La vida está llena de personas que comparten el mismo nombre y apellido o apellidos. En el Saltillo de mi tiempo conocí a varios de ellos, hoy me voy a referir a uno que fuera una persona de distinción, calidad o representación en la vida pública.
Es el caso de un mesero de la vieja guardia, Luis Ortiz, homónimo de otro contemporáneo Luis Ortiz, el boxeador y agente de tránsito.
Ortiz “El Mesero” y otras personas nos reuníamos a chacotear, o “rebanarla”, como suele decirse ahora en una bolería denominada Polo, que se ubicaba al norte de la entrada principal de Obreros del Progreso por la calle Allende. Ahí concurríamos mucha raza. La bolería era propiedad de un singular personaje que utilizaba sombrero al muy puro estilo de Al Capone, o de Arturo de Córdoba, en la película Cuando levanta la niebla, de nombre Leopoldo Torres. Íbamos diariamente a que nos bolearan los zapatos y entre los aseadores de calzado recordamos a un homosexual, Julián Villarreal, a quien le decían “La Niña”, Vicente Salas “El Chato” y Lucio “El Boxeador”. Entre otros clientes, está el famoso “Compadre” Medina, “El Zurdo” Galván, Clemente Bárcenas, algunos profesionistas, cuyos nombres sería largo enumerar.
Luis “El Mesero” era originario del barrio de Lucio Blanco y La Fragua, un sector que en los años cuarenta campeaba la amistad, la concordia y la paz. Eran vecinos de don Luis, entre otros queridos personajes de Saltillo, aquel que se inició como chofer de un camión repartidor de la Coca Cola, y luego fue ejecutivo de Fábricas El Carmen, Gabriel Valdés. Luis Ortiz trabajó muchos años en los negocios de Jorge Masso Masso, uno de ellos el restaurant Los Magueyes, donde ahora se ubica el abandonado hotel La Torre, y de ahí obtuvo buenos ingresos para poder construir su casa. Luis, como todos los de esa época, recuerda la era romántica de las carretas, también hechas, tan fuertes y pesadas, arrastradas por un par de poderosísimos bueyes. Y de ahí precisamente procede el apodo de Francisco Pérez, “El Carretas”, famoso pelotero saltillense. Como “El Carretas”, otros niños y jóvenes de la época viajaban en las carretas desde “Chapul”, ahí donde ahora está el DIF Estatal, hasta la barriada.
Las Anécdotas
¡Por qué me haces eso vida mía!
Había un individuo en ese sector a quien le decían “El Charro”, quien, a pesar de sus deficiencias mentales, era muy tramposo cuando jugaban a “las águilas”. Vivía de pleito con Manuel Villar. Repentinamente, “El Charro” dejaba el juego y corría hacia su casa en medio de fuertes gritos: “¡Por qué me haces eso, vida mía!”, se golpeaba en el pecho y en las pompis: La mamá de “El Charro” comentaba entre sus vecinos: “¡Ay, pobre de mi hijo… ¡Nunca se compuso! Y es que esa triste vieja me lo enyerbó”. Aparentemente “El Charro” era novio de una simpática señorita del mismo barrio, pero un día la encontró muy trenzada con otro galán y repentinamente enloqueció.
Luis Ortiz “El Mesero” se casó Amalia Mendoza, “La Tariacuri”, homónima de la famosa cantante michoacana. A la primera hija que tuvieron le pusieron Angélica María. Una vez, la niña se puso malita y en el hospital preguntaron cómo se llamaba, y el doctor, al conocer el nombre se sorprendió, y luego preguntó el de la mamá, y refunfuñó diciendo: “¡Uy! Puras artistas. Entonces, qué seré yo, Luis Aguilar o qué”.
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