El domingo asistí con mucha fe, regocijo y entusiasmo a la concentración de la Marea Rosa en el Zócalo de la Ciudad de México, que en esta ocasión fue en abierto apoyo para Xóchitl Gálvez, la abanderada a la Presidencia de la República de la Coalición Corazón y Fuerza por México.

El 13 de noviembre del 2022 hubo una marcha al Zócalo capitalino de la Marea Rosa en apoyo al INE, oponiéndose a las negativas reformas que López Obrador quería implementar para desarticular al Instituto Nacional Electoral. En esa ocasión, el Alcalde de Morelos, Coahuila, Xavier de Hoyos, llevó a cabo su tradicional cabalgata, ahí coincidimos con el Gobernador del Estado, Manolo Jiménez, quien en ese entonces fungía como secretario de Inclusión y Desarrollo Social, las alcaldesas y alcaldes de los Cinco Manantiales, y quien esto escribe. Manolo Jiménez, quien encabezaba la cabalgata, propuso que apuntaláramos el movimiento de protección al INE, portando a caballo unas pancartas con el lema de “El INE no se toca”, así lo hicimos y yo creo que fue la única marcha ecuestre de apoyo al movimiento a nivel nacional. Todos nos sentimos muy contentos y satisfechos por haber participado desde nuestra particular y “sui generis” tribuna, que nos vinculó directamente con el referido sentimiento y clamor popular y ciudadano. Hubo una fotografía de este acto que se difundió ampliamente, incluso a nivel nacional, por las redes y medios de comunicación, logrando trascender las fronteras de nuestro contexto rural y caballar.

Con este antecedente, busqué la oportunidad para poder asistir este 19 de mayo en persona a protestar en el máximo escenario de manifestación pública en nuestro país, el Zócalo, y así poder sentir en carne propia y acompañado por decenas de miles de ciudadanos mexicanos, el deseo masivo de salvar a nuestra patria que abrigamos millones.

Al llegar a la Ciudad de México, me trasladé hacia el Zócalo en la Línea Azul del Metro capitalino; desde que entré a la estación del transporte público, me entusiasmé al verme acompañado por cientos de personas vestidas de rosa y blanco, portando banderas nacionales y con una actitud calmada y pacífica, pero gozosa y plena de una férrea convicción de estar haciendo lo correcto y necesario. Al llegar al Zócalo, comenzaron los problemas: cientos de policías y granaderos con escudos impidiendo el acceso a la plaza pública, e incitando a la violencia, haciendo uso de la fuerza empujando a la gente, intentando disuadirla de penetrar en el Zócalo. Literalmente, como una gran marea rosa, los ríos de gente encontramos la manera de salvar los obstáculos y encontrar el libre cauce a nuestro destino común, “el océano de la libre expresión democrática en México, el Zócalo”. Ya con la plaza publica inundada, y con las calles aledañas también atestadas de personas con el sueño común de luchar por nuestro México, dio inicio el evento con la participación de varios oradores hasta llegar el turno de la figura principal convocante, y líder moral y cívico de los ahí presentes, Xóchitl Gálvez, esta surrealista y carismática mujer que, con un estilo y circunstancias muy particulares, se ha convertido de una manera muy poco común y sí demasiado extraña, en la primera mujer que por derecho propio se ha ganado el honor y privilegio de ser la primera mujer aspirante al máximo puesto publico de la nación, la Presidencia de la República. Ella logró con esfuerzo, tesón y negociaciones políticas necesarias, que, en esta ocasión, el color rosa de la marea ciudadana, pudiera: mezclarse, conjugarse y amalgamarse de una manera aparentemente homogénea y unida, con los colores azul, rojo y amarillo, los colores del PAN, PRI y PRD, los partidos que la postulan y respaldan como candidata. Se podían ver ondear al mismo ritmo banderas de los mencionados partidos y camisetas con las leyendas y candidatos políticos de todos sabores de la Coalición Corazón y Fuerza por México. También por supuesto había muchas pancartas que consignaban en ellas: “Narco Presidente”, “Narco candidata”, “Narco Gobierno” y “Fuera Morena”.

Entre gritos de “¡Presidenta, Presidenta!”, Xóchitl aludió a la unión de la ciudadanía con los partidos políticos: “Antes que partido, tenemos patria. Antes que partido, tenemos República, tenemos democracia, tenemos a México. Vamos adelante, vamos sin miedo, hombres y mujeres libres, vamos por la victoria. Vamos a ganar para abrir la puerta de Palacio Nacional para todos los mexicanos. Nos jugamos si los siguientes años serán de opresión o de libertad. Vamos a ganar para escuchar, no para insultar. Estamos dando la batalla para defender tres valores: vida, verdad y libertad”, dijo emocionada. “¡Vida, verdad y libertad, vida, verdad y libertad!”, rugió la plaza al unísono y a todo pulmón, rematando con ¡Xóchitl Presidenta!

A nivel histórico y mundial, el maravilloso personaje surrealista de Xóchitl, que vende gelatinas e ilusiones, que lucha por los indígenas, que no se amilana ante el poder o la intimidación, que se disfraza de dinosaurio, que se encadena a un ideal física y metafísicamente, ha logrado que este movimiento ciudadano, con cariño y convicción, por lo menos en mi opinión ya no sea Marea Rosa, sino “Roxa”, con la X de su nombre, pero anteponiendo con humildad y patriotismo la X de México. Y que, alentados por todo lo que ello significa, este 2 de junio, los mexicanos decidamos con nuestro voto si nuestra patria será reconstruida amorosamente por una “marea de color puro y rosado”, o destruida por un “oscuro, fulminante y enloquecido tsunami negro de aguas podridas de venganza, ambición y corrupción”.