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Coahuila

La llama de la esperanza

Por Aracely Rodríguez Guardiola

Hace 3 años

Los Juegos Olímpicos han representado por más de 100 años una oportunidad de encuentro y de fomento a la fraternidad internacional. Son un espacio de competencia, si, pero sobre todo de búsqueda de puntos de unión entre las diferentes culturas y sociedades. Un lugar feliz, para todas y para todos.

Ese lugar feliz, ese espacio de tiempo en donde todos en el planeta nos sentamos a ver a los mejores deportistas del planeta y soñamos con ser las mejores o los mejores del mundo, tuvo que poner pausa por primera vez en la historia el año pasado debido a la pandemia internacional en la que seguimos inmersos.

La llama que recorre el mundo, desde Olimpia hasta Atenas, y de Atenas a la sede que cada cuatro años recibe a miles de personas de alrededor del mundo, tuvo que apagarse por meses y esperar a ser encendida otra vez una vez que estuviéramos seguros que podía recorrer su camino sin problemas.

Para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que seguirán llamándose 2020 a pesar de realizarse en 2021, el recorrido de la antorcha tendrá la idea de ser: “La esperanza ilumina nuestro camino”

La llama olímpica, símbolo que viene desde la Antigua Grecia y que representa cuando Prometeo robó el fuego a los dioses y lo entregó a la humanidad, fue encendida en tiempo y forma el 12 de marzo de 2020, sin embargo, su recorrido por Japón comenzó hasta el 25 de marzo de 2021.

Como comenté anteriormente, los juegos nunca habían sido pospuestos anteriormente, fueron suspendidos durante las Guerras Mundiales en 1916 en Berlín, en 1940 para Sapporo, Japón y en 1944 en el Reino Unido e Italia, y hoy pro primera vez y un año después estaremos viviendo estos juegos en donde la sana distancia es prioridad en la ciudad más conglomerada del mundo.

Tokio tiene una población de 13,6 millones de personas en un radio de 2.187 kilómetros cuadrados, 15 mil japoneses viven por kilómetro cuadrado, la mayor densidad poblacional del mundo… ¿y la sana distancia?

El cruce peatonal del distrito comercial de Shibuya, es uno de los más famoso del mundo. La coreografía casi militar de cerca de un millón de transeúntes por día en donde pareciera que los japoneses cuentan con una especie de radar que los ayuda a saber por donde ir sin chocar los unos con los otros, es un espectáculo que solamente en una sociedad como la nipona se puede dar.

Sin embargo, este espectáculo se queda corto si lo comparamos con Shinjuku, la estación de trenes con más tráfico del mundo en el corazón financiero de Tokyo que alberga tres millones de personas por día en sus 36 andenes.

El orden y silencio en un lugar que por esencia debería de ser caos puro es asombrante, millones de japoneses con sus rostros inmersos en las pantallas celulares que no se tocan, no se hablan, no se miran entre si, pareciera que no respiraran y que fueran androides con una ruta y un destino programado y avanzados radares que impiden el contacto con los demás.

Será en esta ciudad, con esta sociedad donde se celebrarán los Juegos Olímpicos 2020, a partir del 23 de julio y hasta el 8 de agosto y del 24 de agosto al 5 de septiembre en el caso de los Paralímpicos, en estadios vacíos, sin público internacional, sin gritos de aliento.

Pero serán realizados, la llama de la esperanza está por llegar a Japón, los mejores atletas del planeta están por arribar para buscar convertirse en los mejores de su rama y llevar ese orgullo a su país de origen, el escuchar por todo lo alto las notas de su himno y besar el oro olímpico.

Estoy convencida que no existe otro lugar en el mundo en donde estos juegos olímpicos pudieron haberse realizado bajo las presentes circunstancias, por supuesto que extrañaremos los gritos y el colorido en las tribunas, pero en este momento en que como sociedad debemos aprender de la prudencia y el orden, que mejor que tener como ejemplo a nuestros hermanos asiáticos, que tienen mucho por enseñarnos y nosotros mucho por aprenderles.

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