Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Publica Israel video del momento de la entrega de tres mujeres rehenes a militares Supera Moana 2 la barrera de los mil mdd en taquilla mundial Checo Pérez y Lionel Messi se toman foto tras juego Inter Miami vs América Chicago se prepara para gran redada masiva de migrantes tras toma de posesión de Trump ‘México no es colonia de nadie’: Sheinbaum defiende a connacionales en EU previo a investidura de Trump

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Nacional

Mañana será un día para la historia

Por Columnista Invitado

Hace 8 horas

Por: Enrique Quintana

Trump se convirtió en el único Presidente, en más de un siglo, que, tras perder su intento de reelección, regresó para ganar una elección presidencial.

No se trata de una ceremonia más en la que se va a investir al nuevo Presidente de Estados Unidos.

Se tratará de un evento que marcará un antes y un después en la historia norteamericana y quizás también a nivel global.

Pero ¿no fue Donald Trump ya presidente de los Estados Unidos? Y, nada esencial cambió.

Tan no logró cambiar las cosas que perdió su intento de reelección.

Pero, hoy es diferente. Trump se convirtió en el único Presidente, en más de un siglo, que, tras perder su intento de reelección, regresó para ganar una elección presidencial.

Será también el único que ha sido enjuiciado y sentenciado por un crimen. Y que, pese a ello, se convertirá en presidente de los Estados Unidos.

No había ningún determinismo histórico que señalara que Trump habría de ganar. Y menos como lo hizo.

Lo que le dio el triunfo a Trump fue una debacle sin precedentes entre los políticos tradicionales de los Estados Unidos.

Sus competidores republicanos quedaron completamente anulados en la elección primaria. Ninguno ofreció real competencia en la lucha por la candidatura.

Entre los demócratas, Joe Biden consideró que podía volverle a ganar a Trump, como lo hizo en el 2020.

Pensó que era el único que podía hacerlo y desde la presidencia se aferró a su intento de reelección, pese a los evidentes signos de su deterioro físico y a la ventaja que fue ganando Trump.

La sustitución de Biden por Kamala Harris fue un intento desesperado de ofrecer resistencia y fracasó.

Nunca sabremos qué hubiera pasado si Biden hubiera decidido no contender y los demócratas hubieran abierto el juego desde muchos meses atrás.

No sé si les hubiera alcanzado para ganar, pero quizás hubiera sido una competencia más cerrada.

El hecho es que Trump ganó de manera indiscutible.

Quien mañana será Presidente de los Estados Unidos ganó con un respaldo que parecía impensable. Logró triunfar en el voto popular, lo que no pudo en 2016.

Y ahora también ganó las elecciones para el Congreso, lo que le permite controlar las dos Cámaras.

Uno de los factores decisivos fue el voto de los hispanos a favor de Trump, que pasó de 32 a 42% en el lapso de cuatro años. El porcentaje en el voto de los hombres hispanos incluso alcanzó el 56 por ciento.

Como se ha dicho ya muchas veces, el Trump que mañana asume la Presidencia es diferente al que la dejó hace cuatro años. Es “Trump recargado”.

Aprendió que el sistema tradicional de los Estados Unidos le impone candados y restricciones al Presidente. A él no le gustan. Por lo tanto, va a cambiar las reglas que los imponen y a transformar la administración pública de EU.

La nueva administración Trump no se va a parecer a la primera, además, porque Trump no va a aspirar a su reelección.

Es decir, va a ser libre para tomar decisiones impopulares, pues él ya no necesita los votos futuros.

La nueva administración que comienza mañana será el resultado de un cambio cultural en los Estados Unidos. Algunos ven las raíces de este giro desde el final de la década de los 90 del siglo pasado cuando un personaje como Pat Buchanan, que pretendió ser candidato presidencial del Partido Republicano sin lograrlo, abogó por el proteccionismo y el nacionalismo, cuando el mundo se movía a la globalización y Demócratas y Republicanos la impulsaban.

Posteriormente, el llamado Tea Party, al final de la primera década del siglo, le dio nueva fuerza a esta visión que algunos llaman “neoconservadora”. Trump se apoyó en ella y en las secuelas de la gran crisis financiera del 2009, para construir un movimiento que lo llevó al poder en el año 2016.

Los perdedores de la globalización, trabajadores industriales y granjeros que perdieron sus empleos o que vieron deterioradas sus condiciones de vida, fueron la base de su triunfo. Pero el éxito de 2024 tiene que ver sobre todo con el desencanto de una sociedad que en 2020 dio una nueva oportunidad al Partido Demócrata.

El juicio expresado en las urnas por los electores norteamericanos es que hubo decepción con el gobierno de Biden, a pesar de que su récord en materia de crecimiento económico es muy destacado.

La popularidad de Biden se vino para abajo, apenas unos pocos meses después de su llegada, con el desastre de la salida de las tropas norteamericanas de Afganistán. Y ya nunca se recuperó.

El grupo que, junto con Trump encabezará el gobierno de Estados Unidos a partir de mañana es una incógnita.
Pero de lo que nadie duda es que el mundo no será el mismo después de que lleguen al gobierno.

Más sobre esta sección Más en Nacional

Hace 7 horas

¿Nuevos partidos o partidos reciclados?

Hace 8 horas

‘El Mayo’ Zambada, ¿pacifista?

Hace 8 horas

Van por lugar en la Corte con uniforme guinda