Durante la pandemia, las mujeres han enfrentado múltiples, variados y de distintos niveles de complejidad problemas relacionados con el género. Estos van desde la doble o triple jornada laboral, la marginación para las trabajadoras del hogar, el crecimiento y recrudecimiento de la violencia doméstica, el desempleo, entre muchos otros.
La desigualdad que pocos días antes de declararse el estado de emergencia en México, había quedado de manifiesto con una marcha, y la visibilización de la importancia del respeto que merece la mujer en el entorno cotidiano, haciéndose espontáneamente invisible, habían ganado terreno en la lucha por la reivindicación de sus derechos.
El mes de enero del 2021, concluye con la reanudación de actividades de diversa índole en diferentes Estados del país. Algunos expertos opinan que el 2020, cambió la vida en sociedad y que las cosas no volverán a ser como en la pre-pandemia.
El día de hoy apenas con la luz tenue de la esperanza en una vacuna, podemos empezar a vislumbrar sobre el futuro que será para las mujeres, el nuevo despertar a nuevas desigualdades.
En los países desarrollados, las cuarentenas hicieron mella en los avances que las mujeres habían logrado como fuerza laboral. México, se ubicó en el puesto 124 de 153 en un análisis del Foro Económico Mundial sobre las oportunidades económicas de las mujeres en 2019. Lo que significa que, como país, ya teníamos un grave problema.
Los sectores con predominio de mujeres profesionales son los de mayor impacto en pérdidas de empleo por la pandemia, y los más complicados en recuperación. Las rutas en la formación de las jóvenes generaciones deben cambiar.
Hace días un medio digital, publicó que International Youth Foundation (IYF), lanzó la campaña “La vocación no tiene género” para sensibilizar y empoderar a las mujeres jóvenes a que se desempeñen en carreras profesionales como tecnología y ciencias. La campaña forma parte del programa Pathways to Success, financiado por PepsiCo Foundation.
Los datos de la UNESCO, revelan que menos de un 30% de todos los investigadores en el mundo son mujeres. Además, los Premios Nobel en Química, Física, Fisiología y Medicina han sido obtenidos por 599 hombres, frente a las 17 mujeres que lo han logrado.
“Si no revertimos esta tendencia y si no tenemos una paridad real en mujeres y hombres definiendo y diseñando las tecnologías del futuro, corremos el riesgo de que las relaciones de poder entre hombres y las mujeres se inviertan nuevamente…”, afirmó el Secretario General de la ONU, António Guterres, con motivo del Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, el 11 de febrero del 2020.
Desarrollar nuevas habilidades, despertar el interés en competencias digitales y en el campo científico, serán los nuevos techos de cristal que debemos afrontar. Habrá que romper estereotipos que vinculan a la ciencia con la masculinidad a fin de activar la economía en unos años, ya que la crisis a la que nos enfrentamos ya está presente.
Quizá alguien señale que escribir esto ahora, es anticiparnos demasiado a los anuncios con motivo del 11 de febrero de este año. Sin embargo, nunca es tarde o temprano para pensar en lo que ha de venir. La juventud, siempre simboliza la esperanza de un mejor futuro. No hay limitación de tiempo y espacio para ponderar el rol que debemos desempeñar en esta sociedad que ya cambió. El futuro para las mujeres puede ser muy distinto al que advertíamos antes de la pandemia, si no nos responsabilizamos de la educación de nuestras jóvenes. Pensemos en ellas, pensemos en su futuro, ya que en ellas está, la esperanza del mundo.
Notas Relacionadas
Más sobre esta sección Más en Clasificados