Encarrerado, ambicioso, Mario Ruiz Massieu se dio cuenta de que era el centro de atención, y entre
octubre y noviembre de aquel año se lanzó a señalar con dedo flamígero una conspiración de
silencio
del priismo para proteger al Grupo Tamaulipas, los supuestos patrocinadores de Muñoz Rocha.
“Los demonios andan sueltos” afirmó. Acusó a la senadora María de los Ángeles Moreno y al líder
nacional
del PRI, Ignacio Pichardo Pagaza, de obstaculizar las investigaciones.
Presentó una demanda contra ellos, pero la averiguación previa se desechó al considerar que
no
había elementos que sustentaran la acusación del subprocurador.