Arte
Por Grupo Zócalo
Publicado el domingo, 29 de agosto del 2021 a las 14:51
Ciudad de México.- En junio de 1977, David Bowie fumaba un cigarrillo y miraba por la ventana del Hansa Studio, en Berlín, buscando inspiración. Del otro lado del vidrio, los guardias de seguridad del Muro de Berlín lo observaban con binoculares, una práctica normal de control de la “decadente música capitalista”. De repente, una pareja aprovechó las sombras que daba el muro para besarse. Bowie los reconoció e inspiraron en él una de sus canciones insignias: “Heroes”.
Diez años después, la interpretó frente al Reichstag, el palacio de gobierno de Alemania Federal. Para los berlineses fue el principio de la caída del tan odiado muro.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, Berlín quedó dividida en 4 sectores: tres dominados por las potencias occidentales y una por la Unión Soviética. Sin embargo, la ciudad se encontraba en el centro de la República Democrática Alemana (RDA), de influencia rusa y además era la capital de ese país.
Apareció un muro de una noche para otra
Las fronteras internas de la ciudad estaban demarcadas por barreras, que resultaban difíciles de controlar. El éxodo masivo de ciudadanos de la RDA, el mercado negro y contrabando de productos desde el sector capitalista atentaban contra la economía planificada de Alemania Oriental, por lo que la noche del 12 de agosto de 1961, previa autorización de Moscú, comenzó a construirse el Muro de Berlín, que estuvo terminado al día siguiente, salvo por un pequeño sector.
Aliados y soviéticos apostaron tropas a ambos lados de las fronteras del muro, pero en realidad nadie hizo demasiado. Era una salida “poco elegante, pero preferible a la guerra” dijo John Kennedy, presidente de Estados Unidos. Se acababan los reclamos y cada potencia se quedó con su parte de la ciudad.
Las casas cercanas se vaciaron. Se creó una zona de exclusión de 400 metros. Soldados, barreras, tanques, perros y todo lo que fuera necesario para evitar el avance enemigo se apostó a cada lado de la pared. El Muro que separaba Berlín Occidental del Oriental medía más de 41 kilómetros de longitud. Si se considera la frontera del sector capitalista, las barreras superaban los 120 kms. En el juego de la guerra fría, no importó si familias, amigos o amantes quedaron separados, solo interesaba mostrar el poder.
Hasta su caída, existieron más de 5000 intentos de franquear el Muro para escapar a Occidente. La mayoría fueron infructuosos y cerca de 200 personas murieron por los disparos de los soldados del este intentándolo.
Tal vez el caso más emblemático sea el de Peter Fechter. El 17 de agosto de 1962, el joven de 18 años intentó escapar. Cuando saltó el muro, un disparo dio en su pelvis. Trató arrastrarse de vuelta pero el dolor se lo impidió. Desde ambos lados lo miraban y escuchaban gritar pidiendo auxilio, pero nadie acudió. Había caído en la zona de exclusión y de ambos bandos tenían prohibido avanzar, ante el riesgo de generar un conflicto. Murió una hora más tarde, mientras, después de una negociación, un grupo de soldados de la RDA recogía el cuerpo, atacados por los gritos desde el sector occidental que los tildaban de asesinos.
La foto del momento retrató el terror por lo ocurrido y lo que podía desencadenar. Este caso generó movilizaciones, pero no solo contra Berlín Oriental, sino que también contra las fuerzas norteamericanas en la frontera, que miraron pasivos el sufrimiento del muchacho. Recién en 1997, dos soldados fueron acusados y sentenciados por su muerte.
El fin de una era
Con el paso de los años, la situación de la RDA y la Unión Soviética se debilitó. El bloque oriental se desintegraba. Un picnic cambió todo. El 19 de agosto de 1989, Otto van Habsburg organizó un encuentro en Hungría. Se invitaba a los ciudadanos de Alemania Oriental a compartir una comida, donde les dieron regalos, alimentos y hasta marcos alemanes. Desde Moscú no reaccionaron y para Berlín Oriental ya era demasiado tarde.
En septiembre, miles de alemanes orientales se dirigieron a Hungría para pedir asilo en la embajada de Alemania Occidental. La República Democrática intentó relajar ciertas políticas para calmar los ánimos, pero la información resultó confusa. Multitudes se apiñaron en lado oriental del muro intentando cruzar. El 9 de noviembre de 1989, a las 23, el comandante del cruce, Harald Jager, abrió la frontera para la muchedumbre. Esa noche cayó el Muro.
Jóvenes se abalanzaron contra la pared y comenzaron a demolerla a los golpes. Si bien el gobierno oriental intentó repararlo, el daño ya estaba hecho. Ya no eran solo herramientas, ya había bulldozers, literal y metafóricamente, funcionando.
Ya nada pudo detener el dominó. Poco más de un año después, Alemania se reunificaba. Trece años después de que esa pareja se besara, dos años después de que Bowie diera su concierto en Alemania y despertara a los jóvenes, acababa la guerra fría.
Pasaron años para que el músico contara quienes eran los amantes. Si tanto importa, eran una corista y el productor de su disco. Sin embargo, ese beso generó héroes que destruyeron un muro absurdo y cambiaron la historia del mundo.
Fuente: MDZ Online
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