Para Max.
Cuando Mario Vargas Llosa fue recibido en la Academia Francesa en febrero de 2023, empezó su discurso con estas palabras:
“En Francia descubrí a Gustave Flaubert, quien ha sido y será siempre mi maestro, desde que compré un ejemplar de Madame Bovary la noche misma de mi llegada (…) Sin Flaubert no hubiera sido nunca el escritor que soy, ni hubiera escrito lo que he escrito, ni como lo he hecho. Flaubert, al que he leído y releído una y otra vez, con infinita gratitud, es el responsable de que ustedes me reciban hoy aquí”.
Debo confesar que uno de mis libros favoritos, además de la novela de Flaubert, es La orgía perpetua, de Mario Vargas Llosa. Durante su lectura, lo subrayaba, lloraba, releía pasajes completos, pero sobre todo lo disfrutaba porque me ayudó a explicarme mi admiración por la vida de Emma.
Veamos qué dice Vargas Llosa a propósito de su amada heroína: “Emma quiere gozar, no se resigna a reprimir en sí esa profunda exigencia sensual (…) y quiere, además, rodear su vida de elementos superfluos y gratos, la elegancia, el refinamiento, materializar en objetos el apetito de belleza que han hecho brotar en ella su imaginación, su sensibilidad y sus lecturas. (…) quiere que su existencia sea diversa y exaltante (…) La rebeldía de Emma nace de esta convicción, raíz de todos sus actos: no me resigno a mi suerte, la dudosa compensación del más allá no me importa, quiero que mi vida se realice plena y total aquí y ahora”.
Ahora hablemos del padre de Emma, es decir de Flaubert, quien dijo: “Madame Bovary c’est moi”. Dice la especialista Claudine Gothot-Mersch, en su libro La Genèse de Madame Bovary, que efectivamente Emma Bovary es Flaubert porque él le prestó a su personaje su propio temperamento y porque la realidad de la información encontró en él una realidad interior que le sirvió de trampolín para la transformación de un simple hecho común en una obra original.
Gracias a Flaubert, la biografía escrita por Geoffrey Wall (2003), sabemos que la Madame Bovary original está en un pueblo llamado Ry. En 1990, los vecinos decidieron ponerle una nueva lápida a la joven que se suicidó en 1848 y que se llamaba Delphine Delamare.
Esta lápida dice: “A la mémoire de Delphine Delamare, née (de soltera) Couturier” y abajo tiene grabadas las palabras: Madame Bovary. Dice el biógrafo: “El pueblo que un día mató a Delphine con sus chismes ahora se gana la vida con el cultivo de su memoria”.
En Ry se cuenta que Delphine era muy parecida a Emma: una mujer de gustos caros, infeliz, esposa de un médico crédulo y cariñoso. Delphine era insulsa, rubia y con el cutis lleno de manchas; sin embargo, el pueblo de Ry ha transformado a su personaje más famoso de tal manera que se parezca a Emma.
Dicen que el mejor amigo de Flaubert, el poeta Louis Bouilhet, le sugirió este tema cuando vio que su amigo ya tenía 30 años y aún no tenía un libro importante.
En septiembre de 1851, Gustave decidió comenzar esta novela, con mucha indecisión y mucho miedo, que se hicieron cada vez más fuertes a lo largo de los años de escritura de la obra.
A los tres meses de trabajo, Flaubert tomó una de las decisiones más importantes de su literatura: “Nada de lirismo, nada de reflexiones, personalidad del autor ausente”. Dice Vargas Llosa que este es uno de los grandes inventos de la novela moderna.
La escritura de Madame Bovary es toda una novela: a lo largo de cinco años, Flaubert sufrió, gozó, trabajó, se cuestionó y, finalmente, dio a conocer su gran obra por entregas en una revista. Luego de tantos trabajos, al principio todo parecía ser un fracaso.
Dice Geoffrey Wall que casi de inmediato comenzaron a llegar cartas en donde se acusaba a esta novela de injuriar a Francia. Entonces comenzó un juicio del cual Flaubert salió absuelto.
Luego de tanto sufrimiento, Flaubert se convirtió en un personaje público, admirado, envidiado. Entonces empezó su verdadera gloria. Un día se enteró de que el cura de un pueblo prohibió a sus parroquianos que leyeran esa novela inmoral.
Entonces, Flaubert se puso feliz: “Me han atacado el Gobierno, los periódicos y los sacerdotes. Ahora sí, he triunfado completamente”.
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