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Coahuila

La vida riesgosa de un saltillense

Por Carlos Gaytán Dávila

Hace 58 minutos

Héctor Aguirre Narro fue un personaje de nuestro tiempo, nativo de la ciudad de Torreón, pero saltillense por voluntad propia, quien se enfrentó a algunos percances que pudo sortear, metafóricamente a semejanza de un torero.

Inquieto como era, corrió “la legua”, se alejó de la ciudad para recorrer grandes distancias en el territorio nacional.

En ese ir y venir por el país, Aguirre Narro, intercambia golpes en el entrenamiento con el famoso campeón mundial de boxeo, el tapatío José Becerra, quien practicaba esta difícil actividad, cuando termina sus labores como trabajador del negocio Carrocerías Guadalajara. Al igual que Becerra, Aguirre incursionó en el brutal deporte de las orejas de coliflor y las narices chatas.

A su regreso a Saltillo hizo de todo para ganarse la vida, desde entregador de la Tintorería Majestic del flemático exguía de turistas del Hotel Arizpe, Daniel Gallegos, hasta cadí, (la persona que asiste a un golfista en la práctica de dicho deporte) o sea cargador de la bolsa con los bastones para la práctica del golf, actividad que desarrollo por algunos años en el Club Campestre.

La inquietud lo llevó a recorrer el país y es así como llega a la Ciudad de México, donde se contrata en el mismo oficio en uno de los 20 clubes de golf que existía en la década de los años sesenta del siglo pasado, en la capital del país. Luego se le unirían otros dos saltillenses, José Martínez Valdés y Francisco Reynoso. Aguirre Narro fue extraordinario bailarín y maestro de baile; ganó algunos concursos en salones de la Ciudad de México. Aquí, en los diferentes patios y salones donde se organizaban bailes, demostró la calidad que poseía.

Ya no quiso recorrer la legua, y se instala para siempre en Saltillo y se incorpora a la Banda de Música del Estado cuando era su director don Pompeyo Sandoval Aguirre, aquel larguirucho músico, trompetista para ser más exactos. Hay una anécdota que aún revolotea en la memoria de muchos saltillenses de esa era.

Dejaba la banda solo y los músicos daban rienda suelta a su individualidad para tocar una especie de jazz o improvisar melodías o bien atender peticiones de canciones que estaban de moda, mientras que Pompeyo se iba a platicar con las personas, pues era un gran charlista.

Héctor Aguirre Narro era una especie de localizador o llamador de músicos de la banda, cuando les tocaba ir a algún evento o salir de la ciudad. Además, se encargaba de colocar las partituras en los atriles de cada integrante de la gran banda.

Un atril es un mueble que funciona como un soporte que sirve para sostener partituras, libros, entre otros. También, se le conoce como facistol, cuando este posee grandes dimensiones.

La partitura es el papel pautado donde los músicos escriben las melodías, conocido además como pentagrama o sea el soporte escrito de las melodías en las respectivas claves musicales.

Era muy común ver a Héctor con mucho entusiasmo haciendo su trabajo en este grupo musical muy tradicional en Saltillo y el estado.

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