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Coahuila

Lo que las demás personas entienden no es tu responsabilidad

Por Irene Spigno

Hace 4 dias

Qué difícil es comunicar a veces, ¿verdad?

Seguramente a todos nos habrán tocado días en los cuales comunicar se convierte en una tarea imposible de superar. Sea porque la tecnología, en la que confiamos la mayoría de nuestras comunicaciones, no colabora, o sea porque cualquier cosa que digamos se malinterpreta.

Las personas a quienes nos apasiona la astrología buscamos una explicación en los astros y planetas, y cuando vivimos días así, de inmediato volteamos a ver la posición y el movimiento (si es directo o retrógrado) del planeta responsable de todas nuestras comunicaciones: Mercurio.

Aunque seguramente haya una influencia importante en nuestra cotidianidad que viene de los cielos, misteriosa e indescifrable para muchas personas, a veces la explicación de los malentendidos en que se ven involucradas nuestras comunicaciones es mucho más sencilla y terrenal.

Cuando comunicamos o nos expresamos, lo hacemos desde nuestra postura personal. Cada persona lo hace de manera diferente. Lo que decimos y cómo lo hacemos depende de muchos factores: puede depender de nuestro carácter, de la educación que recibimos y también del entorno familiar, social y cultural en el que crecimos.

También puede depender mucho del contexto de la comunicación. Nos expresamos de manera distinta en el ámbito personal o familiar respecto a cómo lo hacemos en nuestra esfera profesional. Y mucho también depende del estado de ánimo que tengamos en el momento en que nos expresamos.

El contenido de lo que comunicamos y la manera como lo hacemos hablan mucho de nosotros. Podemos ser personas amables o agresivas, empáticas o egoístas, claras o confusas. Cada persona tiene el derecho de decidir cómo quiere expresar sus ideas y opiniones. Sin embargo, no necesariamente nuestros interlocutores recibirán nuestras comunicaciones con la misma actitud con la que decidimos expresarnos.

Aunque seamos amables, empáticos y claros en nuestras comunicaciones, quienes las reciben lo harán siempre desde su perspectiva. Algunas personas lo harán de manera amable, empática y clara. Otras quizás estarán muy ocupadas y se confundirán. Algunas atravesarán un momento complicado de su vida, se pondrán a la defensiva y nos atacarán. Habrá quienes estén acostumbrados a enviar y recibir comunicaciones agresivas y de la misma manera interpretarán cualquier conversación que reciban.

Lo que las demás personas entienden o perciben de nuestras comunicaciones no es nuestra responsabilidad. Sería una locura tratar de modular cada comunicación o conversación que realizamos intentando prever la posible reacción de nuestros interlocutores. Por supuesto, podemos tener más cuidado cuando conversamos con personas con las que tenemos mucha confianza y cercanía, pero sería absurdo tratar de hacerlo con personas que conocemos apenas o con aquellas con las que nos comunicamos de manera esporádica.

Incluso en los casos en que decidimos compartir algún contenido en redes sociales, tampoco podemos adivinar la reacción de todas las personas que potencialmente pueden ser alcanzadas. Es algo que escapa de nuestra esfera de control.

Lo único que podemos controlar y sobre lo que sí tenemos responsabilidad es lo que transmitimos y cómo lo hacemos. Tratemos de ser amables y empáticos en nuestras comunicaciones.

Independientemente de cómo decidan reaccionar los demás, y aun cuando nos ataquen, no nos dejemos llevar por sentimientos de enojo o rabia. Más bien, fijemos nuestros puntos e ideas con asertividad. Quien no se enoja jamás pierde.

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