¿Y ahora qué va a pasar en México? Pues en nuestro políticamente surrealista país ahora si que puede pasar de todo. Ya nos hemos acostumbrado a tantos errores, horrores, absurdos, despilfarros, fraudes, robos, corruptelas, mentiras, manipulaciones, ocurrencias y disparates, que puede pasar hasta una invasión de extraterrestres y el Gobierno podría decir que “le cayo como anillo al dedo”.

Aun cuando se podría decir que a los mexicanos ya no nos sorprendería nada, el debate nacional, la pregunta que la gente con conciencia se pregunta es: ¿Qué va a hacer Claudia? De su decisión depende por entero el futuro de nuestro país.

Muchos comentaristas políticos se preguntan si será realmente la Presidenta de México, o se convertirá –en un cargo que no existe en México, pero que ilustraría su lugar jerárquico– en una vicepresidenta de adorno, de florero, como se les calificó a todos los funcionarios del señor que aparentemente ya se va de Palacio Nacional a jubilarse a su rancho llamado La Chingada.

Sin embargo, el señor, que durante todo su mandato repitió hasta el cansancio que acabando su periodo inmediatamente se iría a su rancho y jamás volvería siquiera a hablar de política, ahora, en un “gesto de sacrificio heroico por la patria”, ya declaró que si la Presidenta electa se lo pidiera, él, “por servir a su nación”, estaría dispuesto a continuar la lucha por “Engrandecer a México”. Lógicamente él se invitaría solito a quedarse a seguir tramando venganzas, conspiraciones, traiciones, complots, conjuraciones e intrigas al más puro estilo de Nicolás Maquiavelo, quien escribió El Príncipe, y que seguramente será uno de los principales libros de cabecera del señor que se va.

Maquiavelo fue un escritor, diplomático y filósofo político italiano de la época renacentista. El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, es un libro de estrategia, el cual tuvo como objetivo el enseñar a los gobernantes de la época de qué forma debían actuar para prevalecer sobre el resto de los politicos.

La obra está dirigida a Lorenzo de Médici, conocido como El Magnífico, a quien Maquiavelo explica cómo actuar y qué hacer para conquistar y permanecer en el poder. En El Príncipe, Maquiavelo establece que el ejercicio real de la política generalmente no responde necesariamente a la moral sino a las leyes del poder.

La importancia de este tratado radica en que deja al descubierto las verdades prácticas del poder y muestra la forma en que frecuentemente el ejercicio del poder contradice u obvia los preceptos morales.

De allí que, en lugar de dedicarse a hacer juicios sobre la moral o la religión, se enfoque más en cuestiones de estrategia política. Maquiavelo expone detalladamente la forma en que el gobernante debe hacer frente a las diferentes situaciones o circunstancias que se le presenten, y establece que el principal fin de la práctica política es conservar exitosamente el poder.

El Príncipe es la obra que da origen al término maquiavélico, para condenar prácticas inmorales o malévolas. A Nicolás Maquiavelo se le atribuye la cita: “El fin justifica los medios”.

Aunque no hay evidencias de que haya expresado esta cita en ninguna de sus publicaciones, sin embargo, en El Príncipe, existe un pasaje que muestra una idea que se puede emparentar con la que presenta la frase adjudicada a Maquiavelo, en el Capítulo 18, titulado, De qué Modo los Príncipes Deben Cumplir sus Promesas, indica: “Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito”.

Para el señor que se va, el vulgo, es para él el pueblo bueno y sabio, que se ha dejado engañar por las apariencias, mentiras, simulaciones y aparentes éxitos del antimecenas.

Yo ya desde hace varios años he leído en varias ocasiones El Príncipe, y corroboro que una gran parte de las acciones perpetradas por el señor que se va, fueron extraídas de ese singular libro de Maquiavelo.

Ahora, aquí la pregunta es que, si la señora que aparentemente se queda “de mandamás”, también ha leído El Príncipe, y si piensa aplicar sus principios y estrategias, o va a tratar de mantener a nuestro país de pie.

Hay muchas versiones acerca de ella, que seguirá siendo sumisa y obediente al señor que aparentemente se va, en este punto radica todo, si ella permitirá el Maximato, ejercido por el expresidente Plutarco Elías Calles, en el cual el siguió gobernando tras bambalinas a tres presidentes títeres, tales como: Emilio Portes Gil, que gobernó como Presidente interino tras el asesinato de Álvaro Obregón; Pascual Ortiz Rubio, que fue Presidente tras las elecciones convocadas por Portes Gil, y Abelardo L. Rodríguez, quien fue Presidente sustituto tras la renuncia de Ortiz Rubio.

Esa es lamentablemente la opción más posible y aceptada por casi todos los analistas políticos, ya que el señor que se va (tal vez para quedarse) ostenta mucho poder e influencias en la 4T y sus partidarios.

Pero muchos soñadores e idealistas como yo, quisiéramos más bien, que la señora que viene tenga la determinación y valor que tuvo don Lázaro Cárdenas para acabar con el Maximato y hacer grandes cosas por nuestro país, aun cuando lógicamente hasta que ella se no ponga la banda presidencial, sabremos qué es lo que realmente va a pasar, mientras tanto ¡La mejor de las suertes para Claudia Sheinbaum y para México!