La aspiración a la igualdad ha sido una constante humana tan antigua, como ha sido continua su anulación, restricción o vulneración. Cada época en la historia universal ha acompañado este valor fundamental de manera diferente, con mayor o menor intensidad; desde una enorme diversidad de estrategias retóricas, argumentos y doctrinas hasta importantes reformas en los ordenamientos jurídicos.
La igualdad es un sueño, una exigencia y un impulso inscrito en la historia humana.
La idea que hombres y mujeres debían tener iguales derechos fue compleja de aceptar y su acepatación no fue por voluntad de los hombres, sino por la lucha de mujeres valientes para desaparecer el patriarcado y su influencia; las mujeres rompieron esquemas y se aventuraron a exigir lo que inalienablemente les corresponde.
En principio, el cristianismo como movimiento social revolucionario, incorporó la reivindicación de la igualdad racial de todos los hombres en función de la misma identidad frente a la filiación divina. La modernidad inició un proceso de secularización intentando separar la esfera moral de la esfera jurídica y política para alcanzar la certeza. La ilustración francesa proclamó ideales de igualdad, libertad y fraternidad sin embargo promovió cueldad en el terreno de los hechos.
La desigualdad se ha convertido en una forma de vida; hay gente que vive discriminada, que se siente apartada o segregada. El fenómeno delictivo, a menudo, se nutre de esa marginidad, segregación y pobreza.
La igualdad es un valor normativo, un principio jurídico y axiológico de referencia que inspria el desarrollo, la evolución y la consolidación de los estados democráticos de derecho hacia una mayor integración social, política, jurídica y económica. En todos los ordenamientos constitucionales de los distintos estados, la igualdad es guía legal en el plano deontológico.
En 2010, fue creada Girls Up, por la Fundación de las Naciones Unidas como la primera iniciativa dedicada a apoyar la eduacación, la salud y la segudad de mujeres asolescentes. Ha crecido hasta convertirse en un movimiento global que involucra, forma y moviliza a jovenes de todas las identidades para que sean mujeres líderes. La semana pasada se llevó a cabo la renovación de la mesa directiva en la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC, donde Lorena Mayo, Wendolin Valdez y ahora Iriel Guajardo como Presidenta, han promovido cambios hacia la igualdad desde la esfera académica y social.
La modernidad política y jurídica es precisamente, el momento histórico decisivo donde este valor normativo ha adquirido fuerza y expansión.
En el proceso de construcción de una sociedad igualitaria se necesita también cambiar las actitudes masculinas hacia prácticas públicas y privadas igualitarias.
La masculinidad es un producto histórico que excede de la determinación biológica, que se construye, se aprende y se practica en el devenir histórico, social y cultural para compartir la realidad en igualdad, para no utilizar la fuerza para imponer razones, para disfrutar del trabajo y del hogar en igualdad, para no ver amenazada la masculidad por compartir ideas con las mujeres, para ser contrario a la formación sexista de las hijas y los hijos. Porque discriminar es negar a otra persona los derechos fundamentales y negarle el disfrute de los bienes básicos a los que tiene derecho.
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