¡Vaya año el 2024! Pueden existir excepciones, pero me parece que la percepción generalizada es que el año que está a punto de terminar ha sido muy rápido e intenso. Muchas personas lo consideran un año muy negativo. Puede ser que hayan vivido situaciones y momentos muy difíciles y dolorosos.
Para mí, en lo personal, ha sido un año desafiante, del que he aprendido muchísimo, tanto desde el punto de vista personal como profesional. Cada uno de nosotros otorga un cierto valor a lo que nos sucede. Nosotros decidimos la calidad de nuestros pensamientos, incluso mediante las palabras y las expresiones que adoptamos para definirlos o describir lo que vivimos.
Ningún año es perfecto. Pero cada persona tiene en sus manos un enorme poder: el de decidir qué historia contar. Y no, no se trata de mentirnos a nosotros mismos. No podemos decir que estamos felices si el sentimiento que nos domina en un cierto momento es la tristeza. Tampoco podemos convencernos de que estamos calmados si sentimos un gran enojo.
Ya lo hemos dicho en otras ocasiones: todas las emociones que sentimos y vivimos son perfectamente válidas y deben escucharse porque intentan enseñarnos algo. Tenemos el derecho de vivir de la manera más plena posible todas las emociones y sentimientos, incluso aquellos que, según la mayoría de las personas, son los más negativos.
No podemos huir de nuestras emociones. Hay que escucharlas y empatizar con ellas, porque tratan de comunicarnos y mostrarnos algo. Probablemente se trate de algo importante y, muchas veces, no tenemos la habilidad o el don de entenderlo.
Quizás sea un aspecto que no está funcionando bien, como una situación que nos genera frustración o malestar. O, por el contrario, puede tratarse de una acción que estamos realizando correctamente y que nos transmite euforia o tranquilidad. Lo que es indudable es que nuestras emociones nos comunican mensajes significativos.
¿Y qué hacemos con esa información? La respuesta a esta pregunta depende solamente de ti, querida persona lectora. Pero, especialmente, depende de lo que quieres conseguir para tu vida. Para mí, uno de los aprendizajes más grandes de los últimos años ha sido entender y aceptar que una vida saludable no sólo implica comer bien y hacer actividad física de manera regular y disciplinada, sino también cuidar con qué tipo de contenidos alimentamos nuestra mente: lo que escuchamos, lo que vemos, las conversaciones que tenemos, las personas que nos rodean.
Por ejemplo, relacionarse frecuentemente con personas negativas, siempre enojadas o que se quejan continuamente no es saludable. Por supuesto, es muy distinto estar al lado de alguien que está pasando por un mal momento y necesita ser escuchado y apoyado por una persona amiga. En este sentido, creo que tenemos la obligación, al menos moral, de estar al lado de las personas que queremos para apoyarlas conforme a nuestras posibilidades y, especialmente, según lo que ellas necesitan, para que puedan superar ese momento, levantarse y seguir su propio camino.
Sin embargo, hay personas que deciden no superar los momentos difíciles y no levantarse. Estas personas también creen tener el derecho de no querer escuchar las señales que les manda la vida, eligiendo responsabilizar a los demás de lo que les pasa, sin cuestionar mínimamente su propia responsabilidad. Esto puede ser entendible (pero, al menos para mí, no justificable) porque casi siempre es mucho más sencillo seguir ignorando lo que la vida, a través de lo que sentimos, nos quiere decir. Porque, si lo escucháramos, nos daríamos cuenta de que la responsabilidad es nuestra y ya no tendríamos justificación alguna: tendríamos que tomar acción.
Pero si seguimos viviendo nuestras vidas como espectadores externos, sin ser realmente protagonistas (y los protagonistas son quienes toman acción), nunca viviremos el mejor año de nuestras vidas. En el momento en que entendamos que todo depende de nosotros, aunque hagamos un solo cambio, por mínimo o imperceptible que este pueda parecer, ya nos habremos convertido en los capitanes del barco de nuestras vidas. Y el destino lo decidimos nosotros.
Agradezcamos todas las enseñanzas que este año tan intenso nos ha regalado mediante los desafíos que vivimos, y preparémonos para recibir, con brazos abiertos y corazón alegre, el 2025.
¡Que tengan un muy feliz año nuevo!
Más sobre esta sección Más en Coahuila