Nacional
Por Agencia Reforma
Publicado el sábado, 6 de julio del 2024 a las 08:54
Tulum, Q. Roo.- Agolpados casi unos sobre otros, un grupo de turistas extranjeros celebraba con euforia cada tanto anotado de penal en el juego entre Francia y Portugal, el cual seguían desde el restaurante Burgerito.
Lo miraban en una laptop, no en las pantallas del establecimiento, pues éste permanecía sin energía eléctrica la tarde de ayer, al igual que buena parte de este municipio quintanarroense donde apenas algunas horas antes había impactado el huracán “Beryl”.
Al mismo tiempo, y a sólo unos metros de los animados visitantes a quienes urgía ya volver a la normalidad, una larga fila de pobladores se extendía desde el Palacio Municipal hasta la cocina comunitaria instalada por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en espera de una ración de alimento.
“ Avisó la Gobernadora (Mara Lezama) que si uno no puede prender lumbre o algo, viniera por un platillo de comida; por eso vinimos aquí. En casa se mojó toda la leña, no se puede prender nada. Por eso salimos”, contó a Grupo REFORMA Araceli Aguilar, quien vivió el arribo del ciclón en su hogar, junto con los 10 integrantes de su familia, prácticamente en vela.
“ ¿Quién va a dormir con eso?, pero teníamos fe en Dios de que no iba a pasar nada. Tenemos bebés recién nacidos, hay quien está a punto de dar a luz, y tampoco la podía dejar. Le digo a mi hija: ‘No, pues si te vas a aliviar, así nos vamos, venga huracán o venga lo que venga, nosotros nos vamos”, agregó la mujer formada casi al final de la cuantiosa hilera.
Por suerte, el impacto del fenómeno climatológico, que provocara varias muertes y heridos en su paso por Jamaica, resultó leve sobre el territorio mexicano, donde se degradó a tormenta tropical hacia la tarde, como informó al momento Lezama, igualmente presurosa a destacar el saldo blanco en la entidad que gobierna.
Quizás el mayor efecto de “Beryl”, de cuya puntual atención no pueden jactarse las autoridades, sea haber dejado en evidencia la diametral desigualdad entre quienes habitan en este territorio y los que sólo están de paso, para quienes incluso era una molestia interrumpir sus vacaciones por las consecuencias de una situación así.
“ Veo a la gente demasiado exagerada para lo que fue el huracán, exageró mucho la gente de aquí. Son ciudades turísticas, son ciudades de huracanes, tendrían que estar preparados para revivir esto. Nos íbamos a quedar aquí, pero nos vamos porque no hay luz, no hay nada; todos los hoteles sin luz, sin agua, sin Internet, sin nada”, reprochaba hacia el mediodía Christina, turista de origen español.
“ Sí, la verdad fue mucha la exageración; qué bueno que toman sus precauciones, pero creo que hay muchísimo turista, y nos golpeó muy feo”, agregó Octavio, su acompañante.
“ No hayamos dónde quedarnos, ya hemos gastado más de 3 mil pesos en puro taxi de irnos a un hotel, a otro, a otro”.
La fila en la que ambos aguardaban su turno en la terminal del ADO no se comparaba con la de quienes esperaban por una ración de atún a la mexicana, arroz blanco y frijoles, además de agua de horchata y tortillas, que es lo que los militares comenzaron a servir alrededor de las 15:00 horas, una hora después de lo anunciado.
La primera en ser servida, de las más de 300 personas formadas, fue Nancy del Rosario, de 40 años, quien llegó desde las 10:00 horas, cargando consigo un recipiente de plástico por si había oportunidad de llevar algo a casa.
Para las 18:00 horas, ya sólo quedaba abierto uno de los nueve refugios habilitados en el municipio.
“ Para mí, fue lo mejor estar aquí, en el refugio, porque prácticamente el otro año (en 2020, con los huracanes Gamma y Zeta) sí me fue mal; la pasé en un baño con siete personas, apretadas. Entonces, aquí me sentí más segura, más cómoda”, contó en entrevista la madre de familia que llegara un día antes, después de las 20:00 horas, por lo que ya no alcanzó el arroz con leche que dieron como cena.
De no resguardarse en uno de estos espacios, como también hicieron 2 mil 193 personas, según la información de las autoridades, Senayda y su familia corrían alto riesgo dadas las condiciones de su hogar, una palapa que renta por 3 mil 500 pesos en la llamada “zona de invasión”; “ya le subieron mucho, y es casa muy pequeñita, sólo es la pura casita de madera y techo de cartón”, describió la mujer originaria de Chiapas.
El potencial desastre quedaba así superado, y acaso sólo persista todavía aquel otro, el del día a día, derivado de las condiciones marginales en las que tantos subsisten. Pero por ahora todo vuelve a la normalidad, y los goles de Kylian Mbappé y Cristiano Ronaldo se celebran con júbilo en el centro de Tulum.
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