La innovación ha estado presente en el ejercicio profesional de las y los abogados, hoy es una obligación. Innovar o morir podría ser frase de la abogacía.
La innovación es un proceso para crear o modificar un producto o servicio para introducirlo en el mercado o mejorar la eficacia o eficiencia de un sistema. La innovación se puede agrupar por su naturaleza, su aplicación o empuje tecnológico. La innovación puede ser abierta a través de la colaboración con otros agentes; sostenible, para crear un impacto positivo en la sociedad; social, para resolver situaciones y establecer nuevas relaciones; tecnológica, para obtener un producto o servicio a partir de nuevos procesos; de producto, para introducir nuevos resultados o de proceso para modificar mecanismos o introducir cambios.
Un cambio importante en el sector de los servicios es la continua innovación que con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ha cambiado la forma del trabajo jurídico y las vías de comunicación con los clientes. Hay abogados que atienden consultas en Facebook o por mensajes de Whatsapp a cualquier hora.
La innovación jurídica debe iniciar desde las aulas, tenemos que formar estudiantes de Derecho con modelos renovados; introducir nuevas tecnologías en las escuelas y facultades de Derecho para aprender con el apoyo de videos, con información jurídica relevante, a través de las redes sociales y adaptar nuestras narrativas al lenguaje que reclama las nuevas modalidades y medios de interacción social.
Los planes de estudios universitarios de Derecho deben revisarse tan pronto como surja una nueva reforma o se dicte una sentencia trascendente, tanto en nivel licenciatura como en posgrado. En un mundo que se mueve con rapidez, no podemos seguir caminando lentamente en la docencia jurídica. En algunas instituciones educativas se sigue enseñando el Derecho como lo hacían hace siglos. Algunos docentes no quieren ni pueden adaptarse al ritmo que la innovación exige.
En segundo plano, la innovación debe darse también en la forma de interpretar y aplicar el Derecho. Necesitamos hacer uso bien fundamentado de la ponderación argumentativa, del examen de proporcionalidad, del principio pro persona, del control de convencionalidad, aplicando los estándares fijados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos o de las Recomendaciones Generales de los Comités de Naciones Unidas en materia de derechos humanos. Lo anterior debe ser utilizado con racionalidad por los juzgadores a través de sentencias breves, en lenguaje accesible, evitando transcripciones innecesarias, con argumentos e innovación en el panorama jurídico.
En tercer punto se debe innovar en la creación y modificación de las normas jurídicas. Necesitamos mejorar la calidad de las leyes incorporando al debate legislativo las mejores experiencias del derecho comparado para legislar con fundamento y de forma razonable.
La innovación jurídica debe servir para que las y los abogados, desde su diferente función, presten un mejor servicio y cuenten con herramientas para lograr los ideales de la justicia. Estamos en un escenario de innovación disruptiva en materia jurídica, que sin duda afecta y proyecta el tema del marketing para los abogados.
La profesión jurídica debe abrirse a los avances tecnológicos que replantean el ejercicio profesional, donde habrá ganadores y habrá perdedores.
El futuro nos alcanzó, debemos observar las nuevas tendencias del derecho para adaptarnos al cambiante mercado de los servicios jurídicos para innovar o morir.
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