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Coahuila

Lo que se ve no se pregunta

Por Elia Martínez Rodarte

Hace 4 años

Estar en el clóset también es un derecho y eso lo planteó muy bien nuestro Juan Gabriel, cuando le preguntaron a bocajarro si era homosexual. El cronista Carlos Monsiváis, conocido activista de los derechos LGBT, nunca “se salió del clóset” ni anduvo dando razón de sus preferencias sexuales.

A mí nunca me han preguntado, si soy heterosexual. La gente lo da por sentado porque vivimos en una sociedad heteronormada. Las siglas LGBTTTI fueron creadas para deslindar la heteronorma de la preferencia y expresión sexual, y “alejarse” de las personas heterosexuales quienes no forman parte de la comunidad lésbico, gay, transexual, transgénero e intersexual.

En esta era de pandemia de terapias de conversión es preciso anotar que la homosexualidad no es una enfermedad, solo una preferencia sexual. Fue considerada como un padecimiento mental desde la primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación de Psiquiatría Americana (1952) hasta que se eliminó en 1974, y solo hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud la excluyó de la Clasificación Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud.

Aunque queramos ser incluyentes y tolerantes respecto a la diversidad sexual, aún mucha gente lo mira desde la visión heteronormada.

Nos escribe un hombre, 52 años, padre de dos adolescentes varones, uno de ellos “visiblemente gay” como él mismo describe a su hijo de 17 años: “Gracias por la atención a este mensaje, le escribo porque tenemos un hijo que creemos o estamos seguros es homosexual, desde muy chavito lo sabemos y nunca hubo una represión o comentario, pero sí bullying y molestias en la escuela a veces. Su mamá y yo hemos respetado, pero nos preocupa que nunca nos haya dicho nada o confesado o pedido ayuda por su orientación. No sabemos con quién anda, de un tiempo acá lo absorben mucho los amigos y nosotros quisiéramos que se sincerara y hablara de su vida o nos presente a sus novios o amigos. Cada vez que le decimos que hay que hablar se retrae o se encierra y ahora encerrados todos en la casa él es quien se encierra más… Nos preguntamos si será necesario preguntarle directamente y saber si eso le afecta o cómo está, o por qué no se quiere “salir del clóset” con nosotros, que nunca le hemos reprimido en nada”.

Este mensaje de Padre de Un Hijo Gay, lo corté un poco para poder publicarlo, pero el asunto del conflicto es que no hay un conflicto. Un papá que quiere que su hijo se salga del clóset con él, crea un entorno incómodo porque el adolescente posee el derecho de mantener su preferencia sexual en privado, sea la que sea y en este caso no quiere compartirlo. Las personas que ejercen una preferencia sexual no heterosexual (bisexuales, homosexuales o lesbianas) no necesariamente deben de anunciarla. Así como los heterosexuales no advierten a cada paso que prefieren tener relaciones sexuales y afectivas con personas del sexo opuesto.

En este caso que comparte este lector, existe una genuina preocupación por las preferencias sexuales de su hijo, sin embargo, en un entorno de confianza en donde nunca fue cuestionado por “parecer homosexual” o “ser visiblemente gay”, este adolescente puede sentirse quizás lo suficientemente cómodo para no explicar su preferencia, pero sí un poco hostigado al ser presionado a hablar de ello.

Solo es preciso mantener el canal abierto y mantenerse en la postura de respeto, compasión y empatía con los asuntos de las preferencias sexuales de cada persona, no solo de los hijos e hijas, sino de las personas en general.

Nos vemos en mis redes sociales, en donde espero sus preguntas también en @Ivaginaria.

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