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Grupo Zócalo
Publicado el martes, 8 de abril del 2025 a las 04:02
Ciudad de México.- El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trajo consigo una oleada de medidas arancelarias que, más allá de afectar directamente a México y Canadá, comienzan a generar tensión dentro del propio Estados Unidos. Lo que inicialmente se planteó como una estrategia para repatriar inversiones y proteger el empleo nacional, ahora amenaza con trastocar las cadenas de valor que durante décadas han sostenido al bloque comercial de América del Norte.
Desde el 20 de enero, cuando Trump asumió nuevamente la Presidencia, las decisiones económicas de su Administración han generado un efecto dominó. Sectores como el automotriz, agrícola y manufacturero ya acusan recibo del nuevo enfoque proteccionista, mientras las empresas comienzan a levantar la voz.
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Uno de los aspectos, llamémosle positivos, de que esté tomando medidas tan extremas tan rápido… es que también la resaca, el impacto económico negativo en Estados Unidos, se va a sentir muy rápido”, advierte Kenneth Smith, exjefe de la negociación técnica del T-MEC.
Un ejemplo claro del impacto inmediato de las nuevas tarifas fue el despido de 900 trabajadores por parte de Stellantis en Estados Unidos, anunciado el mismo día en que entraron en vigor los aranceles a vehículos importados. La empresa explicó que los empleados afectados laboraban en plantas proveedoras de autopartes cuyo destino eran líneas de ensamblaje en México y Canadá, las cuales se vieron forzadas a suspender temporalmente sus operaciones ante el nuevo entorno comercial.
La medida evidenció cómo la disrupción en un eslabón de la cadena de suministro impacta de forma inmediata en otros, incluso dentro del propio territorio estadunidense. Según estimaciones de Cox Automotive, los aranceles podrían encarecer los vehículos fabricados en ese país entre 3 mil y 6 mil dólares.
Para México y Canadá, las quejas que comienzan a aflorar en el empresariado estadunidense podrían convertirse en su mejor arma para ejercer presión contra la política arancelaria de Washington.
El peso del sector privado no es menor. La Inversión Extranjera Directa (IED) en autopartes ha sido una de las más dinámicas en los últimos años. Tan sólo en 2024, este segmento superó lo captado por las armadoras de vehículos terminados, consolidándose como una pieza clave en la industria.
Desde 2006, Estados Unidos ha invertido más de 8 mil 807 millones de dólares en el sector de autopartes en México, lo que representa 21.4% del total de la IED recibida, según datos de la Secretaría de Economía.
Ese nivel de integración vuelve prácticamente inviable una desvinculación abrupta. Las cadenas de valor fueron tejidas durante décadas con base en la lógica de una región económica integrada, no en tres países que compiten entre sí.
‘No creo que dure mucho tiempo’
Para los aliados comerciales de Estados Unidos, las nuevas políticas abren una ventana de oportunidad. México y Canadá podrían encontrar en el descontento empresarial interno una palanca para negociar, en vez de confrontar directamente al Gobierno estadunidense.
A medida que las tarifas comiencen a impactar en costos, empleos y precios al consumidor, la presión vendrá desde dentro. El propio mercado estadunidense podría convertirse en el mejor aliado de sus vecinos del norte.
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No creo que, por la estructura de la economía global, de la estructura de EU, la necesidad que tiene EU de la economía mexicana, de la canadiense, que esto vaya a durar mucho tiempo”, concluye Smith.
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