Ya con el nombre de AHMSA Piedras Negras, llegó a tener los 3 hornos de aceración, el alto horno que se adquirió en Texas como deshecho, el cubilote para la fundición, dos plantas de oxígeno, la fábrica de cal, el departamento de reparación de carros de ferrocarril y el de mantenimiento mecánico y eléctrico.
Con 1,350 trabajadores influyó en el crecimiento y progreso de la ciudad. La vida cambió desde 1938 y la Consolidada declinó en 1983.
La contaminación que generó fue mayúscula en esa época, en la colonia Bravo, los techos de lámina y la carrocería de los autos se oxidaban, por el fino polvo que la planta desprendía, que, al combinarse con la humedad del rocío, se transformaban en óxido.
Durante el Salinato se desató una guerra sin cuartel en contra de las empresas contaminantes y bajo el control de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), se clausuró más de 200 fábricas en el país, primero temporalmente y luego definitivo, cuando la empresa no atendía las sugerencias.
Cuando la contaminación generada por la planta de Piedras Negras ya había declinado, llegó en forma tardía la orden de la SEDUE, de clausurar la planta en forma provisional, el 19 de Abril de 1991, el pretexto fue por los deshechos que caían al arroyo del Tornillo, lo que para los conocedores les pareció un pretexto para el cierre definitivo de la empresa, que ya era un estorbo en donde se tomaban las decisiones, AHMSA estaba en proceso de venta, venta que luego logró el Grupo Acerero del Norte, conocido por sus siglas de GAN.
Cuando AHMSA Piedras Negras demostró el remedio para superar la supuesta contaminación, lo que no les pareció suficiente a la SEDUE, el 13 de mayo de 1991, se decretó el cierre definitivo, dejando de golpe a más de 500 familias sin el sustento y a la mayoría de los trabajadores sin opciones para buscar nuevos empleos, principalmente por la edad, aunque con muchos años de experiencia.
La planta de Piedras Negras ya no podía competir con el monstruo que representaban las plantas de Monclova, que, aunque resultaron afectadas por el despido de cientos de trabajadores, no se cerraron como la de esta ciudad.
A más de 20 años de distancia, aún se percibe la nostalgia de quienes ahí trabajaron.
El desmantelamiento aún persiste, pero aún nos recuerda que en 53 años dio de comer a las familias de quienes ahí laboraron.
El fantasma de la contaminación aún esta latente, pero la mayor parte de nuestras industrias han sobrevivido, es una lástima que la vieja fundición, agobiada por un corto mercado que resultaba improductivo, la posibilidad de su venta y la notoria predisposición gubernamental en su contra y por ende de Piedras Negras, acabaron de golpe con la principal fuente de trabajo que tenía la ciudad y que, además, fue la más importante en casi cinco décadas de existencia.
Ahora solo queda el recuerdo, el añorado silbato que se escuchaba cada hora y la moraleja de conservar ahora lo que tenemos, para no perderlo el día de mañana.
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