Arte
Publicado el domingo, 13 de octubre del 2024 a las 11:45
Ciudad de México.- Conoce México a través de sus leyendas.
La historia cuenta que a la Guadalajara colonial llegó un hombre muy rico de Europa, quien todas las noches salía vestido de negro y con una actitud misteriosa. Se llamaba Don Jorge.
Cada que salía aparecían animales muertos, pero éstos se empezaron a convertir en humanos. La gente asustada decidió salir en busca del causante, cuando, cerca del Panteón de Belén, escucharon gritos. Era Don Jorge, atacando con la boca el cuello de un hombre.
La gente lo persiguió, pero él logró huir, así que el cura de Guadalajara lo fue a buscar a su hacienda, para hacerle un exorcismo. El Vampiro juró vengarse de todos, cuando alguien le clavó una estaca en el pecho.
Al morir, lo enterraron en el mismo Panteón de Belén. Pero lo extraño sucedió cuando un árbol empezó a crecer justo por encima de la lápida de Don Jorge, misma que se rompió. La leyenda dice que el día que el árbol sea derrumbado o que las raíces rompan por completo la lápida, Don Jorge, el vampiro, regresará a llevar a cabo su venganza.
Así que no se olviden de visitar el Panteón de Belén cuando vayan a Guadalajara, Jalisco.
María de Ávila, quien vivió en el siglo XVI, se enamoró de un mestizo de apellido Arrutia, quien quería casarse con ella por su dinero y status social.
Los hermanos de María, Daniel y Alfonso se enteraron de lo que estaba pasando y se opusieron rotundamente a que ese matrimonio se llevara a cabo, así que le prohibieron a Arrutia ver a María. Al principio él se negó, pero los hermanos le ofrecieron mucho dinero que él aceptó para marcharse.
Se fue. Sin ninguna explicación a María, quien cayó en una profunda depresión. Dos años estuvo así, hasta que sus hermanos decidieron enclaustrarla en el Antiguo Convento de la Concepción, donde se la pasaba rezando y pidiendo por él.
Un día, no pudo más con el dolor y se ahorcó en un árbol de duraznos en el patio del convento. La enterraron allí mismo y un mes después de su muerte, su fantasma empezó a aparecer por las noches, reflejándose en las aguas del convento cuando alguna de las novicias o monjas se veía el rostro. Desde entonces se prohibió la salida de cualquiera de ellas al jardín cuando anocheciera.
La leyenda cuenta que como no podía soportar estar sin su amado, ya muerta salió a buscarlo y lo mató para estar con él aunque sea en el más allá.
Visita el convento en la calle Belisario Domínguez número 5 en el Centro Histórico. Llega con el metro Bellas Artes y Garibaldi. Búscalo entre las calles Lázaro Cárdenas, Calle 57 y Allende.
Cuentan que hace muchos años, en Córdova, existió una mujer misteriosa, porque vivía aislada del trato social y no se conoció su procedencia. Se dice que era huraña porque su belleza era tanta que cuando salía a la calle, era víctima de habladurías. Se le conocía también porque usaba hierbas para hacer curaciones maravillosas y por predecir sucesos naturales, como temblores y hasta por conjurar tormentas.
Esa fama empezó a inquietar a los habitantes de Córdova, quienes la empezaron a acusar de bruja. Todos parecían obsesionados con ella, pero el alcalde era el principal. Su nombre era Martín de Ocaña, un hombre ya de edad que le confesó su amor y le ofreció hasta “las perlas de la virgen”, con tal de que ella estuviera con él, pero la mulata no accedió.
Don Martín, despechado y desairado, la acusó de haberlo hecho tomar un brebaje para que perdiera la razón. La mulata, a la fuerza, fue llevada a la Fortaleza de San Juan de Ulúa, donde fue juzgada y castigada a morir quemada en leña verde frente a todo el pueblo.
Mientras esperaba su castigo, logró convencer al guardia para que le regalara un gis. Él no se pudo resistir y se lo consiguió. La mulata empezó a dibujar en las paredes de su celda un barco con las velas desplegadas que se mecía sobre las olas del mar.
Era una obra de arte que dejaba perplejo a cualquiera. Fue entonces cuando la mulata preguntó: ¿Qué es lo que crees que le hace falta al barco? A lo que el carcelero le contestó: Andar… En eso ella le dijo: Pues mira como anda… La mulata dio un salto y se subió al barco, despidiéndose del hombre que la resguardaba, quien sólo veía lo que sucedía asombrado, el barco se perdió en el horizonte que ella dibujó.
Es conocido por todos, porque apenas mide 68 centímetros de ancho, por lo que los balcones de las casas están casi pegados. La leyenda de este lugar nace del amor prohibido de una pareja de enamorados, Carlos y Ana, quienes se citaban clandestinamente en uno de sus balcones, para demostrarse su amor.
Un día, el padre de ella los descubrió y se opuso por completo a ese amor, al grado de matar, ahí mismo, al enamorado.
Otra versión de la historia indica que la asesinada fue Doña Ana, quien murió después de que su padre le enterrara una daga por la espalda.
Don Carlos, al ver la muerte inminente de su amada, besó su mano aún tibia, de ahí el nombre de este lugar.
Hoy en día, se dice que las parejas que se den un beso en el tercer escalón, tienen garantizados 7 años de felicidad. Ritual obligado para las parejas que visitan Guanajuato.
En De10.mx, ya hemos hablado de la leyenda de esta particular isla que se encuentra en el Valle de México. La gente cuenta que Don Julián Santana, un hombre que vivía en una chinampa, empezó a recolectar muñecas que se encontraba por doquier, para “espantar al espanto”. Y es que se cuenta que cerca de su chinampa, murió una niña ahogada, quien solía asustar a Don Julián, así que él, en ofrenda de paz, le regalaba las muñecas para que juegue con ellas.
A lo largo de muchos años coleccionó miles de muñecas, entre las que él encontraba y le regalaban. Don Julián murió, solo. Y ahora dicen que es él quien de repente se aparece a cuidar de sus muñecas. Lee la historia más detallada aquí.
No te pierdas de conocer la Isla de las Muñecas dando un paseo en trajinera por los canales de Xochimilco.
La historia cuenta que una mujer indígena tuvo un romance con un hombre español; relación de la que nacieron tres hijos, a quien ella atendía devotamente. Pero, el padre de ellos, no parecía estar muy contento con la relación, pues cada que ella buscaba formalizar, él se negaba. Pasó el tiempo y él se terminó casando con una damisela española. Ella no pudo con lo sucedido y perdió la razón. Aquella mujer indígena se dirigió al Lago de Texcoco y ahí ahogó a cada uno de sus hijos, para luego suicidarse ella.
Desde entonces, se dice que se escucha el lamento de una mujer joven que viene del lago; dicen que grita por sus hijos y que se puede ver que es una mujer vestida de blanco y delgada que deambula sin rumbo hasta esfumarse de nuevo en el lago.
Se cuenta que en la ciudad de Morelia, en la calzada de San Diego, existe una casa donde llegó a vivir Don Juan Núñez de Castro con su esposa Doña Margarita Estrada y su única hija, Leonor, pero sólo de Don Juan, pues Margarita era su segunda esposa. Mujer que constantemente humillaba a Leonor, quien tenía una belleza inigualable.
Un día, a Morelia, entonces Valladolid, llegó un noble de la corte del Virrey, quien en un paseo conoció a Leonor y se enamoró, pidiéndole permiso para cortejarla. Ella aceptó y se vieron en una ventanilla del sótano de la casa, donde Leonor dormía porque su madrastra no quería que mostrara su belleza en ningún lugar.
Así pasaron los días de romance, hasta que Doña Margarita los encontró y cerró toda ventana, dejándolos sin comunicación. Pero él no sabía qué había pasado porque tuvo que salir corriendo a asuntos del reino. Nadie sabía que Leonor estaba prisionera. Los días pasaron y ella seguía encerrada.
Buscando comida para mantenerse para su amado, sacaba una mano por la ventanilla para implorar limosna. La gente ya rumoraba de la mano que salía por la reja, pero Doña Margarita se había encargado de disipar los rumores.
El enamorado, después de un largo viaje, regresó buscando a Leonor. Cuando llegó a su casa, se encontró con el padre, quien la mandó a buscar. Fue allí cuando la encontraron muerta. Su gran amor, le dio sepultura vestida de novia y tanto Doña Margarita, como su padre y los criados, fueron enviados a prisión.
Se dice que ahora, en la reja del sótano se ve una mano pálida y descarnada que implora por caridad diciendo: “Un pedazo de pan por el amor de Dios…”.
Dos ambiciosos amigos Misael Galán y Gildardo Higinio, decidieron que querían hacerse ricos y fueron en busca de una mina, que se encontraba por la cordillera que separa al municipio de Vetagrande de la capital Zacatecana.
Durante cinco días buscaron, hasta que encontraron una cueva de aspecto extraño, a la que se acercaron y donde hallaron una roca brillante semienterrada. Lo que les llamó la atención y se pusieron a escarbar cerca de ella, pues pensaban que era oro.
Lograron sacar la roca y se acostaron a descansar. Al día siguiente, los jóvenes fueron encontrados muertos. El acta de defunción dice que perdieron la vida en una riña entre ellos mismo. Se cuenta que fue la ambición la que acabó con ellos, porque al final la piedra no tenía ningún valor.
La gente cuenta que quien se encuentra con ella, se vuelve agresivo y ataca sin razón aparente. Y es que la piedra servía para afilar cuchillos, lo que muchos hicieron, antes de transformarse en seres violentos.
Ante la caótica situación, se decidió que la roca fuera llevada lejos del alcance humano, justo en lo alto de un muro posterior de la catedral Zacatecas, debajo de la campana chica.
El rey Zapoteca Cosijoeza y la reina Coloyocaltzin, tuvieron un hijo llamado Cosijpi, a quien mandaron a gobernar el Istmo de Tehuantepec, donde tuvo una hija llamada Donají.
En esos tiempos, había guerra entre los zapotecas y los Mixtecos, quienes tomaron a la princesa como rehén de paz. Pero cuando se vieron amenazados, la decapitaron. Nunca dijeron dónde había puesto la cabeza. De ahí se generó la duda: ¿dónde está la princesa Donaji?
Le leyenda cuenta que un pastor se encontraba cuidando sus animales en lo que hoy se conoce como San Agustín de las Juntas (cerca del aeropuerto internacional de Oaxaca), cuando encontró un lirio silvestre, flor que se conoce como Azucena, el cual decidió arrancar desde la raíz. Al momento de cavar, se dio cuenta de que había una oreja hasta ver la cabeza humana completa, que se dice permanecía intacta. Era la princesa Donají. Su cabeza y su cuerpo se juntaron y fueron llevados al templo de Cuilapam.
Cuenta la leyenda que todo esto ocurrió en la Costa Grande de Guerrero. Una mujer había juntado sus monedas de oro para visitar al papa en el Vaticano. En ese entonces, no había muchos transportes y la mujer tenía que caminar por la orilla de la playa hasta llegar a Acapulco; tardaría un día y medio.
El día de su partida llegó y a las 4 de la mañana, sin luna en el cielo, salió guiándose por la espuma del mar y un candil de petróleo. Pero nada de lo que había planeado resultó, porque cuando iba caminando, unos hombres la atracaron, la robaron y la mataron.
La mujer no logró su cometido y se dice que ahora se pasea por la costa con un candil. Esto ocurrió entre Carrizal y Mitla.
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