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Inauguran ‘Metáforas Forenses’, investigan pintores las pistas del inconsciente

Por Christian García

Publicado el martes, 6 de agosto del 2024 a las 18:52


La muestra, que celebra los 20 años de la Taberna El Cerdo de Babel, es también un diálogo con otras disciplinas artísticas

Saltillo, Coah.- Durante la inauguración de los juegos olímpicos de París, hace algunos días, se mostró una escena en la que hombres, mujeres y drag queens observaban a un hombre azul desnudo. Muchos pensaron que era una parodia de La Última Cena, que representa a Jesucristo, y se puso el grito en el cielo. Después se aclaró que era, realmente, una referencia a la pintura El Festín de los Dioses, de Jan Harmensz van Biljert, que recrea el mito del dios griego Baco.

Sea como fuere, lo que el hecho dice es que hay mucho de oscuro, de perverso, de oculto que llama al ser humano y que este apuesta por reprimirlo. Y si en algo son buenos los franceses es, de hecho, en liberarlo como lo demostró el marqués de Sade en sus libros que fueron, también, censurados. Pero, ¿de dónde vienen esas ideas eróticas, grotescas y perversas? Del inconsciente, del abrazo de la muerte y la vida, de las pulsiones erótica y tanática, diría Sigmund Freud, quien inspiró a los artistas Alejandro Cerecero, Gustavo Adame y José Omar Rodríguez para su nueva serie Metáforas Forenses, en donde dan salida “a los impulsos reprimidos”.

En el caso de Cerecero, sus obras que abordan lo pop y lo culto, tomaron la tradición francesa en la que retoma pinturas y las interviene, las renueva con nuevos elementos y las lanza al público. Un ejemplo de esta es su versión de la obra rococó El Columpio, de Jean Honoré-Fragonard, o la neoclásica La Muerte de Marat, de Jean Louise David.

Para el artista plástico, ese interés por “la pintura galante francesa del siglo 18” le pareció, en un principio, fuera de tema en la serie, sin embargo, al terminar su trabajo y observarlas, se dio cuenta de que “esa pintura se hizo como una reacción a un sistema conservador, y lo hacía hablando sobre la voluptuosidad, la representación, de la máscara y el engaño, además del libertinaje y todo eso. Es un pintura que habla también sobre esos temas del inconsciente, de todas nuestras pulsiones, nuestros deseos y miedos ocultos, estaba ya representado en el arte de esas épocas”.

Una ejercicio creativo que, al igual que el sketch de las Olimpiadas, sirvió para motivar una sátira, una crítica, y una liberación. Algo que, quizá, ahora puede ser tan vigente como antes.

El también catedrático de la Escuela de Artes Plásticas Rubén Herrera de la UAdeC agrega que “hay muchas obras de arte que representaban vicios y virtudes. Ahora el artista está surgiendo como un arqueólogo para escarbar en esas tradiciones y encontrar una raíz ante esos estímulos e ideas. Hay muchas formas de apropiarse de esas ideas pero con una visión contemporánea que ahora puede ser el respeto al otro”.

La muestra, que celebra los 20 años de la Taberna El Cerdo de Babel, es también un diálogo con otras disciplinas artísticas: citas de poemas y canciones, recuperaciones de elementos pop. Todo ello la convierte en un collage en el que el erotismo y la muerte van de la mano, se cruzan y conversan. Entre manos que se llenan de humedad a cuerpos desnudos que miran el vacío en eso que, popularmente se llama, “la muerte chiquita”.

Para los jovenes artistas, la sexualidad está presente porque es una forma de abrazar la vida, hay una pulsión vital ahí, como decía Freud, pero que se antepone a la pulsión de muerte, de la ausencia, de los recuerdos. Idea que, en estas series, aparecen metaforizadas por recuerdos que se desvanecen, lugares de infancia que presentan fantasmas de quién se fue, luces que se apagan ante el transcurso del tiempo ido.

Para Adame, “toda la información que está en el inconsciente es un recuerdo del pasado, es información almacenada desde la niñez: un miedo, un trauma, un momento feliz, lo que sea. Eso puede darle un sueño recurrente. Todo lo que hay en la mente es un recuerdo, es el pasado, nuestro pasado. Entonces el fantasma es una metáfora que representa a los personajes, a lo que fueron, son la ausencia del recuerdo, lo que quedó ahí”.

Mientras que para Rodríguez, “esta serie sí se enfoca en el recuerdo y en la muerte, pero también hacia la parte erótica. En el sentido de que es un aspecto reprimido al que no tenemos acceso tan sencillo. Porque es un deseo reprimido, en el que buscamos los deseos, los fantasmas que creamos”, porque como dijo el poeta Jaime Sabines, a cuál dios en su infinita sabiduría e irónico juego, “se le ocurrió meter a la muerte y al sexo en el mismo costal”.

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