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Coahuila

Los locos y los cobardes

Por Gerardo Hernández

Hace 11 horas

Los políticos mienten siempre, pero el Presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, lo hace de manera flagrante y compulsiva. La mitomanía del magnate la documentó la “Dama Gris”: 15 mil 414 declaraciones falsas o engañosas en mil 55 días; el promedio diario de embustes supera los 14. Richard Nixon renunció a la Presidencia por el escándalo Watergate. Trump ganó la reelección tres años después de haber intentado —como Hugo Chávez en Venezuela— un golpe de Estado. El propósito del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en el cual murieron cinco personas, era mantenerse en el poder tras perder con Joe Biden por más de 7 millones de votos populares. De esa salud goza ahora la democracia otrora modelo.

En un artículo titulado “El golpe de Trump, los locos y los cobardes”, Paul Krugman, advierte: “Ninguna persona razonable puede negar que lo que ocurrió después de las elecciones de 2020 fue un intento de golpe de Estado, una traición a todo lo que Estados Unidos representa”. Con mismo rigor evidencia a quienes ven un paralelismo entre los juicios a Trump y a Nixon: “Es como comparar una agresión con una infracción de tránsito. Por mucho, las acciones de Trump fueron lo peor que ha hecho un Presidente estadunidense. Pero esta es la cuestión: decenas de personas en el Gobierno de Trump o cercanas a este debían saber lo que ocurría. Sin duda, muchas de ellas tienen conocimiento de primera mano de al menos algunos aspectos del intento de golpe. Sin embargo, sólo un puñado ha revelado lo que sabe” (The New York Times, 04.07.22).

Krumang dirige también sus baterías hacia el partido de Trump. “¿Y qué me dicen de los republicanos en el Congreso? Casi sin duda, muchos, sino es que la mayoría, se dan cuenta de la magnitud de lo que ocurrió —después de todo, el allanamiento al Capitolio puso sus propias vidas en peligro. A pesar de ello, 175 republicanos de la Cámara de Representantes votaron en contra de crear una comisión nacional sobre la insurrección del 6 de enero y sólo 35 de ellos estuvieron a favor. ¿Cómo podemos explicar esta abdicación del deber? Incluso ahora, es probable que los fanáticos del MAGA sean una minoría entre los políticos del Partido Republicano”.

El premio Nobel de Economía 2008 y periodista menciona a las congresistas Lauren Boebert, activista proderechos de las armas de fuego, y Marjorie Taylor Greene —ambas empresarias—, señaladas por sus posiciones extremas, promover teorías conspiradoras y haber apoyado la ejecución de políticos demócratas. Por cada una de ellas —dice Krugman— “lo más probable es que haya varios Kevin McCarthy (presidente de la Cámara de Representantes destituido en octubre de 2023 por una moción del Freedom Caucus, facción del Partido Republicano): arribistas, no locos, burócratas del partido más que fanáticos. Sin embargo, el ala del Partido Republicano que no está loca, con sólo un puñado de excepciones, ha hecho todo lo posible para evitar cualquier rendición de cuentas sobre el intento de golpe”.

Trump celebró la victoria del 5 de noviembre pasado con otro sofisma. El mandato recibido de Estados Unidos, resultado de una “victoria aplastante”, no tiene precedente. Peter Baker, autor de El divisor: Trump en la Casa Blanca, 2017-2021 (2022), lo desmiente: “(…) según las medidas numéricas tradicionales, la victoria de Trump no fue ni sin precedentes ni aplastante. De hecho, se impuso con uno de los márgenes de victoria más pequeños en el voto popular desde el siglo XIX y no generó nada que se pareciera a una victoria aplastante” (The New York Times, 23.11.24). El corresponsal jefe de la “Dama Gris” en la Casa Blanca ha cubierto tres presidencias demócratas: las de Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden; y las republicanas de George W. Bush y Donald Trump.

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