Las capacidades del país para alentar el crecimiento de su economía y crear mayores oportunidades de mejoría para su población, incluidas por supuesto el abatimiento de la pobreza y la desigualdad social, se encuentran hoy seriamente lastimadas. Algunas incluso, como en educación, certidumbre jurídica y seguridad pública, por citar algunos rubros, viven sus peores momentos en varias décadas.
Las cifras y los datos, los hechos documentados por organismos e instituciones dignas de crédito, así lo confirman. México vive un proceso de involución que causará daños irreparables en la calidad de vida de millones de personas.
Además de los índices negativos y mediocres de crecimiento de la economía, el extraordinario incremento de la población en condiciones de pobreza, o las cifras récord de la violencia criminal y la inseguridad, es necesario observar lo que ha sucedido con el país en relación al resto de las naciones en materia de competitividad.
México, Cómo Vamos, un centro de análisis no gubernamental, señala que “ser competitivo es tener la capacidad para atraer y retener talento e inversión. Para ser competitivo es necesario que exista estado de derecho, certeza jurídica, respeto a los derechos humanos, acceso y preservación de los recursos naturales, una población educada, e infraestructura suficiente para conectar a los agentes económicos.”
En la Clasificación Mundial de Competitividad 2021, elaborada por el Instituto Internacional para el Desarrollo de la Gestión (IMD, por su siglas en inglés), México retrocedió dos posiciones, del 53 al 55, con lo cual se ubicó en la posición más baja que el país ha tenido desde 1997.
Con este índice se mide la prosperidad y competitividad de 64 países con datos estadísticos que proporcionan organismos nacionales, y una encuesta que responden ejecutivos que trabajan en las respectivas
economías.
Nuestro país es visto como un nicho importante de mano de obra calificada y de bajo costo, pero con un Gobierno que destaca por su ineficiencia y que no garantiza un marco de políticas estable y predecible.
El Instituto Mexicano para la Competitividad, elabora el Indice de Competitividad Internacional en el cual México obtuvo, en 2021, la posición 37 de 43 países evaluados. México descendió dos posiciones en el ranking y se ubicó dentro del grupo de competitividad baja.
En la situación actual de creciente interdependencia que se vive en el mundo, la competitividad de nuestro país es la única vía para asegurar un mayor crecimiento económico, mejorar el ingreso por persona, garantizar mejores finanzas públicas y desplegar políticas sociales efectivas para combatir la pobreza.
Pero ser más competitivo implica tener un un buen Gobierno, capaz y eficiente, fortalecer el estado de derecho, combatir la inseguridad y la delincuencia, apoyar la educación, a la ciencia y la tecnología, atender la salud de la población, mejorar las políticas ambientales y vigorizar las instituciones políticas, entre otros retos.
Lograr una mayor competitividad implica todo lo contrario de lo que hasta ahora ha sido el proyecto populista del actual Gobierno federal.
Se hace evidente que la involución –el retroceso– es un propósito para afianzar un Gobierno que explota políticamente a su favor la pobreza y desigualdad social.
Por ello, no debemos caer en las trampas políticas que solo pretenden legitimar y asegurar la continuidad del populismo como forma de Gobierno. Asumamos la responsabilidad que, como parte de la ciudadanía, nos corresponde para evitar que México siga en la
involución.
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