Monterrey, NL.- Afuera de una farmacia, el 22 de marzo del 2018, don Trinidad Escobedo daba su servicio de bolero en la esquina de Avenida Juárez y 5 de Mayo, en el Centro de Monterrey.

Eran cerca de las 13:00 horas cuando Escobedo – quien tiene 58 años de edad y 32 de trabajar en ese mismo lugar– se vio en medio de una balacera desatada entre asaltantes y guardias de seguridad, después del robo a un camión de valores afuera de la tienda Hemsa.

Al escuchar las balas, la gente comenzó a correr para todos lados.

El bolero también corrió, pero de pronto se dio cuenta de que había sido herido en la cintura.

“Estaba sentado, pero de repente me paré y fue cuando se vino todo”, dice hoy don Trinidad, siete años después de lo sucedido.

“Fueron minutos después cuando me empezó a molestar mi pierna, allí fue cuando me di cuenta”.

Uno de los asaltantes y el lustrador de calzado fueron los heridos del tiroteo.

Pero Escobedo se siente afortunado, porque pudo haber perdido la vida si no hubiera sido por ¡la hebilla de su cinturón!

El hombre resultó con una herida que le entró por la cintura y salió por la cadera, dañándole los tendones de la pierna derecha.

Pero la hebilla lo salvó de morir, porque impidió que sufriera una herida mucho más grave.

“De hecho, yo no sentí el impacto”, señala, “yo pensaba que era una piedrita y luego me empezó a molestar y fue que me di cuenta que la hebilla estaba destrozada.

“Son los cintos que yo uso, y aquí me partió la hebilla, allí ha de estar en la casa esa hebilla”.

“Aquí me pegó”, dice señalando la parte baja del abdomen, “y aquí topó en la hebilla, fue la hebilla la que me salvó, Dios sabe que hubiera pasado.

“Gracias a Dios traía esa hebilla, si no ¡imagínese!”.

En medio de caos que se formó ese día, el bolero fue atendido por paramédicos de la Cruz Roja allí en la banqueta afuera de la farmacia, muy cerca de su cajón de bolear, por la calle 5 de Mayo.

Estuvo incapacitado y luego permaneció en rehabilitación cerca de un año, tiempo en que volvió a tener movimiento en su extremidad.

“Usé andador por dos meses y un bastón casi todo un año”, comenta.

Tras la rehabilitación, decidió volver a trabajar al mismo lugar donde fue herido, pero asegura que ahora pone más atención a lo que pasa a su alrededor.

“De repente te acuerdas y viene gente y me pregunta, pero aquí seguimos echándole para adelante”, menciona.

A quienes le preguntan por esa balacera, don Trinidad les relata que se salvó por aquella hebilla.