Al dar lectura al título de esta reflexión, puedo asegurar que la mayoría traemos a la memoria hechos recientemente ocurridos en el vecino país. El 20 de enero de este año, Kamala Harris, la primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidenta de Estados Unidos, se convierte en la primera mujer electa para un escaño político del más alto rango en la historia de su país, y apenas el lunes, el Senado confirmó a Janet Yellen como secretaria del Tesoro, primera mujer de su nación, en desempeñar esa función.
Forbes publicó en diciembre de 2020 la lista de Las 100 Mujeres Más Poderosas del Mundo. Para la métrica utilizó distintos criterios; tanto para el rango en cada categoría, como para el general. Angela Merkel, canciller federal de Alemania desde 2005, es quien ha ocupado el puesto número uno en la lista por décimo año consecutivo.
En el ranking también se encuentran jefas de Estado, directoras ejecutivas y artistas de diferentes nacionalidades, edad y descripción de trabajo, entre las que nos encontramos a Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda; Tsai Ing-wen, Presidenta de Taiwán, y Erna Solberg, Primera Ministra Noruega. Algunas recién ingresan a la lista, como Carol Tomé, directora ejecutiva de UPS; la directora de Clorox, Linda Rendle, y la directora ejecutiva de CVS Hearth, Karen Lynch, todas ellas luchadoras incansables frente a los retos generados por la pandemia.
La única mujer de la edición que representa a México en lugar 17 es Paula Santilli, CEO de Pepsico en Latinoamérica, quien es originaria de Buenos Aires. Sin embargo, Forbes elabora una edición para México, en su publicación 2020 reconoció a quienes enfrentan no solo una crisis sanitaria y social, sino al problema económico por el que atraviesa el país y que ha afectado empresas, negocios, instituciones públicas y privadas.
Destacan en la lista Mónica Aspe, CEO interina en AT&T; Norma Torres, jefa de enfermeras del IMSS; Ana López Mestre, Karen Flores Arredondo, directora general de la Cámara Minera de México; María Salguero, creadora del mapa de feminicidios en México; Alexa Moreno, gimnasta olímpica; Ana Lucía de la Garza, directora operativa epidemiológica, entre otras.
Al dar lectura a la historia de todas estas mujeres encontramos mucho en común. Son mujeres que han luchado por llegar y mantener un lugar dentro del ámbito en el que se desarrollan, han sido perseverantes, disciplinadas e innovadoras, lo que es digno de reconocimiento.
Hagamos un propósito de todas las referencias que hemos citado. Reconozcamos además de a quienes ocupan esos lugares, a aquellas mujeres que ante la pandemia, la enfermedad y la carencia, luchan día con día procurando la mejor manera de proteger a sus familias y a los suyos de la adversidad. Así como lo hacen las grandes estadistas, aquellas mujeres con poder económico, político o social.
Que lo que hoy nos lleva a escribir esta reflexión ya no sea un referente. Aspiremos a que sea algo que suceda en todas partes y en cualquier momento, que los espacios que generalmente han sido ocupados por hombres y se ocupen por mujeres dejen de ser una sorpresa. Revelemos el poder que toda mujer tiene desde su condición, en cada ámbito, en cada profesión, en cada cargo, o en cada casa. Admitamos que ser fuertes hoy es la única opción que tenemos, que somos eslabón para seguir construyendo, que las mujeres más poderosas del mundo son aquellas a las que nos ha tocado vivir esta época.
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