Espectáculos
Por Grupo Zócalo
Publicado el miércoles, 15 de septiembre del 2021 a las 15:23
Ciudad de México.- Lucero Campos llegó al Instituto Nacional Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán por un problema de sinusitis y salió sin un ojo. O más bien, con un ojo en blanco, como si el iris y la pupila hubieran sido sumergidos en cloro.
De eso hace cuatro años y por ello mantiene una demanda legal en contra de la institución de salud pública que resolvió cerrar al tema.
“ Pero no me voy a detener hasta hacer justicia”, advirtió la actriz, cantante y conductora de televisión en entrevista con este diario.
Lucero Campos decidió hacer público su caso por sugerencia médica sicológica, después de un largo periodo de depresión que le causó el daño en su rostro. “Yo vivo de la imagen y ya no me llaman para trabajar por el aspecto de mis ojos que eran lo más bonito que yo tenia, lo que más destacaba”.
Ahora se suma a una larga lista de casos relacionados a presuntas negligencias médicas, malas prácticas y malas atenciones del sector salud mexicano que han causado daños a miles de personas en los últimos años, según informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico y de la organización civil Impunidad Cero.
Anualmente, la CNDH insiste en que el Sector Salud es el área que acumula más quejas por falta de medidas de protección, por omitir atención médica, omitir resguardo domiciliar, falta de medicamentos, negligencias médicas e incluso acoso laboral.
En el el informe anual de actividades 2020, la CNDH contabilizó 2,876 expedientes de quejas en contra de las autoridades del Sector Salud por diversas causas, una quinta parte de ellas (481) por negligencia médica, un promedio que se mantiene desde hace más de una década.
El problema del ojo de Lucero Castro empezó en 2017 con un desprendimiento de retina que se atendió en el Hospital Juárez de México, una institución gubernamental donde regularmente acudía a atenderse. Ahí la operaron. Ya no pudo recuperar la vista pero no le afectaba en la estética: el ojo seguía ahí.
Con el paso del tiempo, el ojo empezó a lagrimear. Entonces fue a ver el doctor que la operó. Éste le envió una tomografía y en ella se detectó una obstrucción en el seno paranasal. La actriz decide cambiarse al hospital al Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas Salvador Subirán y ahí es donde se encuentra por primera vez con el especialista en otolaringología Ignacio Eduardo Gutiérrez de Velazco Hernández.
“ Era grosero y prepotente y ni siquiera levantó la vista cuando entré al consultorio y yo me sentí muy mal porque iba enferama y esperaba un buen trato, en cambio, el tenía una actitud altanera y, sin mandarme a hacer los estudios dijo que tenía que tenía que hacerme una cirugía”.
Lucero Castro se negó. Después el médico le dio un tratamiento por dos semanas. Ella lo tomó pero se sintió cada día peor: le dolían todos los músculos de la cara, los huesos y el ojo seguía lagrimando, según recuerda.
“ Cuando regresé para que revalorara mi caso me metió una aguja de ocho centímetros y sin anestesia”, recuerda en su versión.
Dice que le dolió tanto que pegó un grito ensordecedor pero el médico no hizo caso. Siguió con lo suyo, dándole a la aguja para allá y para acá dentro de la nariz de la mujer. Lucero Castro afirma que el otorrrinolaringólogo golpeó la jeringa con un martillo y cuando ella volvió a protestar él le pidió que lo dejara trabajar en paz y dejara de hacer aspavientos.
Al terminar el baile de la aguja salió mucha sangre y de la cavidad salió un líquido amarillento, verdoso. En el área de microbiología del hospital le dijeron que era una bacteria la que le había provocado la infección pero no se sabe cómo esa bacteria entró a la nariz.
La versión de Castro es que el otorrino no se esperó a los resultados de los estudios y actuó por su cuenta y que por ello le dañó el ojo ocular por la intervención con la aguja y el tratamiento inadecuado. “La infección intentó de salirse y se pasó al lagrimal y contaminó todo el ojo hasta que la cornea se decoloró y el globo ocular perdió el color”.
El árbitro
Enfrentar estas acusaciones de Lucero Castro ante la Secretaría de Salud y la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México ha sido “desgastante” para el médico acusado Ignacio Eduardo Gutiérrez de Velazco Hernández. En entrevista con este diario cuenta que el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de Nutrición ha ofrecido alternativas para reparar el daño pero que ella no las acepta porque exige 10 millones de pesos (alrededor de medio millón de dólares) .
“ Ya se aclaró en el peritaje que realizó el Hospital de la Ceguera que no fue negligencia de mi parte”, advierte. “El asunto también está en el Ministerio Público y ahí sigue el proceso”.
De acuerdo con el otorrinolaringólogo, la paciente llegó con una infección severa en el seno paranasal, se le tomó una tomografía y ahí se observó que estaba a punto de tener una complicación en el cerebro.
“ Se le ofreció una intervención quirúrgica pero, en el momento en que llegó a mi consultorio, ya tenía complicación porque se le había puesto silicón en el Hospital Juárez e hizo rechazo por el silicón”, precisa.
—¿Por qué ella lo demanda a usted y al Instituto y no al Hospital Juárez, entonces?
—Lo ignoro. Lo que puedo decir es que la decisión que tomé fue para salvarle la vida y si hoy tiene salud y está viva es porque se actuó a tiempo.
Lucero Castro dice que intentó hablar con las autoridades del Instituto para quejarse pero que no la recibieron y por ello llevó el caso a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), el máximo arbitro a nivel nacional en casos relacionados a mala prácticas del gremio en el sector público y privado.
Para la resolución del caso, la Conamed se apoya en la opinión de un asesor externo, que es un médico experto certificado. En caso de que el análisis médico y jurídico arroje que efectivamente existe negativa en la prestación de servicios médicos o irregularidad en el servicio se hace una indemnización.
En el caso de la presentadora Lucero Castro, el asesor externo (el Hospital de la Ceguera) le dio la razón al médico. Pero ella argumenta que hubo “influyentismo” y “corrupción” para encubrir al otorrinolaringólogo, “quien es un “poderoso” en el mundo de la salud pública”.
“ Es un hombre muy bien relacionado”, advierte.
En un análisis de la organización civil Impunidad Cero titulado la Salud Pública en México, ¿un problema de impunidad?, la investigadora Laura García Velasco, concluyó que si bien la Conamed es un medio alterno de solución de conflictos que presupone un procedimiento ágil, con menor costo económico para los usuarios afectados, por otro lado, tiene un problema de origen.
Al depender de la Secretaría de Salud se convierte en juez y parte en los casos donde los acusados trabajan para el gobierno.
“ En principio se puede sostener que hay cumplimiento del Estado para prever y reparar las posibles afectaciones a pacientes por actos u omisiones de los profesionales de salud, pero no se hace de manera adecuada”, advierte.
“ Entonces, al no tener la Conamed mecanismos eficaces para ello, la mala práctica médica queda impune”.
De los 279 casos analizados por Impunidad Cero, en 154 (52.51%) se concluyó que existían evidencias de mala práctica; mientras que en 125 de ellos, se determinó que no había evidencia (44.8%). De lo que corresponde al sector público, 56 casos arrojaron evidencia de mala práctica (58.9%), y 39 quedaron sin evidencia (41.1%).
Además, en los laudos concluidos —según evaluación del acto médico— el porcentaje de la buena práctica es de 125, mientras que de mala práctica presenta el 154; respecto a las indemnizaciones, sólo en 62 casos se autorizó, esto es, una quinta parte.
“ Los datos referidos nos permiten concluir que, en el tema de los servicios públicos de salud, sí existe impunidad”, concluye García Velasco. “La Conamed no es eficaz”.
Impunidad Cero sugiere a los legisladores federales mejorar el sistema de arbitraje médico para que la Conamed no sea juez y parte, que no sea “sólo de un órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, sino de una Comisión con mayor autonomía y atribuciones, y con recursos materiales y humanos suficientes para llevar a cabo su función”.
De igual manera, sugiere que el legislador federal pueda establecer la obligación de que en las unidades médicas y hospitalarias exista un área de atención a los pacientes, con personal capacitado en orientación y contención con el fin de evitar que el conflicto escale a la Conamed además para que se tenga una estadística de quejas e inconformidades que hasta ahora inexiste.
Lucero y otros casos
La institución que hasta ahora ha llevado un registro más preciso de los casos de negligencia y malas prácticas médicas es la Comisión Nacional de Derechos Humanos y sus símiles en los estados, sin embargo, muchas víctimas se quejan de que sus desgracias son ignorados porque no hay un mecanismo de selección claro para que estos organismos atraigan los casos.
Lucero Castro ese una de éstos inconformes. “Las comisiones de derechos humanos tampoco sirven para mucho”, señala las opacas reglas para atraer las investigaciones así como la falta de carácter vinculante con las carpetas de los ministerios públicos.
A pesar de todo el dinero público que utilizan las comisiones de derechos humanos para sus investigaciones, las conclusiones de Derechos Humanos no sirven para integrar una averiguación de carácter judicial, solamente es un llamado de atención a los funcionarios y deja a criterio de éstos acatarlas o no.
Por todo este contexto, el caso de Lucero Castro está sin apoyo en la fisclía local; en el tema médico ya no tiene salvación: la “única opción” que tiene es esperar a que le quiten el globo ocular y le pongan una prótesis.
“ Esto es un daño criminal porque yo vivo de la imagen, actúo, canto, y ya no me llaman para trabajar”, cuenta.
Por esta merma gastó casi todos sus ahorros y ha tenido que recurrir a la familia, amistades y colegas para préstamos de dinero. Ya no la llaman para que cante en eventos privados ni en actos de políticos. Recientemete tuvo una propuesta para hacer un reality show en Televisión Azteca, donde la convencieron de hablar de su caso, hacerlo público y tomar el toro por los cuernos al hablar de sus problemas psicológicos por el golpe a su imagen. “Me he tenido que atender en el Centro Integral de Salud Mental por depresión, tristeza y coraje y ahí también me aconsejaron hablarlo”, advierte. “No me voy a dejar y voy a ir hasta las últimas consecuencias”.
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Como ella, cada año las historias de pacientes víctimas del sistema de salud público y privado saltan a los medios de comunicación con casos de bebés que quedan ciegos, madres a las que arrebataron la oportunidad de criar a sus hijos, gente que quedó coja, manca, discapacitada o imposibilitada para valerse por sí misma…
En el último reporte de la CNDH (2020) destacó una queja similar a la de Lucero Castro pero en la Unidad de Medicina Familiar No. 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Chiapas, donde un médico sin haber confirmado un diagnóstico de dengue recetó medicamentos cada vez más complicados hasta que el paciente llegó convulsionando al hospital. Le dio un paro cardiaco y murió.
El padre de la agraviada manifestó que antes de que se llevaran el cuerpo, un servidor público de del IMSS le indicó: “si tú demandas nosotros abrimos a tu hija, para hacerle la autopsia”. La familia no quería hacer ese procedimiento por creencias religiosas y por eso se llevaron a la muchacha a enterrar. Después habló de su caso frente a la CNDH y sumó un caso más.
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