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Grupo Zócalo
Publicado el martes, 1 de abril del 2025 a las 15:12
Ciudad de México.- Para muchas personas, los peluches no son solo un recuerdo de la infancia, sino un objeto que sigue acompañándolos en su vida adulta. Max Genecov, candidato a doctor en psicología clínica en la Universidad de Pensilvania, reconoce que siempre ha tenido peluches y que incluso sigue usándolos para dormir. “Simplemente creo que son cosas bonitas que tienes”, comenta.
Un vínculo que perdura
Su caso no es único. Durante la pandemia, las ventas de peluches crecieron significativamente, y en 2024 se estimó que el 21% de estos productos fueron adquiridos por adultos mayores de 18 años, según Juli Lennett, asesora de la industria del juguete en Circana. Empresas como Build-A-Bear incluso han creado secciones específicas para adultos, y estudios revelan que más de la mitad de las personas conservan un peluche de su infancia.
Para algunos, estos objetos ofrecen una sensación de seguridad y bienestar. La psicóloga del sueño Jade Wu se pregunta si el aumento en su uso se debe a una mayor necesidad de consuelo ante la incertidumbre. Además, para quienes viven solos, un peluche puede proporcionar la calidez de un acompañamiento nocturno.
Una herramienta terapéutica
Más allá del apego sentimental, los peluches también han encontrado un espacio en la terapia psicológica. La terapeuta Jessica Lamar, quien trabaja con adultos que han experimentado trauma, los usa como un recurso para ayudar a sus pacientes a reconectar con su niñez.
Según Lamar, crear un peluche en Build-A-Bear y asignarle un significado emocional puede facilitar la sanación. “Los pacientes pueden brindarle al peluche el afecto y la compasión que tal vez no recibieron en su infancia”, explica. Este proceso ayuda a validar emociones y a fortalecer la autoestima.
Pero el uso de peluches no se limita a personas con experiencias traumáticas. Cualquier persona puede beneficiarse de la sensación de suavidad y confort que ofrecen. “Nos dan nostalgia, nos recuerdan a nuestros seres queridos y nos conectan con momentos felices”, añade Lamar.
Un apoyo para el descanso
Dormir con un peluche también puede tener ventajas a nivel fisiológico. Según Wu, los humanos evolucionaron para dormir en compañía, y la presencia de un objeto acogedor puede simular esa sensación de seguridad. “Nos sentimos más protegidos y dormimos mejor cuando no estamos solos”, señala la experta.
Los peluches también pueden funcionar como una señal para el cerebro de que es momento de descansar. “Su textura, su olor y su presencia pueden asociarse con el sueño, facilitando la relajación”, agrega Wu. Además, algunos modelos con peso adicional pueden tener un efecto similar al de las mantas pesadas, que se ha demostrado ayudan a calmar la mente y el cuerpo.
En definitiva, el uso de peluches en la adultez no solo es más común de lo que parece, sino que puede ofrecer beneficios emocionales y psicológicos. Como concluye la psicóloga Barbara Greenberg, “si ayuda a reducir el estrés, es una opción mucho mejor que tomar un tranquilizante o una copa de vino. No le hace daño a nadie”.
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