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Coahuila

Las excusas son un mal hábito

Por Susana Cepeda Islas

Hace 1 dia

Cuando en la vida cotidiana no cumplimos con nuestras promesas o no queremos realizar alguna tarea, lo primero que se nos viene a la mente es dar excusas; exponemos, o mejor dicho, alegamos con el único objetivo de no ejecutar la tarea solicitada, evadimos la idea de enfrentarnos a asumir alguna responsabilidad. Buscamos en el cajón de los pretextos el mejor para justificar nuestras acciones. En esta ocasión me pregunto: ¿Qué son las excusas? Son un recurso para evitar realizar o hacer alguna faena, para evadir nuestro compromiso, o peor aún, elaborar una coartada y así evitar ser, o disculparse para no reconocer un error. El Dr. Marshall Goldsmith catedrático y escritor norteamericano asegura que “una excusa es la explicación práctica (nosotros diríamos útil o que nos queda cómoda) cuando de alguna forma estamos decepcionando a otras personas”.

Se ha puesto a pensar querido lector en la larga lista de excusas que exponemos para evitar hacer algo, ya sea en el trabajo, en el estudio, con los amigos o familiares, entre otras, y que recuerdo muy bien haber utilizado alguna vez como: exponer alguna enfermedad, citas imaginarias que se empalman, una emergencia familiar, la muerte de alguien cercano, una descompostura del auto, la ponchadura de una llanta, encontramos en el camino un choque aparatoso, un exceso de tráfico, el cansancio repentino, una junta importante, recordamos que tenemos un viaje. Las excusas son absolutamente una protección para encubrir nuestras incoherencias, ya lo decía el libro sagrado de la biblia: “Si estas lleno de excusas, no estás escuchando a Dios sino al enemigo”, la excusa asegura esta frase es realmente dañina, por eso debemos evitarla.

Si lo pensamos más detenidamente podemos deducir que escudarse en los pretextos no es bueno, es realmente un autoengaño, la sicología encontró que detrás de ellos hay miedo, incertidumbre y falta de propósito. Hay que recordar al filósofo Kant, quien pensaba en la autonomía de las personas, esa capacidad para tomar decisiones es atreverse a pensar por sí mismo, en fin, ser nuestro propio dueño, es decir, nosotros somos los únicos responsables para utilizarlas o no. El abuso de ellas se puede convertir en un peligroso hábito porque dañan nuestra imagen ante los demás, nos volvemos poco confiables, afectando severamente nuestra relaciones con los otros.

La sicóloga Teresa Tero definió un término: el síndrome de esqueísmo, en el cual la mayoría de las personas caemos. Ella afirma que es la tendencia humana de buscar justificaciones a una conducta tóxica en lugar de buscar soluciones o aprendizajes. Frecuentemente pensamos que las excusas son la mejor solución para esconder de una manera elegante nuestras faltas, eludir nuestra responsabilidad o disculpar nuestros errores y así evitar que nos juzguen de manera negativa.

Tenemos que reconocer que abusar de los pretextos es un mal hábito; es mejor evitarlos, comprender que no son necesarios. En este sentido, los estudiosos recomiendan los siguientes pasos para no recurrir a ello.

En primer lugar la honestidad; es necesario mostrar respeto hacia los demás y por supuesto a nosotros mismos, apoyar la verdad de los hechos. Otro paso se refiere a la congruencia, es decir, que exista coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, en una palabra: ser auténticos. El siguiente elemento que recomiendan los estudiosos es actuar con cautela, ser precavidos, prudentes, actuar con precaución y de manera reflexiva en nuestras acciones y decisiones, tener cuidado en lo que hacemos, estar alerta, vigilante y discreto ante las situaciones. Por último, actuar con sinceridad, manifestarnos tal y como somos, con claridad y transparencia en la relación que establecemos con los demás, mostrar nuestros genuinos pensamientos, sin hipocresía o simulación. Lo invito a no dar pretextos, excusas, es mejor dar una sincera disculpa, asumir con responsabilidad nuestros errores, de esta manera no limitaremos nuestro potencial y tendremos una gran oportunidad de crecimiento, ya lo decía Séneca: “No querer es la causa, no poder el pretexto”.

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