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Agencia Reforma
Publicado el viernes, 25 de abril del 2025 a las 04:10
Ciudad de México.- “Nada como matar a un hombre”. Con este enunciado arranca Nostalgia de la Sombra, la primera novela de Eduardo Antonio Parra, publicada en 2002 y reeditada ahora por ERA y por el Fondo Editorial de Nuevo León.
Matar se convierte en la vocación y en el oficio de Bernardo, Ramiro, “El Chato”...; el nombre cambia según la circunstancia, quien trabajó como corrector de un periódico regiomontano mientras alimentaba la ilusión de escribir una historia para el cine, protagonizada por un cacique y un narco. Sería una obra de “denuncia”. Pero si este proyecto se pospuso por las horas que pasaba frente a la computadora a cambio de un sueldo ínfimo, su vida se trastocaría por un suceso que, en lugar de quitarle, le dio.
¿Tu personaje, devenido en un sicario, es víctima de las circunstancias?
Las circunstancias que lo rodean influyen muchísimo, desde el clima en Monterrey, pero la cuestión de las fallas del sistema, el hecho de que no alcanza el dinero y aparte te lo quieren robar… Todo está confabulando para que surja el crimen en este caso.
Y creo que en la vida real, en la vida cotidiana de esta nación o de todas las naciones, siguen confabulando para que pasen esas cosas. El sistema nos falla. Lo acabamos de ver otra vez con la viejita (“doña Carlota”) que mata a las personas que invaden su casa. Nos falla la economía, nos falla la sociedad, nos falla todo, y hay una reacción quizá drástica, pero si el sistema te falla, entonces: ¿por qué vas a vas a seguir las leyes del sistema? Es una cuestión que creo se plantean muchas personas.
¿Profecía?
Parra, nacido en León, Guanajuato, en 1965, cuenta en entrevista que la novela, publicada hace más de 20 años, se fraguó cuando trabajó en Monterrey como editor de nota roja, cuando notó que los asesinatos se cometían, en su mayoría, por gente ordinaria en situaciones límite.
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No había la violencia pragmática que trajo el crimen organizado, era una violencia por celos, por ira, por pleitos… La mayoría de los asesinos que yo publicaba en las páginas del periódico eran personas completamente normales un día antes, que se habían transformado de un día para otro.
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Ahí empecé a darle vueltas a escribir esta historia de un hombre normal, con familia, con trabajo, que de repente se convierte en un asesino por una reacción; descubre que lo hace muy bien y que le gusta”.
Es una novela que se escribió desde la nostalgia por Monterrey, revela el también autor de Los Límites de la Noche y Tierra de Nadie, ambos libros de cuentos.
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Tenía como un año viviendo en la Ciudad de México y extrañaba Monterrey horrores, lo sigo extrañando muchísimo, aunque no parezca, sobre todo la comida. Era una cuestión de tratar de recordar, y quería escribir una especie de homenaje a Monterrey también, hacer la ciudad un poco personaje, o más bien fundir o fusionar el personaje con la ciudad”.
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