En la historia de Piedras Negras se han tenido incendios, invasiones extranjeras, sequías, tormentas e inundaciones, de estas últimas, sobresalen las cinco gigantescas inundaciones, la primera acaecida el 10 de septiembre de 1890, la ocurrida el 2 de septiembre de 1932, la sucedida el 28 de junio de 1954, que fue la más mortífera de las cinco, la del 4 de abril del 2004, cuyas cicatrices aún no pueden cerrar y que no se puede olvidar y la inundación del 15 de junio de 2013. En ellas se sufrió intensamente y su magnitud fue diferente, influyendo la época en que se vivió. Pero la inundación que hoy nos ocupa, se sufrió el 10 de septiembre de 1890, evento del cual se habla poco, porque existe poca información y por la distancia en el tiempo transcurrido, del que ya que no existen testigos presenciales del trágico suceso.
En aquella época la población había sufrido grandes transformaciones, en 1888, se había dejado la categoría de villa y el nombre de Piedras Negras, elevándola a la categoría de ciudad con el nombre de Ciudad Porfirio Díaz. En aquella época, la población de Villa de Fuente, que se había fundado en 1855, vivía los que fueron sus últimos momentos como municipio independiente. En aquella inundación, las aguas del poderoso y temible río Bravo se desbordaron de su cauce natural. Las aguas invadieron las calles de Piedras Negras y de la vecina población Eagle Pass, en Texas, en esta última, la garita norteamericana quedó sepultada bajo las aguas.
El puente urbano internacional, el hoy puente Piedras Negras 1, llamado en ese entonces Carlos Pacheco, unía a las dos poblaciones, fue destruido en un tramo de entre 85 y 90 metros. El transporte terrestre y los servicios primarios quedaron suspendidos. Los chalanes, que eran una especie de balsas en donde se realizaba el transporte de vehículos, animales y personas sobre el río Bravo, también quedaron inutilizados. Las pérdidas en viviendas, mercancías almacenadas y en los servicios fueron cuantiosas. Villa de Fuente también sufrió los estragos de la gran inundación; sus ricos depósitos de carbón a la intemperie fueron barridos y dispersados en varios kilómetros a la redonda; las pérdidas materiales fueron importantes, porque al crecer el río Bravo creció el río Escondido, cuyo cauce rodea a esa población, arrasando decenas de viviendas; lo mejor, si así se le puede llamar a este primer gran desastre que representó la inundación, fue que no hubo pérdida de vidas humanas, porque el fenómeno se presentó a las dos de la tarde y sus habitantes tuvieron el tiempo suficiente para trepar a los lomeríos cercanos y salvar la vida de sus familias.
El desastre no acobardó a los ciudadanos de Porfirio Díaz y de Villa de Fuente, con el apoyo del presidente municipal de Ciudad Porfirio Díaz, el Sr. Pedro Garza Ramos y del Sr. Casimiro Gutiérrez, presidente municipal de Villa de Fuente, prestaron ayuda inmediata a la comunidad afectada, utilizando lo existente en las arcas mientras llegaban las aportaciones oficiales de ayuda en caso de desastres. Mañana, la continuación de esta historia.
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