Enclavado en la esquina de Fermín Espinoza Armillita, entre Ramón Corona y Privada Harlam, fuera de la original mancha urbana, es un monumento al misterio y a la historia del Saltillo reciente, pues después de su finalización ahí habitaron destacados ciudadanos, quienes tienen recuerdos muy gratos del sector convertido en una especie de vecindad y otros no muy agradables por la aparición de fantasmas.
Alrededor de 1885, sus iniciales dueños dejaron inconclusa la construcción del molino de trigo y la concluyó su segundo dueño, Juan Harlan, descendiente de ingleses y franceses avecindados en la ciudad.
El francés Eduardo Rugiera de Laroche Lacroix se casó en 1867 en Cadereyta, Nuevo León, con Librada González Gutiérrez. El matrimonio Laroche González procreó a Josefina Laroche, quien se casó con el inglés John B. Harlan, dueño del molino de trigo La Goleta; los hijos de este matrimonio fueron Carmen, famosa maestra y pintora, quien realizó muchos cuadros al óleo de la ciudad; Eduardo, quien se destacó en los negocios, y la renombrada concertista y maestra de piano Josefina Harlan Laroche.
¡Las coincidencias existen!
La Goleta, el molino de trigo de Saltillo, y la goleta El Saltillo, una embarcación pequeña de dos palos, cuyo origen y construcción tuvo lugar en España, comprada por un inglés, quien respetó el nombre impuesto por el primer propietario: El Saltillo.
Nuestra ciudad fue el primer lugar del Continente Americano donde se sembró trigo y donde se desarrolló una fuerte cultura en estas tierras, que propició la creación de varios molinos, uno de ellos aún existe, El Fénix, vendido a la fábrica de galletas y pastas La Moderna, y el trigo se sigue comprando en la región.
La producción triguera se remonta a 1615, casi a la par con la producción de la harina para la elaboración del pan, que es otra tradición saltillera.
El misterio
Seguro que hay muchas narrativas sobre el tema, yo me voy a referir a lo que le pasó a un velador de los antiguos molinos, quien al hacer el rondín (recorrido) de costumbre en la madrugada, de pronto se topó con un individuo elegantemente vestido como para una fiesta de gran gala, que se difuminó en el espacio hasta desaparecer en medio de una cortina de humo. Fue tanto el susto que el hombre sintió que algo le pesaba en el calzón.
Otros vecinos que habitaron la vecindad de La Goleta, indica que de noche escucharon ruidos de bandas y poleas en movimiento (ecos del antiguo molino de trigo). Otros han escuchado silbidos como la forma de comunicarse del personal que laboró ahí. ¡Averígüelo Vargas!
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