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La otra versión del pleito de Morena en San Lázaro

Por Salvador García Soto

Hace 1 mes

Como en toda historia, siempre hay dos versiones. Diputados de la bancada de Morena en San Lázaro, que fueron desplazados de las comisiones y sus presidencias, buscaron a esta columna para dar su posición sobre la molestia interna y el choque de grupos al interior de la bancada oficialista.

Y ellos sostienen que el coordinador Ricardo Monreal y su super operador, Pedro Haces, impusieron el reparto y las presidencias de 15 comisiones, presionando las firmas de los diputados y realizando una votación a mano alzada a las 3 de la mañana del pasado jueves, sin aceptar la realización de una votación interna libre, secreta y democrática.

El choque que tiene dividido al grupo mayoritario de la Cámara de Diputados hizo crisis por el tema de las comisiones, pero no comenzó ahí, según la versión que nos dan legisladores que piden el anonimato. El primer hecho que generó un conflicto al interior de la bancada morenista fue la aprobación de su reglamento interno, el cual se les circuló apenas un día antes de la celebración de la Sesión Plenaria en la que debían debatirlo y votarlo los diputados.

Frente a esto, la vicecoordinadora Gabriela Jiménez, cercana a la presidenta Claudia Sheinbaum, solicitó que se modificaran nueve artículos del reglamento, y aprobarlo mediante voto libre y democrático porque no estaban de acuerdo con su contenido.

Lo primero que cuestionaba Jiménez a nombre de un grupo conformado por al menos 28 diputados fue que con la redacción del reglamento la vicecoordinación de Vinculación Parlamentaria (la única posición para una mujer en la toma de decisiones del grupo) perdía las funciones sustantivas que había tenido en la pasada Legislatura y se le reducía a un cargo casi honorario, con lo que se eliminaba la garantía de “Paridad Sustantiva” al interior de la Mesa de Coordinación de la bancada, ya que todos son hombres en los cargos de toma de decisiones, salvo la vicecoordinadora.

En el fondo, lo que ocasionaba el enojo y la inconformidad de los diputados que se autodefinen “claudistas”, era que a la Coordinación de Operación Política, que no existía anteriormente y que se creaba para imponer al diputado Pedro Haces, compadre y operador cercanísimo del líder Ricardo Monreal, se le estaban dando “funciones desproporcionadas, facultades que excedían su carácter operativo”, mismas facultades y funciones que se les quitaban a las dos vicecoordinaciones del grupo morenista.

Pero la respuesta del grupo que se asume como “mayoritario”, fue una negativa a la petición de analizar los nueve artículos cuestionados con el argumento de que “se buscaba dividir al grupo”. Los legisladores inconformes insistían en que se abriera la discusión del reglamento y, una vez debatidos los temas de polémica, se procediera a una votación por voto libre y secreto. Como no hubo acuerdo y la situación se empezaba a tornar cada vez más tensa, se acordó que fuera la Mesa de Coordinación de la bancada la que se reuniera y lograra un acuerdo.

La reunión de la Mesa se llevó a cabo y se lograron acuerdos que fueron leídos por el diputado Luis Humberto Fernández Fuentes. Para calmar la rebelión y la inconformidad por el tema del reglamento, Ricardo Monreal ofreció que las presidencias de las comisiones se definirían también mediante acuerdo de la Mesa de Coordinación, y que luego se presentaría al pleno grupal una propuesta de consenso, bajo la promesa de que “el 70% de las comisiones serían presididas por mujeres”, para compensar la falta de paridad en la Mesa Directiva.

El 8 de octubre pasado se llevó a cabo la primera reunión para la asignación de 11 comisiones, producto del consenso de la Mesa de Coordinación. Pero cuando se convocó a una segunda reunión para definir las 15 comisiones que restaban, las cosas se volvieron a poner tensas y no hubo acuerdos, al grado de que Alfonso Ramírez Cuéllar y Gabriela Jiménez se levantaron de la mesa llamando “tramposo” a Pedro Haces.

Ahí empezó la división que hoy tiene bajo tensión y amenazas de fracturas a la bancada de Morena en San Lázaro. La reunión plenaria para definir las 15 comisiones restantes se convocó el pasado jueves, justo cuando los diputados terminaban la maratónica y tensa sesión en la que se aprobaron las leyes secundarias de la reforma judicial.

Eran las 2:45 de la madrugada del viernes cuando a los morenistas les avisaron que a esa hora se llevaría a cabo la plenaria, y cuando la mayoría fueron llegando, desvelados y tras haber pasado todo el día en sesión, se les presentó una “planilla” supuestamente ya consensuada por la Mesa de Coordinación, en donde se repartían los espacios y presidencias de las mencionadas comisiones legislativas.

Tras un debate interno que se daba de madrugada comenzó el jaloneo por que la “planilla” que se les presentó y que se les pedía votar a mano alzada, no por voto libre y secreto, ya traía la firma de 190 diputados.

Con la imposición de “la mayoría” y mediante votación a mano alzada, esa madrugada se aprobó la integración y las presidencias de las comisiones que restaban. El grupo encabezado por Ramírez Cuéllar y Gabriela Jiménez abandonaron la sesión y dieron portazo, argumentando una “imposición antidemocrática” porque no se permitió discutir y votar de manera libre y secreta a los morenistas.

De los 220 diputados morenistas que estuvieron presentes en la reunión de madrugada, se salieron molestos más de 60, muchos más que también querían retirarse ya no los dejaron salir y la reunión terminó a los 15 minutos.

Y ante esta versión que completa el panorama de la disputa interna de Morena en la Cámara de Diputados, apenas mes y medio después de que arrancara esta Legislatura, replanteamos dos preguntas.

La primera: Si los que son mayoría y tienen en su poder absoluto modificar la Constitución y las leyes de este país, a la par que gobiernan a la mayoría de los mexicanos no son capaces de ponerse de acuerdo y trabajar unidos, ¿qué le espera a la conducción política y la gobernabilidad de la República?

Y la segunda: ¿Dónde quedaron los llamados de la presidenta Claudia Sheinbaum a la unidad de su movimiento y a evitar divisiones y rupturas internas? Lo que nos lleva a una tercera e inquietante pregunta: ¿Será que la doctora no tiene, todavía, un liderazgo real sobre lo que pasa en su partido y con sus correligionarios, o por qué ignoran sus llamados?… Los dados mandaron Escalera. Se viene positiva la semana.

 

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