Ciudad de México.- Además de la profusión generosa de jazz que marcó sus días, la pianista Olivia Revueltas, la “Compañera” de las causas más justas, cultivó una pasión que mantuvo mayormente oculta: la poesía.

La tarde de este miércoles, para abrir el homenaje luctuoso que le rindieron en el Palacio de Bellas Artes, algunos de estos versos secretos se leyeron por primera vez sobre el escenario de la Sala Manuel M. Ponce, a unos pasos de un piano de cola y de una pintura que le dedicó su amigo Jazzamoart.

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Saliendo de tu boca dentona ese sonido / tan sublime y verdadero / Y tan grandiosamente humano / cimbras las cuerdas todas del arpa sensible de los hombres / y los ennobleces”, leyó su hija Vina Sophia Revueltas, de un poema sin título, probablemente escrito en 1989.

Y concluyó: “Te llaman: piano / Extensión del alma que te toca / Vehículo y garganta de la voz de Dios”.

Fallecida el pasado 2 de agosto, a los 73 años, Revueltas fue recordada como una pionera del jazz en México que logró abrirse paso en un medio machista, y como una luchadora social que se definía a sí misma como una “pianista proletaria”.

En el homenaje ofrecido por el INBAL, tanto la música como la conciencia social de Revueltas se conjuntaron en la pieza Mujer herida, interpretada por la cantante Verónica Ituarte y el pianista Baldomero Jiménez, y que refleja las penurias sufridas por las mujeres durante los conflictos bélicos de inicio de siglo en Afganistán.

El saxofonista y escritor Alain Derbez, por su parte, lamentó que Revueltas haya fallecido antes de ver su nueva edición de la historia del jazz en México -El jazz en México, Yo tengo otros datos-, pues su amiga y colaboradora, como no podía ser de otra forma, figura enormemente en ella.

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La historia de Olivia Revueltas es la de una persona combativa que ha sabido reclamar y hacer suyo su espacio y tribuna en mundos que no sabían cómo darle el respeto que merecía y merece”, leyó.

Como miembros de la estirpe de la pianista, que incluye al escritor José Revueltas, su padre -quien le llamaba “Compañera”-, y a figuras como el compositor Silvestre Revueltas, los hijos de la homenajeada compartieron pensamientos y anécdotas sobre el carácter de su madre.

Por otro lado, Julio Revueltas, también hijo de la pianista, recordó la bravía con la que su madre se unió a una huelga de hambre de un mes, en el Zócalo, para apoyar a campesinos despojados de sus tierras durante la presidencia de Miguel de la Madrid.

También, la vez que le enseñó a sus nietos a persignarse al pasar junto a Bellas Artes con un: “Por el arte, por la ciencia y por la congruencia”, haciendo la señal de la cruz.

Una congruencia jazzística, de justicia social y de poesía que fue celebrada cuando, en una guardia de honor ante la urna con sus cenizas, Kayani clamó: “Gracias por su entrega, Compañera”.

“Que viva Olivia Revueltas”, contestó la audiencia de Bellas Artes, en un pacto que fue sellado con el sonido ronco de una caracola soplada desde el escenario.