El papel que juega el PAN dentro del tablero electoral nacional es producto de una dualidad marcada desde su fundación y posteriormente su desarrollo. Como partido, se integró desde la oposición y eligió convertirse en un instituto que desde su trinchera señalara todos aquellos actos de corrupción de los gobiernos y propusiera una nueva alternativa para gobernar.
La elección innata de ese rol implicó convertirse en un partido que generó tan altas expectativas, que a la hora en que comenzaron a llegar los gobiernos y los cargos públicos, cualquier error por pequeño que este fuere, tendría un impacto y consecuencia importante: el castigo de los electores.
A manera de reflexión quiero plantear la interpretación del desarrollo que ha tenido el Partido Acción Nacional como un partido que “obligado” a dar los mejores resultados siempre.
Desde esta perspectiva quiero contribuir a la comprensión del papel que jugó, juega y jugará Acción Nacional en la evolución de la vida pública respecto a la construcción del Estado mexicano, en medio de una crisis propiciada por el mediocre y extremista Gobierno de la 4T.
El siglo 20 concluyó con el ascenso de la oposición al Gobierno federal. Esta situación en buena medida fue posible porque el PAN a lo largo de muchas décadas se erigió como el representante institucional más importante de la oposición.
La capacidad de adaptación que Acción Nacional mostró a lo largo de los años y la constante participación que tuvo en el proceso de cambio, hicieron de nuestro partido una excepción de entre el resto de los partidos de centro-derecha que se fundaron el siglo pasado.
El PAN no solo logró permanecer en la lucha electoral, sino además transitar de ser oposición a gobernar. Con el triunfo de Vicente Fox en las elecciones de 2000 y de Felipe Calderón en 2006, el PAN se integró de lleno a la consolidación de un nuevo proyecto, pero ahora desde el Gobierno, y con altísimas expectativas. Aunque la historia de la alternancia comenzó a darse en los municipios y gobiernos estatales, esta se consolidó en este pasaje.
A partir de ese momento, la “luna de miel” del “eterno opositor” terminó, y era impostergable comenzar a dar resultados para convertirse en un contraste inmediato a los gobiernos anteriores pero a partir de una vara muy alta que el propio Acción Nacional se había creado y que la ciudadanía había comprado en gran medida por la ideología, su mística, pero principalmente por sus principios de doctrina, que los diferenciaban del resto.
Entendiendo “principios” como aquellas afirmaciones a partir de las cuales se van a hacer, se pueden y se deben hacer otras. Afirmaciones originarias, afirmaciones para desarrollar, para continuar. Principios porque son principales y son principios en segundo término porque son inicios; es decir de ahí se arranca para algo.
Entonces, cuando hablamos de “principios de doctrina” hablamos de aquellas ideas principales y originarias del PAN que son para ser enseñadas, para hacer llegar a muchos más, y para desarrollarse. Esto dio al PAN un nivel superior sobre aquellos partidos que habían emanado de otros partidos y que prácticamente estaban “huecos”.
La ciudadanía ha elegido al PAN muchas veces por los extraordinarios candidatos que han ido a campaña, por las propuestas o por la causa que hemos enarbolado, pero principalmente por lo que la institución representa. Esto obliga a nuestro partido a hacer las cosas mejor que los demás.
Mientras algunos postulan candidatos con denuncias por acoso sexual o por escándalos de corrupción y no pasa nada, mientras otros o esos mismos eligen como funcionarios a figuras impresentables de la politica nacional y nadie les pasa factura, Acción Nacional tiene la obligación, nada mas y nada menos de enaltecer y devolverle la credibilidad a la política y la función publica en nuestro país, por que la ciudadanía cuando elige al PAN, lo elige esperando resultados y en el PAN ya debería de habernos quedado claro, que no podemos fallar.
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