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| El profesor Isidro Degollado Merlo dedicó su vida a la educación de los niños de ejidos y comunidades rurales de varios municipios de la Región Sureste de Coahuila.

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Maestros que Dejan Huella: Isidro Degollado Merlo, una vida dedicada a la educación en el campo

  Por Jesús Jiménez 'Chuchuy'

Publicado el domingo, 13 de octubre del 2024 a las 04:00


El profesor Isidro Degollado Merlo viajaba en tren de Saltillo a Estación Higo, y caminaba hasta 30 km para llegar a los ejidos

Saltillo, Coah.- Este espacio, dedicado a honrar las trayectorias de grandes docentes, hoy reconoce la vida de don Isidro Degollado Merlo, un ejemplar profesor que desarrolló una importante y trascendente carrera en las aulas de escuelas rurales, y a quien debido a su actual estado de salud le fue imposible visitarnos en el estudio o recibirnos en su hogar, lo cual no es impedimento para compartir algunos detalles de su vida, misma que dedicó en cuerpo y alma al magisterio.

El profesor Isidro Degollado Merlo nació en Arteaga, Coahuila, el 27 de mayo de1939; sus padres fueron Isidro Degollado Mendoza y María

Teresa Merlo Leos. En su adolescencia vivió en Saltillo, fue estudiante destacado de la Escuela de Artes y Oficios, donde uno de sus maestros vio en él cualidades para ejercer la docencia y le recomendó estudiar en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio.

Por ello, a muy corta edad y con gran determinación tomó la decisión de incursionar en el camino de la docencia. Su primer intento como maestro rural fue en una comunidad llamada Ramos del Corte, en la cual no prevaleció, porque el reducido grupo de alumnos no justificaba la presencia de un profesor, por lo que en 1958 fue enviado a la escuela Venustiano Carranza del ejido Noria de Medranos del mismo municipio de Ramos Arizpe.

Caminaba hasta 30 km
Para cumplir con su importante trabajo como profesor rural, se trasladaba en tren de Saltillo a Estación Higo, y de ahí caminaba 30 kilómetros entre veredas y caminos hechos por animales, para llegar a su lugar de trabajo después de caminar por varias horas. De ese tamaño era su gran voluntad y determinación por llevar conocimiento a los niños de ejidos y comunidades muy alejadas de la mancha urbana.

Esa pasión por educar lo motivó a seguirse preparando, por lo que decidió profesionalizarse, siguiendo la modalidad de trabajar lecciones y estudiar por correspondencia mientras ejercía la labor docente, y también, durante los periodos vacacionales, mismos que aprovechaba en los centros orales sustentando exámenes y demás acciones académicas, esfuerzo encaminado a poder obtener su título.

Cabe mencionar que dicha institución, el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, fundado en 1945 para ofrecer un medio de titulación a maestros que no tenían estudios para ejercer la docencia y que habían emprendido la bella tarea de enseñar a leer y escribir a los niños del medio rural, plantel que por el enorme número de alumnos que atendía llegó a ser considerada la Escuela Normal más grande del mundo.

Fungió como pacificador

El maestro Isidro siguió su trayectoria docente del ejido La Azufrosa, del municipio de Ramos Arizpe. Posteriormente fue enviado a la escuela Lázaro Cárdenas de Las Esperanzas, comunidad ejidal muy difícil y conflictiva donde fungió como pacificador, ya que era difícil que maestros normalistas y titulados aceptaran ejercer ahí su profesión. Gracias a su principal estandarte, su enorme vocación y a su trato cordial hacia los pobladores, no sólo lo ganó el arraigo, sino que ejerciendo su labor educativa de manera eficiente durante cinco años se convirtió en agente de cambio.

Fue precisamente ahí, en Las Esperanzas donde el profesor Isidro encontró al amor de su vida, la joven Manuela Casillas García, con la cual formó una gran familia, en la cual procrearon siete hijos.

Tiempo después fue enviado al ejido Fraustro para hacerse cargo de la escuela José María Morelos, ahí laboró otros tres años. Son muchas las experiencias en el medio rural, no sólo fue maestro, también fue amigo, mediador, inventor, agricultor, ganadero, incluso aprendió a inyectar porque no había médicos ni enfermeras. También la hizo de organizador de fiestas de pueblo, sargento, comisionado, juez ejidal, en fin, a palabras de los propios campesinos, era la máxima autoridad del ejido.

Regreso a la Guayulera

Tras su largo y arduo andar por comunidades rurales, fue asignado a la escuela Vicente Guerrero en la colonia La Esmeralda de Ramos Arizpe, donde laboró otros dos años. Finalmente, en 1972 regresa a Saltillo a prestar sus servicios en la escuela primaria Juan Hernández García, de la colonia Rodríguez Guayulera, de la cual había egresado en 1954, institución que en aquel entonces pertenecía al sistema municipal.

Su camino docente lo llevó a ser parte de colectivos docentes en la escuelas Gabriela Mistral, Ignacio Manuel Altamirano, Margarita Maza de Juárez, todas pertenecientes a la Zona Escolar 132, siendo en esta última donde concluyó su carrera docente, siendo directivo el 14 de mayo de 1989. Entre los funcionarios que revisaban, evaluaban y destacaban su importante trabajo destacan los maestros Gonzalo Hernández Montes, Jesús Urbina, Grimaldo Gómez, José Luis López López y la maestra Josefina Valdez Valdez.

Actividades destacadas

Ya estando jubilado y respondiendo a su inquietud deportiva, se destacó como miembro activo del equipo de Cachibol de su sección sindical, destacando en muy diversos torneos locales y nacionales, y siendo parte activa y fundamental del equipo campeón en los torneos nacionales celebrados en Ciudad de México, Chihuahua y Sinaloa.

En la actualidad cuenta con 85 años, y tiempo después de haberse jubilado y de haber concluido su importante trayectoria en las aulas, cuando se le pregunta que si volviera a nacer ¿qué profesión elegiría?, sin dudarlo manifiesta “optaría por ser maestro nuevamente”.

Es el maestro Isidro Degollado Merlo el mejor ejemplo de amor y dedicación a la enseñanza, quien ha dejado una enorme huella, Dios fortalezca su salud y lo siga llenando de bendiciones.

Su más importante reconocimiento

Durante su carrera, el profesor Isidro recibió numerosos diplomas y reconocimientos por su importante trabajo en pro de la educación de cientos de niños del medio rural, a los cuales les inyectó la determinación de estudiar, prepararse y cursar una carrera profesional, y muchos de esos niños hoy son exitosos profesionistas, y esa es su mayor y más grande satisfacción, su más importante reconocimiento.

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