Continuando con la semblanza de Julio Antonio Santos Coy y Cobo (como él lo escribía), que se desempeñó como cronista de la ciudad desde 1973 hasta 2011, quien siempre se caracterizó por su excelente humor y por hacer patria con todos, según lo describía acertadamente el periodista José Luis Medrano Martelet, con igualdad de circunstancias dialogaba con un humilde bolero que con un encumbrado político. Después de su jubilación difícilmente se le encontraba, aunque él se defendía con una frase que le es famosa: “Soy Julio Santoscoy, del cielo preferido, si no me encuentras en casa, me encuentras en el zumbi…”, lo que nos demuestra su interés por la vida bohemia. Muchas son las anécdotas que se cuentan de su vida.
En su primer aniversario luctuoso se reunieron sus amigos en el auditorio de la Pirámide del Sol de la Plaza de las Culturas para recordarlo. Rescatamos algunas de ellas: En una ocasión una reportera periodística entrevistaba a Julio sobre lo que creía era una amplia trayectoria pública. “Don Julio, ¿qué era usted antes de ser jefe de la Oficina de Hacienda de Piedras Negras?”, y Julio acertadamente y de manera automática respondió: “Niño”. Julio nunca aprendió a manejar automóvil, siempre encontró quién lo llevara a donde deseaba: Amigos, no amigos, hasta servidores públicos en funciones, como llevarlo como pasajero en una patrulla a su casa o algún sitio de diversión nocturna, si utilizaba un taxi, los choferes se presentaban a cobrar en su domicilio al día siguiente. Joaquín Villarreal Peña narra que en una ocasión en que la conocida actriz del cine nacional Isela Vega, se presentó a actuar en el teatro del IMSS de Piedras Negras, solicitó localizaran a su amigo Julio Santoscoy que había conocido en la Ciudad de México, una vez que se encontraron y la plática se extendía, se acercaba la hora de la función e Isela Vega manifestó que Julio la llevaría al teatro, lo que la actriz no sabía, era que Julio no tenía ni sabía manejar un automóvil y ella se encaprichó que Julio la tenía que llevar a su lugar de su presentación, así que a alguien se le ocurrió conseguir un par de bicicletas y en ellas se trasladaron al teatro, recorrieron la avenida Emilio Carranza, no se sabe cómo batallaron para subir la larga cuesta de “Las Gringas” (frente a la colonia del ISSSTE), pero llegaron, muy, muy cansados, pero felices de la experiencia, pues Julio le cumplió su deseo.
En otra ocasión, Julio visitó en su casa a la Sra. Conchita Harper para recoger un pan del que gustaba paladear, pero al ingresar y antes de llegar a la puerta fue recibido por un bravo y furioso can, una hija de la Sra. Harper intentó tranquilizar al asustado Julio diciéndole desde el interior de la casa: “No tenga miedo Julio, el perro está castrado” y Julio respondió: “Tengo miedo de que me muerda no de… otra cosa…”. En la última ceremonia que participó en ocasión del aniversario de la fundación de la ciudad, al final de su discurso dijo: “La gloria del mundo es pasajera, pero aquí en esta tierra bendita de Piedras Negras, no se olvidan nuestros héroes”, y tiene razón. Para nosotros Julio fue un héroe en la difusión oral de la historia y a catorce años de su ausencia, aún lo mantenemos presente, recordando su narrativa pícara que nos hacía sonreír.
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