Las preguntas son cada día más frecuentes y recorren el país entero.
¿Dónde está López Obrador? ¿Dónde vive el expresidente? ¿Está escondido?¿Vive en el extranjero? ¿En dónde vive?
En efecto, han pasado 43 días del fin del sexenio y ningún mexicano de a pie ha visto al exmandatario.
Nadie sabe nada del expresidente; nadie sabe dónde vive, a qué se dedica, cuántos ujieres, choferes, ayudantes y vigilantes lo acompañan y menos se sabe si vive en “la medianía” franciscana que pregonó por décadas.
Claro, además de la versión de no pocos empleados de Palacio Nacional, quienes aseguran que López Obrador sigue ocupando las mismas habitaciones de lo que fue su Palacio; versión que, por cierto, hasta hoy nadie se ha atrevido a desmentir.
Sin embargo, lo que sí se sabe -porque además está a la vista de todos-, es que el expresidente aún manda en Palacio, lo que día a día relega más a la Presidenta, Claudia Sheinbaum.
Y si aún tienen dudas de que López sigue siendo el verdadero mandamás en el segundo Gobierno federal de Morena, sólo basta con un recuento elemental de hechos, para confirmarlo.
1.- La más escandalosa prueba de que Obrador sigue siendo el “mandón” en el Gobierno de la espuria Claudia, es la grosera imposición de Rosario Piedra, en la terna para elegir a la nueva presidenta de la CNDH.
Resulta que el expresidente se empeñó en la reelección de la señora Piedra, a pesar de que en la evaluación realizada por el Senado quedó en el último lugar. Es decir, resultó reprobada.
Sin embargo, y a pesar de lo grotesco que resulta la mano de López en el intento de reelección de la señora Piedra, la “señora Presidenta” no tuvo más remedio que callar y acatar.
2.- Por cierto, una lógica idéntica a la ocurrida durante la imposición de todo el Gabinete legal y ampliado de la presidenta Sheinbaum.
Es decir que, en los hechos, Obrador le impuso todo el Gabinete a su sucesora, de tal manera que todos los secretarios de despacho y los directores le reporta al expresidente, antes que a la presidenta. El Maximato puro y duro.
Y el mejor ejemplo de ello son “las mañaneras”, donde casi a diario la Presidenta se apresura a citar a su mentor, por su nombre y de forma elogiosa, para confirmar que sigue los mismos “pasos de López”.
3.- Incluso resultó ridículo que luego de informar sobre su conversación con el Presidente electo de Estados Unidos, la “señora Presidenta” haya dicho que Donald Trump le pidió saludar a López Obrador.
No sabemos si fue un “lapsus” de la señora Sheinbaum, sin embargo, ratificó que detrás de todo lo que dice, hace y decide la Presidenta de México, está la mano del expresidente, convertido en el verdadero jefe del Gobierno federal.
4.- Pero acaso el escándalo en el que fue más clara la mano de AMLO, es en la traición del ministro Alberto Pérez Dayán, quien una noche se fue a la cama como un severo crítico de la reforma judicial de AMLO y, al día siguiente, despertó convencido de que tal reforma era la quinta maravilla.
¿Qué fue lo que pasó?
Todos lo saben; que los “carniceros” de Obrador afilaron los cuchillos de la venganza, frente al ministro Pérez Dayán, para “convencerlo” de su error. Una estrategia idéntica a la empleada por AMLO al arranque de su Gobierno para obligar a la renuncia del también ministro Eduardo Medina Mora, quien fue difamado, calumniado y perseguido sin miramientos.
5.- Pero en donde resulta más palpable la presencia de López en el Gobierno de Claudia, es en la “política de seguridad” del Estado mexicano y en su alianza con el crimen organizado.
Sí, en medio del escándalo internacional, México sigue siendo el país más violento del mundo, con el mayor número de muertos y con la mayor presencia del crimen organizado, a pesar del cambio de Gobierno, lo que confirma -de nueva cuenta-, que “la señora Presidenta” no es más que una pantomima detrás de la cual sigue dando órdenes el señor López Obrador.
6.- Y por si continúan las dudas sobre la herencia de AMLO, una perla ocurrida el pasado viernes 8 de noviembre. En uno de sus eventos, la señora Claudia Sheinbaum montó una escenografía en la que una niña se le acerca cuando la Presidenta diserta frente al atril.
Claudia detiene la lectura, levanta a la niña y aparece como una tierna madre. Sí, el típico montaje de López Obrador.
Y es que, a querer o no, nadie puede negar que López Obrador aún manda en Palacio. ¿Lo dudan?
Al tiempo.
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