Vida
Por Grupo Zócalo
Publicado el sábado, 28 de diciembre del 2024 a las 15:21
Ciudad de México.- La naturaleza suele ser bastante cruel y una muestra de ello sucedió en el 2018 cuando se dio a conocer la historia de una mamá orca conocida como Tahlequah, quien durante 17 largos días y recorriendo más de 1.600 kilómetros a través del océano, el animal marino transportó el cadáver de su cría fallecida en su espalda, convirtiéndose en un símbolo de la profunda conexión entre los seres vivos y de las angustiosas consecuencias del deterioro del medio ambiente marino.
Tahlequah, miembro de la manada “J” de orcas residentes en el Pacífico Noroeste, se convirtió en un símbolo de la lucha por la supervivencia de las orcas, una especie en serio peligro de extinción, pues después de analizar el caso de la orca y su cría, los científicos llegaron a la conclusión de que la muerte de la ballena joven fue consecuencia de una serie de factores, pero uno de los principales fue la escasez de alimentos en el océano, especialmente de salmón, la fuente principal de sustento de las orcas.
De acuerdo con los expertos, la disminución de las poblaciones de salmón, causada por la sobrepesca, la contaminación del agua y el cambio climático, resultó en una reducción significativa en la disponibilidad de alimento para estos mamíferos marinos, lo que afectó gravemente la salud de las ballenas.
Fue así como la mamá orca, al verse incapaz de alimentarse adecuadamente durante el embarazo, transmitió a su cría los efectos de la desnutrición y esta situación, sumada al estrés por la muerte de su cría, generó un impacto emocional y físico en la madre. En muchos estudios realizados posteriormente, se comprobó que las orcas como Tahlequah son altamente dependientes de la estabilidad ecológica de su hábitat, ya que su dieta se basa casi exclusivamente en la captura de salmón Chinook, una especie que se encuentra también en peligro de extinción.
La tragedia de Tahlequah no sólo conmovió al mundo entero, sino que puso en evidencia las dificultades que enfrentan las orcas, así como las alarmantes condiciones del océano en el que habitan. Según expertos, las orcas de la región del Pacífico Noroeste, especialmente las de la manada “J”, se enfrentan a una crisis alimentaria sin precedentes, pues las poblaciones de salmón han disminuido considerablemente en los últimos 50 años debido a la actividad humana. Los informes de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) indican que las orcas residentes en el Pacífico Noroeste tienen una tasa de mortalidad más alta que otras poblaciones de orcas, en gran parte debido a la falta de alimento.
Es así como la lucha por la supervivencia, surgió una nueva esperanza para Tahlequah ya que el 20 de diciembre del 2024, la mamá orca fue fotografiada en las aguas de Puget Sound, en la costa noroeste de Estados Unidos, nadando junto a un nuevo bebé, lo que causó una mezcla de alegría y cautela entre los científicos y las personas que habían seguido su trágica historia. La imagen, capturada por los investigadores del Centro de Investigación de Ballenas (Whale Research Center) muestra a una orca joven, identificada como J61, que nadaba felizmente junto a su madre.
J61, una hembra, es el último miembro de la familia “J”, una de las manadas más conocidas y estudiadas de orcas; la mamá ha sido observada por los biólogos marinos durante años, y su historia ha sido seguida con gran atención por su trágica pérdida de cría en 2018, así como por sus esfuerzos constantes por preservar a su especie en medio de un entorno tan hostil.
En cuanto al estado de salud de J61, los científicos confirmaron que la cría parece estar en buen estado físico, aunque notaron un color ligeramente anaranjado en algunas áreas de su piel. Este cambio en la coloración se debe, según los expertos, a la delgadez temporal de su piel, un fenómeno común en las crías recién nacidas, que se espera desaparezca a medida que el bebé crezca y se fortalezca.
Y es que este nuevo nacimiento es significativo no solo por el hecho de que es el primero de Tahlequah después de la pérdida de su cría, sino porque también representa una de las pocas crías nacidas en la manada J en los últimos años, pues las orcas residentes en esta área enfrentan una tasa de natalidad muy baja, debido en parte a las difíciles condiciones ambientales y la falta de alimento. Expertos en biología marina han señalado que las orcas en esta región tienen una tasa de natalidad preocupantemente baja, lo que contribuye al lento crecimiento de las poblaciones y a la preocupación por la conservación de la especie.
De esta forma, el nacimiento de J61 se produce en un momento crucial ya que la población de orcas residentes en el Pacífico Noroeste sigue disminuyendo. De acuerdo con el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, en 2023 se registraron solo 73 orcas, lo que representa una disminución alarmante en las últimas décadas; según expertos, las causas de esta declive están vinculadas a múltiples factores, incluyendo la reducción del suministro de salmón, la contaminación del agua y la perturbación de su hábitat por el tráfico marítimo y las actividades humanas. Además, la pérdida de crías y la alta mortalidad en los primeros años de vida también son preocupaciones constantes para los biólogos marinos.
Los científicos del Whale Research Center y otras organizaciones de conservación, como el Centro para la Conservación de Mamíferos Marinos (Center for Whale Research), han intensificado sus esfuerzos para estudiar y proteger a las orcas residentes del Pacífico Noroeste. Esto incluye la implementación de medidas para reducir la contaminación en sus hábitats y mejorar la disponibilidad de alimentos a través de programas de restauración del salmón, sin embargo, expertos advierten que la situación sigue siendo crítica, y que el éxito de estos esfuerzos dependerá de la colaboración internacional para abordar las causas subyacentes del declive de las orcas.
El caso de Tahlequah y su nueva cría es un recordatorio de la fragilidad de la vida marina y de los desafíos que enfrentan estas especies ante la creciente amenaza del cambio climático y la destrucción de su hábitat. Mientras que el nacimiento de J61 es motivo de esperanza, los científicos siguen monitoreando de cerca la salud de la cría y la situación de la madre, ya que los primeros años de vida son particularmente vulnerables para las orcas.
Información por El Heraldo de México
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