Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
“Sin unidad no habrá soberanía” dice Gobernador de Querétaro Casa Blanca asegura que migrantes enviados a Guantánamo eran miembros del Tren de Aragua ‘No entiendo por qué sigue haciéndonos daño’: Jacques Audiard rompe el silencio ante polémica de Karla Sofía Gascón Gemini 2.0 ya está disponible para todos los usuarios de Google Canelo Álvarez pelearía con Jake Paul sólo si se cumplen 2 condiciones

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Nacional

La Casa 88

Por Guadalupe Loaeza

Hace 1 semana

Para la familia Landeros.

“Niños, laven las fresas para quitar las cenizas”, solía recomendarles a sus hijos Hedwig Hoss, esposa del comandante del campo de exterminio de Auschwitz. Ella, su marido Rudolf Hoss y sus cinco hijos habían llegado en 1943 a la casa que colindaba a tan solo 50 metros de distancia con dicho campo de concentración, de allí que hubiera tanta ceniza debido a los hornos crematorios que el mundo nazi había ideado para acabar con millones de judíos.

La Casa 88, ubicada en la calle Legionow de Oswiecim (nombre en polaco de Auschwitz) tenía dos pisos, un jardín maravilloso, dos albercas, un invernadero, sauna y establos para los caballos. Era una residencia idílica. La familia Hoss vivía rodeada de muchos empleados.

En la película de Jonathan Glazer, La Zona de Interés, basada en la novela del mismo nombre de Martin Amis, proyecta la vida de todos los días con absoluto realismo. A lo largo del filme, ganador de varios premios Oscar, se escucha el ruido permanente de las cámaras de gas, los gritos de las víctimas, incluso algunos disparos.

Asimismo, se percibe el olor de los cuerpos calcinados y el humo negro de los crematorios. En el interior de la casa todo parece estar bajo control. Todo está impecable. El extenso jardín que rodea la casa es impresionante por la cantidad de flores, lo cual contrasta brutalmente: “La maldad más pura como una presencia molesta en la cotidianidad de los Hoss”.

“Rudolf me llama la reina de Auschwitz”, le dijo Hedwig un día a su madre quien va a visitarla a la Casa 88. “¿Verdad que mi jardín es paradisiaco?”, le pregunta orgullosa.

Esa noche su madre había percibido desde la ventana de la recámara que daba hacia el campo de concentración las enormes fumarolas y escuchado muchos gritos.

No pudiendo soportar esa realidad huye de la Casa 88, dejando una carta, misma que su hija destruye sin ningún ápice de preocupación. En su casa había dos costureras polacas que se encargaban de modificar o reparar la ropa robada de las víctimas de los campos de concentración.

La actriz, Sandra Huller, que interpreta a Hedwig Hoss, sin duda es la que se lleva la película por su actuación como una mujer fría, calculadora y muy desalmada. Cuando su marido le anuncia que va a ser ascendido a subinspector de todos los campos de concentración y por ello deberá trasladarse a Oranienburg, cerca de Berlín, Hedwig se opone terminantemente a dejar su hogar.

“Tendrás que sacarme de aquí a rastras. Nuestros hijos están fuertes y saludables y son felices porque siempre soñaron con una casa como la que tienen”.

A Hoss se le encarga encabezar una operación que lleva su nombre, “Operación Hoss”.

En los juicios de Nuremberg, cuando le preguntaron al comandante nazi Rudolf Hoss si había sido el encargado del asesinato de 3 millones de judíos, él, con toda la sangre fría, respondió: “No. Sólo a 2.5 millones y estaba orgulloso”. El 16 de abril de 1947 fue a la horca.

Ayer, 27 de enero, coincidiendo con el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz en 1945, se abrieron las puertas de la Casa 88. Mark Wallace, director ejecutivo del Proyecto Contra el Extremismo, afirma que: “Tenemos que unirnos para luchar contra el auge de los extremismos y la ultraderecha que nos rodea. La casa que vamos a convertir en el centro de la lucha contra este extremismo y el antisemitismo. (.) El arquitecto Daniel Libeskind, conocido por obras como el museo judío de Berlín, será el encargado de resignificar el espacio en que ya han colocado una ‘mezzuzza’, una cajita que contiene un pergamino con dos versos de la Torá que protege las viviendas judías. (.)

Lo han bautizado como Centro Auschwitz de Investigación sobre el Odio, el Extremismo y la Radicalización, o Casa 88, que es el número de la vivienda y, de forma nada casual, un código utilizado por los nazis que significa Heil Hitler (porque la “h” ocupa el octavo lugar del alfabeto)”. (El País).

Lo maravilloso es que ahora, 80 años después, donde vivieron los Hoss, se organizarán eventos culturales de todo tipo, como bien dice Jasek Purski, responsable del proyecto, el cual esperan terminar en dos años: “El lema de ‘nunca más’ no es suficiente. Es el momento de pasar a la acción y de centrarnos en el presente y en el futuro”.

Más sobre esta sección Más en Nacional

Hace 2 horas

Hasta el narco echaron a perder

Hace 12 horas

Los datos duros: la violencia no está bajando

Hace 12 horas

Republicanos, pero…