Arte
Por Christian García
Publicado el martes, 21 de septiembre del 2021 a las 04:05
Arteaga.- Para el escritor italiano Italo Calvino, los clásicos de la literatura son “esos libros de los cuales suele oírse decir: ‘estoy releyendo…’ y nunca ‘estoy leyendo…’”. Eso puede tener dos puntos de vista que el autor de Las Ciudades Invisibles (un libro de por sí clásico), explora en su ensayo ¿Por qué Leer a los Clásicos?, y estas son por el pudor de admitir que un gran libro como La Divina Comedia no ha estado frente a nuestros ojos o porque, y esta es quizá la mejor definición, son libros que no tienen fin y que se enriquecen y nos enriquecen con cada nueva lectura que les hagamos.
Esta última es la acepción que el filólogo Alejandro Higashi explorará hoy en su conferencia ¿Qué es un Clásico y cómo Sacarle el Mayor Provecho? Que ofrecerá en la Feria Internacional del Libro de Coahuila, pues “un clásico se refiere a libros que uno está constantemente releyendo, porque no se ha aprovechado todo aquel caudal de conocimientos que provee y, por eso, volvemos a él”, apunta y agrega que “un clásico es, también, una obra que hace un juego en el que, tal vez, la estamos leyendo en otros autores, ya que son obras modélicas, razón por la que se insertan en la cultura de muchas formas”.
Así, Higashi, quien es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, ejemplifica con la novela clásica de la lengua española: El Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; el cual “tiene reelecturas muy ingeniosas como el Pierre Menard, de Jorge Luis Borges”, así la respuesta hacia la pregunta es, para el filólogo, “una obra modélica tan importante para un momento en la cultura que se ha insertado inmediatamente en la posterior”.
Y si un libro ha adquirido ese título es porque ha probado vencer el tiempo y continúan presentes en el imaginario, reforzando sus figuras y personajes como representaciones de la humanidad.
Y eso se debe a que, en cada aventura, la humanidad se ve reflejada en sus páginas o, como la llamó Higashi “estas obras hablan, fundamentalmente, de la condición humana y al tratar sobre esta, sabemos que es algo que compartimos con alguien que vivió hace 600, 2 mil o 10 mil años”.
A pesar de ello, apunta el bibliotecario, con los títulos clásicos “nos pasa algo que es terrible, porque nos llenamos de prejuicios, porque pensamos que al ser una obra clásica va a ser aburrida, pesada…”, añade.
Eliminar prejuicios
Para eliminar esos prejuicios y ayudar a la lectura de estos libros, la Academia publicó la colección Clásicos de la Lengua Española, con títulos como El Buscón, de Francisco de Quevedo; El Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; La Gramática Española, de Antonio de Nebrija; Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo y, recientemente, La Silla del Águila, de Martín Luis Guzmán; títulos todos que pueden adquirirse en el stand de la Academia con un 50% de descuento.
Estas ediciones están preparadas para hacerlas más disfrutables, comprensibles y con la idea de ahondar en esos universos que resuenan en lo profundo de lo cultural.
“ Para Higashi estas “lecturas nos ayudan mucho a reinterpretar la obra y reinsertarla en nuestra cultura, los comentarios y las ediciones son herramientas que nos ayudan a regresar a esas lecturas que estaban muertas o pasadas y adecuarlas a nuestros tiempos, además de revivir un diálogo que quedó perdido por años”.
Así, ediciones como estas, que cuentan con presentaciones, estudios, notas y ensayos “son una especie de aplicación que ayuda a compenetrarnos con las obras clásicas. En ellas puede haber una explicación, una introducción con contexto histórico, una bibliografía. En fin, una edición crítica contiene una serie de herramientas que te ayudan a entender lo básico y después a profundizar en esas obras.
“ En la Academia Mexicana de la Lengua tenemos una colección de clásicos en lengua española que consta de un aparato crítico, porque sabemos que un clásico por más que lo sea y que esté reacondicionado a la cultura actual, sí necesita algunas guías. Entonces no solo hablamos del amor por la literatura clásica, sino de la creación de estas guías para amarla”, detalló el también escritor.
“ Así, el catedrático invita, siempre, volver a los clásicos, porque en cada lectura y relectura “es aumentar un banco simbólico más allá de lo cultural, porque es un banco de situaciones de vida, de maduración personal en la que te guían personas de papel que estuvieron sometidas a momentos límite de la vida, porque leer no es nada más una experiencia de entretenimiento –que sí lo es, por supuesto–, pero es una experiencia que te ayuda a madurar, porque el libro es una vivencia”, concluyó.
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