Convocados por el padre Nacho Flores, más de un centenar de feligreses se reunió en la pequeña explanada que da hacia el norte de la iglesia del Santo Cristo de la Capilla del Ojo de Agua para rendir homenaje a la ciudad de Saltillo, en el 447 aniversario de su fundación.

Durante una misa oficiada por el párroco de la iglesia, el padre Nacho, como cariñosamente le dicen al sacerdote, convocó a la oración y pidió a Dios por la paz de los saltillenses, que es la armonía entre la humanidad y toda la buena creación de Dios que está interrelacionada; cada criatura, cada elemento, cada fuerza de la naturaleza debe participar en pro de la paz.

Por medio de su evangelio, Jesucristo nos proporciona una paz interior que sobrepasa la paz que ofrece el mundo. Si confiamos en él con fe, podemos sentir paz en cualquier circunstancia, señaló el presbítero. El Salvador enseñó: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27).

Oremos todos por el Barrio Mágico, categoría muy merecida, no sólo por sus edificios, su historia o su leyenda, sino por ustedes, por su gente, gente buena que a lo largo de los años ha dejado huella en el arte, la política, el deporte y en el trabajo laborioso de sus habitantes, puntualizó el padre Nacho.

Terminada la misa, se llevó a cabo un evento protocolario donde participó una danza autóctona, la actuación de una cantante y la participación de Carlos Gaytán Dávila, nombrado “hijo predilecto del Ojo de Agua”, quien narró algunos hechos que llevaron a la devoción hacia Cristo y la construcción de la capilla, en lo alto de la montaña, en cuyos pies se ubica el ojito de agua, donde se cree se fundó la ciudad y se deriva el nombre del Saltillo, por el pequeño salto de agua que emanaba del actual venero hacia el arroyo de la Tórtola. Así como el esfuerzo de varias damas del barrio quienes cooperaron económicamente para mandar construir en Roma, Italia, la imagen señera, (sobresaliente, destacada), del Cristo de la Capilla del Ojo de Agua, única en el mundo, con casi un centenario de permanencia entre nosotros.

Desde este manantial se construyó una acequia que, por gravedad, surtía de agua a la población. Probablemente fue entonces cuando desapareció la pequeña cascada.

Con esa agua que es pura se hizo un brindis por la paz de Saltillo y sus habitantes. Cada uno de los asistentes levantó su vaso para ingerir el que algunos piensan que es milagroso líquido, extraído previamente y a la vista de todos del famoso ojito que le da vida a la ciudad.

No existe una fecha exacta de la fundación del Barrio del Ojo de Agua, pero es de suponer que fue a la par que la creación de la ciudad, pues iberos y lusitanos tuvieron un primer contacto con lo que posteriormente llamarían el saltillo, el ojito y la pequeña cascada que da origen al nombre de la capital del estado. De acuerdo a la leyenda ahí en la loma, donde actualmente está el templo católico se edificó un primer presidio, cuya construcción data de la fundación.

La ermita que cobija al ojito de agua, que es parte de la iglesia, alberga el punto histórico, el único indicio que señala lo que debería ser uno de los patrimonios de la nación, pero el Instituto Nacional de Antropología e Historia, no lo considera así. En cambio, el edificio de la iglesia construido en la década de los años veinte del siglo pasado, sí es patrimonio nacional.