“En la historia, cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación”.
E. Galeano
El pasado jueves 14 el parlamento de Nueva Zelanda detuvo su deliberación ya que a instancias de Hana- Rawhiti Maipi-Clarke, un grupo de sus compañeros legisladores maoríes ejecutaron una antigua danza de guerra llamada Haka, esta se usó en el campo de batalla, pero también cuando dos grupos se reunían para concertar la paz. Es una demostración de ferocidad, de orgullo y de unidad. Cuándo la ejecutaron en el parlamento, los legisladores demostraban el rechazo de su comunidad a un proyecto de ley que pretende desconocer los derechos obtenidos con el tratado Waitangi, que se firmó por los jefes de las tribus maoríes y Gran Bretaña en 1840 y es considerado el documento fundacional de Nueva Zelanda. Contiene además, una serie de políticas afirmativas que tienen como propósito reparar el agravio histórico cometido contra los pueblos originarios por parte de los colonizadores británicos.
Los miembros más radicales del Gobierno conservador con el pretexto de la igualdad de derechos pretenden desconocer dichas acciones y presentaron un proyecto de ley que afecta al 20% de la población quienes por tener origen maorí, sufren de discriminación institucional, las más altas tasas de pobreza, encarcelamiento, enfermedades, suicidios y abusos domésticos.
El viernes siguiente, 15 de noviembre, 10 mil manifestantes marcharon por la ciudad de Rotourua aproximadamente a 500 kilómetros de la capital Wellington, donde planean terminarla frente al parlamento.
Y es que, la igualdad de Derechos puede parecer en principio un acto de emancipación racional. No obstante, esta medida en realidad justifica una praxis irracional de violencia.
Dussel nos descubre que es afirmando “la razón del otro” esto es; las víctimas ocultas por el colonialismo, que pueden ser el maorí despojado, el indio sacrificado, el negro esclavizado o la mujer oprimida y la alienación de su cultura. Que cada vez que nos convoquen a la amnesia como si nunca hubiéramos existido y nos inviten a olvidar todo lo que se ha padecido, surja una haka.
Y cuando quieran borrarnos, surjan los acordeones o guitarras que deshojen nostalgias y nos vuelvan la historia una novedad actualizada en ese preciso instante que se afirma en la vida a plena luz.
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