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La policía

Por Juan Latapí

Hace 1 hora

Todos en algún momento hemos sido víctimas de algún abuso por parte de la policía. El concepto que tenemos de las llamadas fuerzas del orden público es francamente malo; no en balde la policía en México ocupa el primer lugar en la escala de desprestigio, seguida por los legisladores.

Ya nos acostumbramos a ver en las noticias la participación de policías o ex policías en algún delito o abuso de autoridad. Delitos en los que se ven involucrados en accidentes de tránsito con víctimas mortales, varias veces alcoholizados, que en pocas horas quedan en libertad; también como encubridores de accidentes de tránsito en los que ocultan y protegen a los influyentes irresponsables. Y lo peor de todo es que no pasa nada.

Ante una situación de emergencia dudamos en acudir a la policía y cuando somos víctimas de algún delito dudamos en presentar la denuncia correspondiente ante la autoridad porque sabemos que es una pérdida de tiempo, y en caso de hacerlo pedirán apoyo para la gasolina y si de milagro llegan a atrapar al delincuente en pocas horas será liberado.

Y si dudamos en acudir ante la autoridad para denunciar alguna agresión, mucho menos acudiremos a denunciar algún abuso policiaco. Sería como pretender denunciar a los vampiros ante el conde Drácula en su castillo.

La falta de confianza y credibilidad han llegado a tal extremo que sabemos que tiene más probabilidades de prosperar una denuncia subida al Facebook que si la presentamos ante la autoridad “competente”. Cuando la policía comete alguna fechoría le tienen más miedo a un quemón en ‘el Feis’ que a la Justicia, como sucedió hace poco cuando unos policías fueron sorprendidos robando chatarra en AHMSA.

La prepotencia y la falta de educación son el común denominador de las corporaciones policiacas. Llama poderosamente la atención que los integrantes de las Fuerzas Armadas, a pesar de su origen humilde y rural, son mucho más respetuosos, atentos y serviciales.

Así como hay malos elementos también los hay buenos, aunque sean los menos y resulte difícil toparse con alguno de ellos. Desafortunadamente estos últimos raramente logran sobrevivir en el turbio medio en el que se desempeñan. También -hay que decirlo- todos tenemos alguna anécdota de algún policía amable y servicial; aunque sea solo una.

A principio de este mes la ONG Causa en Común publicó el análisis “Las policías en México: radiografía de un retraso crónico (2018-2024)” en el cual señala la situación que prevalece en las corporaciones policiacas, destacando que uno de los principales problemas son los bajos salarios y las condiciones laborales que prevalecen en la policía.

Para que un Estado pueda brindar orden y garantizar seguridad a la ciudadanía -menciona la publicación- es primordial contar con policías profesionales y eficientes. Sin embargo, el abandono de los policías por parte del Estado resulta de la inoperancia del Consejo Nacional de Seguridad Pública, de los estancamientos y recortes presupuestales, y del acelerado avance de la militarización. Lamentablemente las policías en México trabajan en condiciones cada vez más precarias mientras la violencia extrema y la criminalidad cobran arraigo en todo el país.

Con esas condiciones adversas difícilmente se podrá contar con el personal profesional que se requiere, y por el contrario, con mala paga seguirán siendo fácilmente sobornables y corruptos. Bajo esas circunstancias lo más atractivo de pertenecer a una corporación seguirá siendo una opción para delinquir bajo el amparo de una placa o credencial.

La deficiencia y los vicios de la policía obedecen en gran medida a la falta de interés y capacidad por parte de nuestros gobernantes que no les interesa erradicar las corruptelas ancestrales enquistadas en las corporaciones.

De acuerdo a lo que plantea Causa en Común, el contar con una policía confiable no es solo tarea del gobierno y de las instituciones de seguridad pública, sino también una responsabilidad de los ciudadanos. Por ello apremia la creación de mecanismos de supervisión externa de la policía.

Este tipo de mecanismos ciudadanos representan uno de los contrapesos más importantes para las instituciones de seguridad pública ya que sus funciones consisten en dar seguimiento a las quejas que los ciudadanos han emitido.

¿Cuántas veces nuestros diputados han presentado una propuesta al respecto? Prefieren la frivolidad y ser opiniólogos.

Si el primer lugar en el desprestigio que ocupa la policía se debe en gran medida a los bajos salarios y pesadas condiciones laborales, cabe cuestionarse por qué entonces los legisladores ocupan el segundo lugar en desprestigio si tienen salarios, prestaciones y condiciones laborales privilegiados.

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