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‘La Creación’ de Diego Rivera

  Por Agencia Reforma

Publicado el miércoles, 8 de diciembre del 2021 a las 10:29


Se trata, como se ha interpretado, de una suerte de representación cosmogónica

Ciudad de México.- En la base de la antonomástica carrera de Diego Rivera (1886-1957) como muralista destaca una obra de tal peculiaridad que, curiosamente, casi pareciera no ser de él: La Creación (1922).

Una pieza de grandes dimensiones pintada en el interior del Anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, entonces alojada en el edificio del Colegio de San Ildefonso, en apariencia mucho más próxima al arte sacro que a ese muralismo nacionalista, político y social que distinguiera al artista, de cuyo natalicio se cumplen 135 años este miércoles.

Es un mural que, a primera vista, tú lo ves y quizá no pienses que es de Diego Rivera, porque estamos más familiarizados con este tipo de representaciones más nacionalistas o los tipos de murales de la SEP o de Palacio Nacional”, señala en entrevista telefónica la historiadora de arte Verónica Herrera Rivera (CDMX, 1981).

Pero vemos diferentes momentos y también diferentes influencias plasmadas en esta maravillosa obra”, añade sobre el primer mural que el artista creara en México, a su regreso de los años que pasó en Europa ampliando sus técnicas y conocimientos pictóricos.

Se trata, como se ha interpretado, de una suerte de representación cosmogónica, una composición alegórica de la creación del mundo, las artes y el saber, elaborada a la encáustica en el muro del proscenio del anfiteatro y en lo que fue la concha acústica para un órgano monumental.

Fechado en 1922 -aunque desde octubre de 1921, hace 100 años, la parte superior ya estaba diseñada por el artista-, La Creación se compone, arriba y al centro, por un semicírculo azul con estrellas, bordeado por un arcoiris que revela la energía primaria proyectada en tres direcciones, además de conectar lo celestial con lo terreno.

El Universo representado como un rompimiento de luz, como técnicamente se llama, realizado en hoja de oro, que remarca la influencia bizantina aprendida en Italia; al centro contiene un hexágono y una pentalfa o estrella hexagonal, también conocida como estrella pitagórica, símbolos de la energía primigenia asociada a lo masculino y femenino”, escribe Jonatan Chávez en La Creación de Diego Rivera: Una lectura.

Vemos también cómo surge este hombre con los brazos abiertos, y que es justamente esta creación: está surgiendo del follaje de este árbol de la vida”, apunta Herrera Rivera sobre el pantocrátor. “Y encontramos justo en la parte de abajo el tetramorfos, estas cuatro representaciones de los evangelistas: el león, el ángel -o un hombre alado-, el toro y el águila”.

Acaso entre lo más interesante de la pieza resalte no sólo la figuración que Rivera hace tanto de Adán y Eva como de la alegoría de la Sabiduría, la Ciencia y las virtudes teologales -la Caridad, la Esperanza y la Fe- y las cardinales -la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Continencia-, más algunas musas, sino las personalidades que sirvieran como modelos.

Encarnando a la Sabiduría, por ejemplo, está Luz Jiménez, una indígena que posó para todos los muralistas, y quien también aparece en La Creación como la Tradición; la Ciencia, por otra parte, la representa Palma Guillén, maestra normalista, escritora y diplomática.

Asimismo, la cómica, actriz y vedette Guadalupe Rivas Cacho aparece como la Comedia; la icónica Dolores del Río, como la Prudencia, y Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Olin, como Erato, musa de la poesía erótica. Sin obviar, claro, la presencia de Guadalupe Marín, la segunda esposa del muralista, como Eva.

Es muy curioso y muy lindo también ver cómo se representan esos personajes contemporáneos de Diego; son sus amistades, pero también son sus modelos: Lupe Marín, con quien (Rivera) justamente se casa durante el proceso de La Creación, en 1922″, expone la historiadora de arte. Llamativamente, este también es el año en que una joven Frida Kahlo de 15 años, de las primeras mujeres en estudiar en San Ildefonso, ve por primera vez al muralista.

También está su ayudante Amado de la Cueva, que representa a Adán”, continúa Herrera Rivera. “(Entonces), nos podemos adentrar en estas interpretaciones clásicas del mural, pero también hay que reconocer este mundo intelectual o de arte de hace ya un siglo”.

Flora y fauna nacionales, producto de las observaciones del artista durante un viaje por el Istmo de Tehuantepec, completan este mural en cuya concepción original, sostiene Chávez, el artista pretendía ilustrar el mestizaje cultural entre Occidente y el indigenismo, y en el que las referencias pitagóricas parecieran lo único restante de aquello que José Vasconcelos inicialmente solicitara para la obra.

En algún momento se había pensado que el tema fuera la historia de la filosofía, de Pitágoras a Marx y Engels”, indica Herrera Rivera.

También, en un primer proyecto, estaba contemplado que se decorara toda la parte decorable del anfiteatro, todos los muros, incluso en las pechinas o junto a las columnas. A final de cuentas, sólo quedó la parte que conocemos”.

‘No era lo que esperaba’

El resultado de este primer mural de Rivera, finalmente mostrado en marzo de 1923, generó inquietudes y desconcierto.

Ciertamente, la percepción o el impacto que tuvo cuando se inauguró no era el que se esperaba, pero creo que nunca ha sido así en la historia del arte”, estima Herrera Rivera, investigadora del Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Se pensaba que era una interpretación como entre la creación y la divinidad, pero medio bizantina y poscubista y primitivista. Creo que entre las principales críticas y comentarios está en que no se le ve ninguna alusión a la Revolución (Mexicana), que después ya lo vamos a ver en los subsecuentes (murales)”.

Sin embargo, precisa la especialista, se trata de una obra provocadora e impresionante, con una saturación de elementos que dan la sensación de que el muro estallará en cualquier momento.

Y a través de todo ello, opina, el arte cumple su función.

Quizás en su momento no fue lo que se esperaba, pero nunca se sabe qué es lo que se espera, y en el arte menos. Ahora podemos ya ver, a casi 100 años de distancia, todo lo que (La Creación) provoca y todo lo que tiene esta maravilla que tenemos ahí en San Ildefonso.

Son esos inicios del muralismo, y además el muralismo como un estilo artístico propiamente mexicano. Es la aportación del arte mexicano al mundo”, concluye Herrera Rivera.

La historia de esta obra será abordada por la especialista en el conversatorio virtual “La creación de La Creación”, este miércoles, a las 19:00 horas, a través de la cuenta de Facebook del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.

 

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