El día que Armillita mandó demoler la plaza de toros, se armó la tremolina…
Se iniciaba el año de 1953, y el denominado maestro de la tauromaquia, como se le conocía a Fermín Espinosa Saucedo, decidió desmantelar la plaza de toros construida totalmente de madera en Saltillo, para venderla y armarla de nuevo en ciudad Guadalupe, Nuevo León al empresario taurino don Remigio González.
“Armilla” no tomó en cuenta a los socios, entre ellos, el dueño del terreno donde se ubicaba el coso, David Linares Martínez, Enrique Martínez, dueño de la funeraria, y el exboxeador y concesionario del transporte foráneo, Félix Chávez Ramírez, entre otros. Hubo un gran escándalo y fuerte presión entre los aficionados, que tuvo resonancia en los medios impresos y las radiodifusoras de la ciudad.
No faltó quién soltara la especie de que se veía algún movimiento extraño en la plaza de toros, pues salió un camión con una parte de las tarimas de sombra rumbo a la Sultana del Norte.
Las llamadas fuerzas vivas de la ciudad se entrevistaron con el alcalde Carlos Valdés Villarreal, quien giró instrucciones a un grupo de policías de no permitir movimiento alguno en el coso, ubicado por el bulevarCarranza.
Citó, asimismo, a los socios para obligarlos a la reconstrucción de la parte afectada, que en muy poco tiempo quedó nuevamente en forma.
El día 31 de enero de 1953, ya suspendidas las acciones de destrucción, se presentaron ante el director del famoso periódico saltillense El Diario, Benjamín Cabrera y Aguirre, los señores Félix Chávez Ramírez, David Linares Martínez y Enrique García Saldívar, accionistas de la empresa taurina, para expresar su inconformidad hacia Fermín Espinosa “Armillita”, que a sus espaldas había vendido la plaza al empresario regiomontano.
El mismo grupo pidió el auxilio del Gobernador del Estado, Román Cepeda Flores, bajo el argumento que en fecha 28 de marzo de 1949 constituyeron una sociedad anónima con Fermín Espinosa Saucedo, su esposa Ana María Acuña De Espinosa y el carnicero Rafael Flores, con el objeto de explotar toda clase de espectáculos taurinos y deportivos.
Con la súplica de que no permitiera el desmontar la Plaza de Toros Armillita, en razón de que esta pertenece a una sociedad anónima que no había sido liquidada y, sobre todo, porque demoler la mencionada plaza causaría graves perjuicios al interés general y económico de la ciudad.
Cepeda Flores ofreció todo su apoyo para evitar que el edificio taurino fuera derribado.
El comercio organizado se unió a miles de ciudadanos para evitar que el inmueble fuera desarmado y trasladado a otra ciudad, y hace un llamado a Espinosa Saucedo, tomando en cuenta que es originario de Saltillo, para que coopere con el progreso de su terruño, y exhorta a los clubes de servicio y a la sociedad en general para obligar al torero a no cerrar la plaza.
Fermín Espinosa Saucedo llegó al día siguiente a la ciudad y manifestó que estaba en la mejor disposición de cancelar el trato para la venta de la plaza de toros que lleva su nombre, a fin de que se quede en esta ciudad, tal como lo desea la afición y los hombres de negocios.
El Diario revela que por conducto de buenas fuentes se supo que los socios se negaron a vender sus acciones a Armillita.
Que el Gobernador del estado, tuvo un acuerdo con sus principales colaboradores y los propios socios, para reunir la cantidad suficiente para cambiar la plaza en terrenos frente al Rastro Municipal de la colonia González, al Oriente de Saltillo.
El famoso torero llegó a un acuerdo con el Gobierno del Estado, que adquiere la plaza, en un trato directo con el señor Román Cepeda Flores, haciendo la transacción el secretario general de Gobierno, el abogado Neftalí Dávila, y el tesorero general Mario R. Dávila.
El Jefe del Ejecutivo cedió la plaza al Ayuntamiento de Saltillo, y don David Linares Martínez confirió en renta su propiedad, donde estaba construida la plaza, espaldas del restaurante Kentucky Fray Chicken, en la conocida colonia Villa Olímpica, al norte del bulevar Carranza.
No recuerdo la fecha, pero pasaron algunos años en que fue desaparecida definitivamente la plaza de toros, para construir el Hotel Imperial. Luego vendría la construcción del actual coso Fermín Espinosa Armillita, en el año de 1992 en terrenos aledaños a la Feria de Saltillo.
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