Estoy seguro de que, de haber vivido para saberlo, don Benito Juárez no se hubiera sentido satisfecho –seguramente se hubiera indignado– al saber que el padre de Mussolini decidiera rendirle un cuestionable homenaje cuando decidió llamar Benito a su hijo. ¡Vaya tocayito que le asestó al Benemérito de las Américas!
El tal Benito, el italiano, fue, como es bien sabido, un asqueroso fascista, culpable de la muerte de miles de sus compatriotas, perseguidor implacable de quienes no pensaban como él y que, en su locura de soñar con la restauración del Imperio Romano, metió a su país en la Segunda Guerra Mundial hasta dejarlo prácticamente en ruinas.
Amigo y cómplice de Hitler, Mussolini murió a manos de un grupo de sus enardecidos compatriotas. Lo colgaron de los pies junto a su amante Clara Petacci. El dramático final puso fin a una era de terror, cuyo único fruto rescatable fue, a posteriori, cinematográfico: el revolucionario neorrealismo italiano, al cual debemos verdaderas joyas como Roma, ciudad abierta, Ladrón de bicicletas y un par de decenas más.
El neorrealismo italiano se ocupó de retratar crudamente la terrible situación de Italia al término de la Segunda Guerra Mundial, y constituye una condena al fascismo mussoliniano. Epitafio en celuloide de una época digna de estar, como está, en el basurero de la historia.
En otro de sus patinazos mentales –este de repercusión internacional– López Obrador se refirió en la reunión virtual de la Organización de las Naciones Unidas a don Benito Juárez, uno de sus héroes y supuesto modelo, recordando la malhadada ocurrencia del padre de Benito Mussolini de darle ese nombre por su admiración al presidente mexicano.
Aquello fue como gritar “¡Viva Hitler!” en una sinagoga o mentar la soga en la casa del ahorcado, pues las atrocidades de Hitler y Mussolini fueron precisamente los principales motivos para la fundación de la ONU.
Es difícil entender qué llevó a López Obrador a hacer tan desafortunada referencia en la conferencia virtual de la ONU. Me atrevo a pensar que obsesionado por la popularidad, quiso demostrar ante las naciones del mundo la alcanzada por Juárez, que tuvo incluso repercusiones en Italia. No encuentro ni me es posible imaginar otra explicación de ese bochornoso espectáculo mundial.
Letras sueltas
Como le gusta organizar rifas, AMLO pudiera rifar la presidencia de Morena. Para empezar ya tiene asegurados a más de 100 compradores de billetes.
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