‘El poseer no existe, existe solamente el ser: ese ser que aspira hasta el último aliento, hasta la asfixia.’ F. Kafka
Te nos vas compañero Presidente, luego de hacerse costumbre el tenerte.
Los últimos instantes con nosotras se funden en silencio. Sin palabra, el testimonio de tu partida se quedaría cubierto por las hojas cotidianas, leva del tiempo. Sepultadas en percusiones de pasos que vibran fuera de Palacio como una maraca. Se va tu voz que nos fue invitación y alas. Que nos fue serenidad de una virtud. Nos legas palabras, verificadas, tejidas en compromisos y en obras por encima de la capacidad que nos creíamos.
Después de todo la palabra, no tiene que ser inmediata y traspasa los olvidos en cada signo custodiado en el estante de nuestra lucha.
Extendida sobre las mantas de los puestos callejeros que rodearon cada acto político donde fuimos a escucharla. Ahí seguirás como símbolo de identidad en un llavero, que compras por el sueño de todo un pueblo. Con la existencia, la cual asumimos en el regateo personal para adquirir por una misma la identidad con un chaleco. Para llenar las manos con las de los demás calle por calle en lugar de juntarlas vacías para rezar.
Contigo Palacio fue nuestra casa donde descansó la vida Nacional relato a la hora de las mañaneras. Permanente de eternidades serenas que se guardan en el pecho para regalarme la alegría multiplicada bajo el signo que nos dejas.
Te nos quedas en el espíritu que hablará porque sabe cómo llegaste y quienes te llevamos, y ahí seguirá como aliento hasta el último de mis días.
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