. 

“Suponer lo contrario significaría que una decisión trascendente para la nación se adopta con base en sentimientos permanente personales, por más dignos de respeto que sean, sino ignorar también las circunstancia objetivas a cuyo peso no puede escapar la determinación presidencial”.

 Debe de haberse logrado una zona de encuentro entre la subjetividad del presidente y los intereses en juego que la más alta magistratura de la nación debe garantizar, para que el resultado sea el que ahora conocemos. Solo de ese modo la solución ofrece las seguridades de la institucionalidad. Solo de esa manera se evita el riesgo de las fisuras, de las querellas, de los desgajamientos del árbol gubernamental”.

“Segmentada la sociedad mexicana en clases y estratos con intereses y valores diferentes, no es posible en todo momento establecer la conciliación entre ellos. Es preciso optar, a cada momento, entre los que son propios de las mayorías, ampliamente golpeadas por la miseria permanente y su agudización actual, y las mayorías gananciosas en un proceso de desarrollo escrupulosamente diseñado para servirlas. Es preciso elegir, también cotidianamente, entre los intereses de la nación y los que son propios de factores externos de dominio”. 

“No tendremos ahora, sino en el plano retórico, explicación de cuales intereses prevalecerán por virtud de la decisión asumida. El tiempo se encargará de entregarnos la verdad, día con día, de manera inequívoco”.  

“Lo que hoy sabemos con certidumbre es que el aparato político mexicano ha entrado en funcionamiento con la precisión que es conocida. No es inoportuno, sino al contrario, recordar cuanto ha dañado al proyecto democrático mexicano, el oportunismo que, con  el ilustrativo nombre de la ‘cargada’, inició ya su manifestación sexenal”. Al autor de la pieza, le faltó un poco de autocrítica al no reconocer que implícitamente él era parte de ella. Por lo demás, el texto es para lectura obligatoria para quienes emiten juicios poco razonados sobre lo que era aquel sistema político que, con todos sus defectos, funcionaba.

En el apartado tercero de la editorial, bajo el nombre de “Ante un nuevo periodo”, se establecía que “el signo de esta nueva época estará marcado, más  que por la impronta de los encargados de encauzar la tarea nacional, por las necesidades, acuciantes, extremadas, de la nación, inserta en un mundo que conoce complicaciones inéditas  y por ello desconcertantes, provocadoras de pasmos y desalientos. Ante ese nuevo periodo, el país necesita la participación creciente de sus ciudadanos.  Por nuestra parte, estamos  dispuestos a ejercerla. En el pasado reciente, nuestro esfuerzo editorial se ha orientado a describir y explicar que somos ya procurar por lo menos la intuición de hacia dónde vamos”.  En ese entorno, el editorialista de Excélsior cerraba el escrito indicando: “Estamos persuadidos de que la información y la documentación responsable sobre los acontecimientos y las situaciones, y el análisis que desentrañe su significado, son una necesidad social inherente a la dignidad ciudadana. Y queremos contribuir a colmarla”  

En esa forma, se daba a conocer lo acontecido en el destape de 1975,  en ningún momento, la prensa mexicana y sus actores, políticos u hombres de negocios se rasgaban las vestiduras clamando aquello había sido producto de un acto antidemocrático. Que no nos vengan ahora con que ellos no formaban parte de todo lo que pasaba y que cada uno de ellos eran unos demócratas, todos jugaban bajo las reglas prevalecientes porque así les convenía. ¿Acaso alguien va a decirnos que en aquellas páginas periodísticas de 1975 hay llamados a la insurrección por el método utilizado para seleccionar el candidato presidencial? Así eran los destapes en aquellos tiempos. [email protected]

Añadido (24.25.80) Esa enjundia que la ciudadana Gálvez exhibe hoy, debió de haberla mostrado a lo largo de la campaña durante la cual se la pasó entre groserías, ocurrencias y chistoretes.  Nunca  se atrevió a asumir las riendas de su candidatura al dejar que otros tomaran las decisiones por ella, no tuvo un eje central en el discurso y mucho menos “osó” reclamar eso que ahora clama fue un acto de violencia política de género en su contra. Lo que diga ahora es simplemente palabrería hueca que a nadie impresiona, aun cuando le permita ocupar un espacio en los medios. 

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