En 1814 se promulgó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, en cual se recogieron fielmente los anhelos de libertad e independencia absoluta del movimiento iniciado por Miguel Hidalgo, que culminó José María Morelos y con ella inició a nuestra historia constitucional.
Como Usted verá, Constitución e Independencia son palabras equivalentes, si tomamos en cuenta que el 4 de octubre de 1824, con la entrada en vigor del primer documento político que establecía y diseñaba el sistema político federal de nuestro país, llamado Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, los mexicanos pudimos declarar entonces el carácter de país independiente a nuestro México.
Aquella Constitución declaraba en su Artículo 5, a nuestro país como libre, independiente y soberano, y al Gobierno como monárquico-constitucional representativo y hereditario, al que llamó Imperio Mexicano.
Posteriormente, cuando nos dimos cuenta que las palabras Emperador e Independencia no podían subsistir juntos, en 1835 en su Artículo 4 de las bases constitucionales, se estableció que el ejercicio del Supremo Poder Nacional estaría dividido en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y no debería ninguno de ellos traspasar su ámbito competencial.
Como es de verse, desde aquellos tiempos nuestra sociedad ya veía la imperiosa necesidad de que, por ninguna causa se debía dar o poner todo el poder y dirección de nuestro país en una sola persona o corporación.
De ahí la necesidad de crear tres poderes que juntos se consideraran el Supremo Poder Nacional, pero que entre ellos sirvieran de contrapesos unos a otros y con esto obligarlos a trabajar con armonía para el bien y desarrollo de nuestro país.
A pesar de lo anterior, en México desde la llegada al poder del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, la consigna a sido totalmente contraria a la visión de nuestros poderes constituyentes.
Y es que, como venganza, el actual Presidente de México ha logrado destruir las instituciones que conformaban nuestro sistema político y social, y capturar a los tres poderes de la unión, para someter completamente a nuestro país, para que paguemos el largo camino que recorrió para llegar a la Presidencia de México.
Desde la llegada de AMLO, a los mexicanos extrañamente nos ha cambiado el concepto de independencia; ahora para quienes le siguen frenéticamente la independencia del pueblo consiste en creer que estamos bien, sólo porque él lo dice, aunque las cifras del mismo oficialismo digan lo contrario.
Que la violencia, la salud y el crecimiento económico se hayan mantenido de manera constante, pésimos números e indicadores, y que todo le es licito, dado su triunfo electoral en 2018, soportado por 30 millones 113 mil 483 sufragios, de un padrón electoral de 90.7 millones de mexicanas y mexicanos.
Bajo la anterior premisa, el aún Presidente y su régimen pueden permitirse todo tipo de artimañas para expandir su poder, tal cual lo vimos en estos últimos días cuando logró con violencia, legal, física y sicológica, capturar al poder Legislativo y Judicial, y con ello hacerse de todo el poder de nuestra nación, tal cual lo hacían los emperadores, con lo que se contraria con los preceptos constitucionales que antes nos daban independencia.
Entonces, ¿tenemos motivos los mexicanos para celebrar este Día de la Independencia?
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